El cadáver de Andrés Felipe Corrales fue llevado ayer a la cancha del barrio Las Flores en donde familiares, deportistas y colegas rindieron tributo a su partida.
“Pipe: en el cielo también serás titular, tu número 13 será eterno”, con esta frase fue despedido ayer el precursor del rugby en Valledupar.
La familia de este deporte se unió en una sola voz de dolor convirtiendo las gradas del estadio del barrio Las Flores en testigo del lamento bañado en lágrimas por la partida repentina de alguien que dejó un vacío entre sus familiares y amigos, también en una pasión llamada rugby que poco a poco dio sus frutos, producto de las iniciativas del hombre corpulento que murió desconociendo la herencia deportiva que dejó.
Ayer, lágrimas de desconcierto, rostros de desconsuelo en medio del sol ardiente que también de confabuló con el dolor de quienes compartieron deportivamente con Andrés Felipe ‘Pipe’ Corrales, hallado sin vida en su residencia en el barrio Arizona de Valledupar.
Un aparente infarto, serían las causas del deceso del hombre que hace más de cinco años sembró la primera semilla para que esta disciplina germinará y se expandiera entre centenas de practicantes que hoy lamentan su partida. Rostros afligidos se confundían en medio del sollozo real, como queriendo encontrar explicación a la ausencia de ‘Pipe’, como se dio a conocer en el maravilloso mundo del rugby, disciplina que gracias a él tomó fuerza en Valledupar alcahueteado por deportistas que quisieron seguir sus huellas.
José Luis Rincones, dirigente de este deporte en el Cesar, conto que Pipe fue un líder, carismático desde todo punto de vista, como jugador tenía un alto nivel deportivo y fundó el primer equipo que se llama Santos Reyes. “Recuerdo que para el primer juego no había pelota y él diseñó una de trapo porque había que jugar o jugar, desde ahí muchos siguieron sus pasos y hoy tenemos muchos talentos”.
Un partido de rugby fue el homenaje que sus compañeros de batalla le rindieron al hombre que dejó huérfana a una pasión que él mismo cultivó. “Pipe fue un hombre trascendental en el proceso del rugby en Valledupar, jamás soportaremos su partida porque sus calidades como persona siempre fueron valoradas por quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, antes que lo deportivo primaron los valores, el compromiso, la honestidad y el respeto. Más que compañeros éramos una familia porque él nos enseñó que dentro y fuera de la cancha debía primar la hermandad. Era muy rápido con un dribling impresionante y único, te hacía pasar pena”, recordó Jota Bendeck.
Al borde de romper en llanto, Alejandro Castro recordó a su compañero que ahora hará su mejor jugada en las canchas del cielo. Seguramente, desde allá mirará quien anotará un try en su memoria o un drop (gol de campo) para rendirle tributo al vacío que dejó.
“Pipe fue el hombre que siempre nos motivaba con sus arengas y estribillos, fue muy ágil para componer canciones que nos motivaran cuando entrábamos a la cancha. Nunca lo vimos mal uniformado o llegando tarde a un entreno a un partido, él era nuestro ejemplo”, recordó Alejandro Castro.
El aspaviento imborrable de Andrés Felipe ‘Pipe’ Corrales brillará para siempre, porque no habrá tiempo para su reemplazo. Su imagen de hombre luchador y perseverante dejó un legado curtido ante quienes tuvieron el privilegio de heredar sus enseñanzas. Aquellos que con su llanto de desconsuelo le dieron el último adiós a alguien que literalmente fundó el rugby en la capital del Cesar.
Nibaldo Bustamante/EL PILÓN
El cadáver de Andrés Felipe Corrales fue llevado ayer a la cancha del barrio Las Flores en donde familiares, deportistas y colegas rindieron tributo a su partida.
“Pipe: en el cielo también serás titular, tu número 13 será eterno”, con esta frase fue despedido ayer el precursor del rugby en Valledupar.
La familia de este deporte se unió en una sola voz de dolor convirtiendo las gradas del estadio del barrio Las Flores en testigo del lamento bañado en lágrimas por la partida repentina de alguien que dejó un vacío entre sus familiares y amigos, también en una pasión llamada rugby que poco a poco dio sus frutos, producto de las iniciativas del hombre corpulento que murió desconociendo la herencia deportiva que dejó.
Ayer, lágrimas de desconcierto, rostros de desconsuelo en medio del sol ardiente que también de confabuló con el dolor de quienes compartieron deportivamente con Andrés Felipe ‘Pipe’ Corrales, hallado sin vida en su residencia en el barrio Arizona de Valledupar.
Un aparente infarto, serían las causas del deceso del hombre que hace más de cinco años sembró la primera semilla para que esta disciplina germinará y se expandiera entre centenas de practicantes que hoy lamentan su partida. Rostros afligidos se confundían en medio del sollozo real, como queriendo encontrar explicación a la ausencia de ‘Pipe’, como se dio a conocer en el maravilloso mundo del rugby, disciplina que gracias a él tomó fuerza en Valledupar alcahueteado por deportistas que quisieron seguir sus huellas.
José Luis Rincones, dirigente de este deporte en el Cesar, conto que Pipe fue un líder, carismático desde todo punto de vista, como jugador tenía un alto nivel deportivo y fundó el primer equipo que se llama Santos Reyes. “Recuerdo que para el primer juego no había pelota y él diseñó una de trapo porque había que jugar o jugar, desde ahí muchos siguieron sus pasos y hoy tenemos muchos talentos”.
Un partido de rugby fue el homenaje que sus compañeros de batalla le rindieron al hombre que dejó huérfana a una pasión que él mismo cultivó. “Pipe fue un hombre trascendental en el proceso del rugby en Valledupar, jamás soportaremos su partida porque sus calidades como persona siempre fueron valoradas por quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, antes que lo deportivo primaron los valores, el compromiso, la honestidad y el respeto. Más que compañeros éramos una familia porque él nos enseñó que dentro y fuera de la cancha debía primar la hermandad. Era muy rápido con un dribling impresionante y único, te hacía pasar pena”, recordó Jota Bendeck.
Al borde de romper en llanto, Alejandro Castro recordó a su compañero que ahora hará su mejor jugada en las canchas del cielo. Seguramente, desde allá mirará quien anotará un try en su memoria o un drop (gol de campo) para rendirle tributo al vacío que dejó.
“Pipe fue el hombre que siempre nos motivaba con sus arengas y estribillos, fue muy ágil para componer canciones que nos motivaran cuando entrábamos a la cancha. Nunca lo vimos mal uniformado o llegando tarde a un entreno a un partido, él era nuestro ejemplo”, recordó Alejandro Castro.
El aspaviento imborrable de Andrés Felipe ‘Pipe’ Corrales brillará para siempre, porque no habrá tiempo para su reemplazo. Su imagen de hombre luchador y perseverante dejó un legado curtido ante quienes tuvieron el privilegio de heredar sus enseñanzas. Aquellos que con su llanto de desconsuelo le dieron el último adiós a alguien que literalmente fundó el rugby en la capital del Cesar.
Nibaldo Bustamante/EL PILÓN