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Los dos discursos de Duque

Joseph Fouché fue un político de la era napoleónica caracterizado por tener varios discursos, dependiendo del auditorio, un camaleón. Dicen que toda comparación es odiosa pero nuestro símil es Duque; por fuera del país, en foros internacionales, donde piden hablar de democracia y derechos humanos pero comulgan con dictaduras feroces por conveniencias, Duque describe a Colombia como la vieja Atenas, donde todo es maravilla, respeto, tolerancia, equidad, justicia e inclusión.

Esta es la imagen del país del Sagrado Corazón de Jesús. Por fortuna, el mundo ahora es una aldea con las redes sociales donde todo se ve al instante, ya no es fácil engañar a todo el mundo. Sus peroratas se volvieron un cliché tal que antes de que hable ya se sabe lo que va a decir: sus logros en el proceso de paz, la eliminación de la mermelada en el Congreso para apoyar sus iniciativas, el respeto por la Constitución y los derechos humano y el restablecimiento de la meritocracia.

Más, aquí hace lo contrario; hasta se viste de policía al día siguiente de una masacre por parte de uniformados; el mensaje podría ser de aprobación y aliento. También  impulsa leyes que atentan contra la institucionalidad y estimulan la corrupción como esa de soltarle las amarras a la contratación en épocas electorales que él cuestionaba cuando era senador.

 La iniciativa del gobierno, impulsada por la Registraduría, en el sentido de aumentar en cinco millones la población colombiana previo a las elecciones, por encima de los resultados censales, es una proyección demográfica ex cátedra e infernal. Es una lástima que Jaime Garzón esté muerto; tendría el mejor repertorio para hacer sus programas de humor político. 

Pero hay colombianos por todo el mundo, es una diáspora que recuerda a Garzón y conoce a Duque; por eso, en todas partes es abucheado, incluso, recibido con reservas en muchas instancias del exterior. Su objetivo de invisibilizar a los escritores independientes en la feria del libro en España le fracasó; quería que fueran neutros, esto es, corifeos de su régimen porque teme que cuenten la verdad; la narrativa latinoamericana, y en especial la nuestra, tiene pundonor y claridad institucional. 

El desprestigio internacional es tal que le toca reunirse con funcionarios de tercer nivel. Ha ido varias veces a los EE.UU y Biden no lo ha recibido así que le toca tomarse la foto de consolación con el renegado “caraecuchara” de Luis Almagro, el mayor conspirador contra los regímenes alternativos de Latinoamérica. Las declaraciones completas de Antony Brinken, secretario de Estado de los EE.UU, escuchadas en medios no oficiales sobre el tratamiento dado al proceso de paz no coinciden con las versiones oficiales. 

La carta que le quedaba jugar era la captura de Otoniel para mostrar eficacia ante los EE.UU y crecer en opinión en el país, un plan planeado apenas el 15/10/2021, dijo un general. ¿Por qué no lo habían hecho antes si era tan fácil? ¿Conveniencias? ¿Cuantas muertes se habrían evitado? ¿Sería una entrega? Mientras tanto, el negoción de la droga continúa. Aquí tampoco le creen, siempre es abucheado; el más reciente escenario ocurrió en el Festival Vallenato en el cual le gusta demostrar sus dotes folcloristas. Infortunadamente, muchos de los personajes que antes lo recibían ya no están. En resumen, por fuera es un ángel hacedor pero por dentro podría ser un predador institucional.

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