Sin duda el secuestro del general Alzate representa un riesgo muy alto para los diálogos de paz de La Habana, pero a veces estas crisis de alto nivel se pueden convertir en una gran oportunidad para enderezar el camino. El secuestro, hasta ahora, se ha manejado con serenidad y algo de inteligencia entre las partes involucradas.
El acto de firmeza de Santos para suspender el proceso de paz mientras se despejan las mentes, ha mejorado la percepción ciudadana sobre estas acciones de guerra que están llenas de riesgos y excesos verbales.
El esperado regreso a la libertad del general Alzate puede significar la entrada definitiva a la fase de la verdad con evidentes aristas peligrosas, pues cualquier cosa puede pasar con las lluvias de comunicados y declaraciones públicas que se están presentando creando así un ambiente desfavorable de tensión y protagonismos ciertos. La crisis actual es la más fuerte que se ha presentado en los dos años de negociaciones, pero se puede llegar a convertir en el impulso necesario para dar un gran salto a estos duros procesos. Todos los principios son respetables y válidos en esta confrontación por la anhelada reconciliación nacional.
En el actual proceso de paz todos somos responsables en lo social y en lo político con la certeza que necesitamos una justicia transicional que nos ayude para aprender a perdonar y a pasar las páginas llenas de dolor y sangre, muchas veces de personas inocentes. ¿Será que ahora estamos más cerca para acelerar los diálogos y recuperar los liderazgos?
Llevamos 32 años hablando con las Farc y ya se siente en todas partes la fatiga y el hastío con tanta retórica y excesos verbales que nos impulsan, en forma decidida, a poner el pié en el acelerador para acabar con esta largas tertulias que nos permitan mantener vivas las ilusiones de paz de un pueblo sufrido que está tocando el techo y los límites de tolerancia permitidos. Ya estamos aburridos de levantarnos diariamente y encontrarnos con nuevas propuestas de la guerrilla que se convierten en un incentivo perverso solo para dilatar el proceso de paz, comprando tiempo y sembrando dudas.
Reanudar las conversaciones de paz con la guerrilla no será una tarea fácil.
Seguramente vendrán otros propósitos, otras tormentas. No es el momento para tratar de sacar ventajas ni desgastar el proceso. Esperamos que el 2015 sea el año de la firma de la paz, donde no habrá perdedores, todos seremos ganadores y realistas que solo esperamos aprender esta amarga lección de puro oportunismo político, enriquecimientos ilícitos y ríos de sangre.
Agregado: Martin Luther King Jr. nos enseñó: “La paz no es la ausencia de conflicto sino la presencia de la justicia”.