La falta de fuentes de empleo y los pocos programas de desarrollo económico han propiciado que en el Cesar vivan aproximadamente 600.000 personas en condiciones de pobreza extrema y moderada. Teniendo en cuenta que para el 2020 el Cesar tenía alrededor de 1.295.387 personas, siendo 639.985 hombres (49,4 %) y 655.402 (50,6 %) mujeres, más del 50 % de los cesarenses viven en la pobreza.
En ese sentido, por su población, Valledupar está entre los municipios con mayor cantidad de ciudadanos con baja generación de ingresos, con un total de 39.630 vallenatos en condición de pobreza extrema, los cuales se ubicaron en la categoría A del Sisbén IV, según el Departamento Nacional de Planeación, DNP. Dicha cifra evidencia el resultado de las altas tasas de desempleo que se han registrado en la ciudad en los últimos años.
De acuerdo con el último informe del Departamento Nacional de Estadísticas, Dane, para el mes de agosto la tasa de desempleo fue del 18,5 %, cifra que dejó a Valledupar como la quinta ciudad del país con mayor porcentaje de desocupados. Por ese reducido campo laboral en la capital del Cesar, aproximadamente 60.000 personas están en una situación de vulnerabilidad que los hace propensos a entrar en la pobreza.
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Entonces, son 119.496 vallenatos los que se encuentran entre los grupos A y B, pobreza extrema y moderada, es decir, que más del 60 % de la población tiene una baja calidad de vida y viven en condiciones precarias.
En la lista de los municipios con mayor número de habitantes en precarias condiciones sociales sigue El Copey. Este territorio con una población estimada, para el 2020, de 31.650 habitantes, alberga 20.385 personas que viven en situación de pobreza extrema y 6.746 en el de tipo moderada, para un total de 27.131 ciudadanos que sobreviven con mínimos ingresos económicos.
Le sigue Chiriguaná con 24.292 habitantes en pobreza extrema y moderada; Curumaní (34.148); Chimichagua (29.909); El Paso (29.800); Bosconia (28.260); Agustín Codazzi (26.883); La Jagua de Ibirico (32.354) y Aguachica (65.198). Luego de estos 10 municipios, las cifras de pobreza extrema disminuye a un dígito, como en el caso de Pailitas, territorio que tiene (9.530) personas en pobreza; Astrea (9.191), Becerril (8.990) y La Paz (8.822). Estas cifras son proporcionales a la población.
Así mismo, González (7.767), Pelaya (7.724), Tamalameque (7.165), San Diego (7.160), Pueblo Bello (6.692), Gamarra (6.557), Manaure Balcón del Cesar (6.009), La Gloria (5.827), San Martín (5.369), San Alberto (4.793) y Río de Oro (4.358).
¿LA POBREZA SE ARRAIGA?
Con un Índice de Pobreza Multidimensional, IPM, del 34,5 %, la cifra de los 600.000 cesarenses que viven en condiciones precarias y gozan de pocos recursos económicos podría aumentar debido a que 88.000 están en situación de vulnerabilidad, según el DNP. Es decir, los ingresos que manejan son limitados, dependen de una fuente de trabajo informal que no es segura, sus lugares de residencia son barrios suburbanos o viven en invasiones.
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En ese sentido, el DANE precisó que solo el 37 % de la población que reside en el Cesar cuenta con una vivienda propia. Dicha cifra ubicó al departamento en los últimos lugares de la tabla que mide la tenencia de vivienda a nivel nacional, situándose por debajo del departamento de Córdoba, con 55,3 %; seguido de Atlántico, con 51,2%; Magdalena, con 49,8 %; Sucre, con 47,9%; y Bolívar, con 37,9 %. Es tan alto el rezago del territorio en materia habitacional que está por debajo del Chocó, en donde el 48,9 % de las familias tienen una casa propia.
Así mismo, los núcleos familiares están conformados por tres, cuatro y hasta cinco niños de los cuales no todos acceden a la educación, adultos mayores discapacitados o enfermos y mujeres embarazadas que no pueden desarrollar una actividad económica.
Solo el 36,8 % de las jefaturas de los hogares cesarenses están a cargo de mujeres y tienen un IPM del 29,3 %, porcentaje superior a los de jefatura masculina, que es del 25,9 %. Dicha diferencia demuestra que las mujeres cesarenses cabezas de hogar viven en condiciones de pobreza más extremas que los hombres, y deja entrever la necesidad de políticas públicas que le apunten a la generación de empleo para disminuir las condiciones de pobreza que atraviesan un alto porcentaje de habitantes del departamento.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN
@namiibb