Con el inicio de la última legislatura del actual Congreso, el Gobierno nacional busca asegurar mayor control en la agenda legislativa, y una de sus estrategias sería posicionar en las presidencias del Senado y la Cámara de Representantes a figuras cercanas a su coalición.
En este contexto, el nombre del representante cesarense José Eliecer Salazar comenzó a tomar fuerza dentro del sonajero para liderar la Cámara de Representantes, postulado por varios miembros del Partido de la U. Salazar ha respaldado las principales reformas impulsadas por el Gobierno, lo que lo perfila como un candidato afín y con posibilidades reales de recibir el apoyo de la bancada oficialista.
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Según el acuerdo político pactado en 2022, la presidencia de la Cámara en esta tercera legislatura le correspondería a Cambio Radical. Sin embargo, al declararse en oposición, esa colectividad rompió el consenso.
Un sonajero en movimiento
Inicialmente, sonó el nombre del representante Jorge Eliecer Tamayo, aunque su cercanía con la gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, generó resistencia en sectores del Gobierno. Posteriormente, fue mencionado el congresista Wilmer Carrillo, pero sus líos judiciales restaron respaldo a su aspiración. Y el más opcionado es Julián David López, representante de la U cercano al Gobierno y contrario a Dilia Francisco Toro.
Esta semana, la postulación de Eliecer Salazar cambió el panorama político. El congresista viajó a Bogotá para sostener reuniones clave con colegas de distintas bancadas, evaluando la viabilidad de su aspiración.
La decisión se conocerá el 20 de julio, cuando inicie el último periodo legislativo. El Tiempo explicó que en Cámara y Senado “habrá pujas y todo parece apuntar a que, como en los anteriores años, solo se definirá el ganador de las respectivas dignidades a voto limpio en cada una de las plenarias”.
Un cargo clave en un año decisivo
La Presidencia de la Cámara es un cargo estratégico, especialmente en el último año del Gobierno, cuando se debilita su margen de maniobra. Desde allí, junto a la mesa directiva, se define el orden del día, es decir, qué proyectos se priorizan y cuáles se aplazan.
Un triunfo de Salazar no solo fortalecería la agenda legislativa del Gobierno, sino que también representaría una victoria política para el representante del Cesar, quien proyecta su reelección, y para los Gnecco, sus padrinos políticos.











