CULTURA

Ernesto Angulo, el talento vallenato que da vida al espíritu de Rossini en Bogotá

Ernesto Angulo Quintero hace parte de La Cuina de Rossini en el Teatro Mayor, un espectáculo que acerca la ópera al público con su versátil talento entre la ópera y el folclor vallenato.

Ernesto Angulo Quintero interpreta el fantasma de Rossini. Foto: Juan Diego Castillo.

Ernesto Angulo Quintero interpreta el fantasma de Rossini. Foto: Juan Diego Castillo.

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El cantante y gestor cultural Ernesto Angulo Quintero se presentó con gran éxito los días 5 y 6 de julio en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, y continuará su participación los próximos 12 y 13 de julio en la obra La Cuina de Rossini. Basada en la producción del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, este espectáculo busca acercar a todos los públicos, especialmente a niños y jóvenes, al fascinante mundo de la ópera a través de una historia mágica.

Ernesto Angulo, con una carrera versátil que abarca desde la ópera hasta la música tradicional de su tierra natal Valledupar, regresa al Teatro Mayor tras interpretar el rol de Guccio en Gianni Schicchi (2020). Su repertorio reciente incluye papeles protagónicos como Sarastro en La Flauta Mágica y su participación como solista en el estreno mundial de la ópera La Vorágine

Con nueve años de experiencia coral y proyectos como “La leyenda se hizo canto”, que fusiona el folclor vallenato con el canto lírico, Ernesto mantiene una profunda conexión con su ciudad natal: “Estar en Valledupar no es un mientras tanto, para mí lo demás es un mientras regreso a Valledupar”.

¿Cómo piensas interpretar el espíritu de Rossini en esta obra? ¿Será algo muy académico o más cercano al público?

Lo académico queda a un lado porque toda la música está escrita y los cambios son minuciosos, pero la obra crea una historia sencilla y cercana: dos hermanos con un restaurante, una batuta mágica y el espíritu de Rossini que aparece. Tiene muchas partes habladas, algo común en óperas antiguas como las de Mozart. Rossini siempre fue cercano al público, con historias conocidas y culturales para su época. Nosotros adaptamos eso al contexto colombiano, con nombres de comida y elementos culturales que hacen la obra más accesible y cercana.

¿Cuántos roles has tenido en el Teatro Mayor y qué significa para ti volver?

He participado con coros como el Filarmónico Juvenil y el Coro Nacional varias veces al año, pero como solista solo en 2020 interpreté a Guccio en Gianni Schicchi. Fue una función especial porque se hizo con transmisión digital durante la pandemia y ganó un premio. Ahora vuelvo con un rol protagónico en esta nueva ópera, un personaje que aparece al principio y al final, con escenas importantes y emotivas.

¿Qué aprendizajes te han dejado estos roles?

En Bogotá he interpretado roles en escenarios como el Teatro Colón, donde hice a Sarastro en La Flauta Mágica, un papel exigente que me marcó mucho. Aprendí a manejar el escenario, a crear personajes, a comunicarme con el equipo y a pulir mi técnica vocal y artística. Cada montaje me ha dado más experiencia y confianza. 

Ese fue un rol que marcó mucho mi carrera… el idioma también, por supuesto, tener que aprenderme todo ese texto en alemán. También fue un reto bastante grande y pues considero que lo hice bastante bien y recibí felicitaciones por eso.

Mencionaste la exigencia del rol en alemán, ¿a qué te refieres?

El rol requiere mucha concentración porque hay notas difíciles y frases largas que exigen respiración y control. Además, hay que seguir al director con la mirada de reojo para mantener la sincronía, ya que la orquesta puede sonar fuera de tiempo. Aprender el texto en alemán fue un reto grande, pero recibí felicitaciones por la pronunciación.

¿Cómo es tu relación con el público?

Aunque casi siempre veo caras nuevas, hay personas que repiten en los conciertos y eso crea una conexión silenciosa. Busco que el público reciba lo que quiero comunicar y observo sus reacciones. También es interesante ver a músicos y directores en el público, porque una ópera es un trabajo colectivo que mezcla orquesta, canto y escenografía para apelar a varios sentidos.

¿Crees que hay un puente posible entre el folclor vallenato y la ópera?

Totalmente. La música vallenata tiene todos los elementos para ser una ópera, no solo la música sino la tradición oral, como la improvisación en décimas. Los cuatro aires vallenatos expresan variedad de emociones y el lenguaje narrativo ayuda a contar historias. Yo presenté una ópera vallenata que fusionaba música clásica con vallenato y contaba la leyenda de la sirena. Lo que falta es un espacio adecuado para presentar estas obras con escenografía, orquesta y ensayos.

Como gestor cultural vallenato, ¿cuáles son los retos para desarrollar este tipo de proyectos en Valledupar? 

El mayor reto es la infraestructura y la coordinación del talento humano. En mi proyecto “La Leyenda se hizo Canto” tuve que manejar la escenografía, el vestuario, coordinar a 25 artistas de diferentes ciudades, y resolver problemas técnicos con el equipo local que no estaba familiarizado con las necesidades de una ópera.

También tuve que asumir el rol protagónico cuando el cantante principal canceló a último momento. A pesar de todo, con un equipo creativo talentoso logramos sacar adelante la obra. Ojalá se pueda repetir y ampliar este proyecto con mejores condiciones y más apoyo local.

Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN

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