Enterrar un muerto en El Copey es un doble drama para las familias. No es solo la última despedida de un ser querido, sino la imposibilidad de encontrar un espacio digno dónde guardar sus restos.
Porque en El Copey no le cabe un muerto más al cementerio central. No es un juego de palabras, en realidad, el cementerio central colapsó y cada entierro significa hacer malabares con el cajón esquivando tumbas abiertas y bóvedas para llegar hasta el pequeño espacio, que improvisadamente abren para los nuevos residentes del camposanto.
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Pero el problema no es nuevo. Para 1994 el entonces alcalde del municipio, Humberto Carranza, ya hablaba de hacinamiento en el principal y único cementerio de El Copey. Por eso accedió a comprar un lote de más de 5 hectáreas. A 26 años de esa adquisición, el gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, visitó el municipio y se comprometió a destinar la inversión para construir uno nuevo. No obstante, vale aclarar que la gestión del proyecto inició durante las administraciones anteriores.
El hacinamiento no es el único de los males. El colapsado cementerio del El Copey está ubicado en pleno centro urbano del municipio, en un área de uso de suelo no permitido para esa actividad, rodeado de viviendas dentro de la misma manzana. Colindando con viviendas urbanas, representa un enorme riesgo sanitario y ambiental.
Según cuenta Hernando Sierra, hace 30 años el camposanto estaba ubicado en uno de los extremos de El Copey, pero ante la aparición de nuevos barrios a su alrededor, el espacio de un poco más de 1 kilómetro quedó en todo el centro del municipio.
SIN VIDA ÚTIL
A las tradicionales imágenes de tumbas abiertas, en época de lluvia se le sumaban escenas desagradables. Tumbas abandonadas y en mal estado que al parecer serían de inmigrantes que llegaron al municipio para la época de la bonanza algodonera, pero que una vez inició la crisis regresaron a sus municipios de origen olvidando a quienes fallecieron en épocas de prosperidad.
“El cementerio no tiene la infraestructura adecuada, lo que afecta el entorno y en época de lluvia las sustancias que brotan de las bóvedas afectan el entorno y la salubridad de los habitantes del municipio”, manifestaba en su momento el exalcalde, José Luis Nieves, quien presentó ante el OCAD regional el proyecto para la construcción de un parque cementerio en el lote de cinco hectáreas comprado hace 26 años. El proyecto fue aprobado y este año podrían iniciar las obras que tienen un plazo de seis meses.
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Haciendo historia, El Copey es un territorio relativamente joven fundado en noviembre de 1936. A la par fue construido su cementerio, siendo testigo de las últimas despedidas de los copeyanos por más de 80 años.
Pero su vida útil se agotó. Irónicamente, en El Copey deberán enterrar su cementerio para construir uno nuevo. “Llegó a su máxima capacidad por lo que fue cerrado. Ahora nos disponemos a construir uno nuevo, Gobernación del Cesar aportó $2.338 millones para materializar esta iniciativa”, señaló el gobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo.
Casi dos décadas después llegaría la solución y de concluir a buen término la construcción del nuevo cementerio, significaría el fin de la tragedia para los muertos, y sus familiares, de El Copey. Lo que se cuestiona el exalcalde Humberto Carranza es por qué en 26 años no se tomó la decisión política si el terreno ya estaba.
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“Ese lote donde se construirá el nuevo cementerio se le compró a los señores Gerardo Vázquez y Daniel Márquez. En 1994 ya era una necesidad prioritaria en El Copey la construcción de un nuevo cementerio. Quedó para ser habilitado, se hizo el cerramiento, la pregunta del millón es por qué las administraciones no lo construyeron”, cerró.
Por Deivis Caro/EL PILÓN