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El cemento puede esperar

En buena hora el alcalde de Valledupar anunció la filosofía de su gobierno, al menos mientras nos amenace el covid 19. “El cemento puede esperar”, expresó en nuestro medio EL PILÓN. Inicialmente al leer el titular pensé que se trataba de un episodio más, en el intercambio de lances verbales entre dos mandatarios que equivocadamente habían decidido enfrentarse, en pleno rigor de una pandemia. Me refiero al rumorado y no probado choque entre el alcalde capitalino y el gobernador del Cesar.

Afortunadamente me equivoqué y solo se trata de la sucesión prioritaria que el burgomaestre vallenato le dará a sus acciones de gobierno, en momentos en que pareciera que la economía y la salud fueran antagónicas, debido a la ancestral inequidad social que se hizo evidente al momento de confinarnos sin distingos, para protegernos de una tan desconocida como impredecible enfermedad, que hoy tiene al mundo acorralado en la incertidumbre.

El histórico reto de los gobiernos de turno será alinear el suministro básico familiar de condiciones económicas, tecnológicas, sicológicas y de seguridad, con los protocolos sanitarios diseñados para disminuir los riesgos de contagio. Esto es lo que se llama mitigación. Solo así lograremos disminuir el número de enfermos para que no colapse el sistema de salud y, por ende, disminuir las víctimas mortales, las cuales en nuestro país ya alcanzan registros preocupantes.

Las herramientas jurídicas están dadas: el Gobierno nacional expidió el Decreto 683 del 21 de mayo de 2020, el cual permite plantear modificaciones a los planes de desarrollo, para enfrentar integralmente a un enemigo que llegó para quedarse, no se sabe hasta cuándo. Por esto las medidas contingentes no se pueden limitar al sector salud, como tampoco a repartir los lánguidos mercados, en una anacrónica práctica asistencialista y humillante, la cual certifica la condición paupérrima de la mayoría de hogares, producto de un Estado indolente que manipula sus necesidades electoralmente, para después ejecutar los recursos de todos en beneficio de unos pocos.

Entonces recordemos que necesitamos herramientas tecnológicas, para que niños y jóvenes puedan realmente recibir la educación virtual, sin que vean frustrados sus anhelos porque carecen de un dispositivo o de internet; también que el apoyo decidido a las ideas de negocios y al emprendimiento familiar, son los pasos iniciales de la promoción social que nos pondrá a salvo de la inseguridad y la perpetua indigencia. Y menos olvidemos que los servicios públicos son instrumentos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y no alfiles de sus angustias.

Hoy un buen mandatario puede inmortalizarse, identificando y capitalizando oportunidades dentro de la crisis. ¿Cómo se hace?, fácil, ejecutando las inversiones oficiales solidariamente, solo pensando en el bienestar del ser humano beneficiario de las políticas públicas; aparte de ejecutar los presupuestos de frente a la satisfacción de las necesidades básicas y de espaldas a suntuosas inversiones que además de ser innecesarias son insostenibles en el tiempo. No es momento para hacer negocios con lo público, la gente necesita que el Estado tapice sus bolsillos de esperanza, quien lo haga pasa a la historia. Albert Einstein claramente lo dijo: “quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado”.  El resto son sofismas.

El mandatario, por eso se llama así, es el ejecutor del mandato que le dimos en las urnas electorales, así con gestos y publicidad logren convencer a algunos que es una monarquía, a la cual le debamos reverencia absoluta.  Hoy la presencia de la covid-19 obliga a que los presupuestos se ejecuten poniéndole corazón a las inversiones públicas, pensando más en la persona como sujeto de bienestar, ya que como está en juego la vida, ‘el cemento puede esperar’. Les dejo la inquietud. Un abrazo.

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