Versos en acordeón, de María Carla Picón, recopila y analiza la canción inédita vallenata, resultado de siete años de investigación sobre este género musical.
La investigadora y docente María Carla Picón, licenciada en Letras, Literatura y Lingüística, y con un máster en Lexicografía Hispánica, presentará este 6 de mayo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires su libro ‘Versos en acordeón’, fruto de siete años de trabajo dedicado a rescatar y analizar la canción inédita vallenata.
Nacida en Caracas y radicada en Santo Domingo, Picón es miembro de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso y ha logrado compilar, por primera vez, las letras de 61 canciones ganadoras del emblemático concurso del Festival de la Leyenda Vallenata.
Su obra está disponible en Valledupar en la tienda Compai Chipuco, también se puede conseguir a través del compositor Rubén Darío Morales para envíos a todo el país, además de Amazon, tanto en formato digital como impreso. La autora espera compartir el conocimiento fuera de las aulas de clase, para que más personas de a pie puedan aprender sobre la canción inédita vallenata.
Eso fue lo más difícil de toda la investigación, justamente armar el corpus de las 61 canciones. Primero, porque no existía un registro formal en la Fundación del Festival Vallenato, que fue mi fuente principal. Tenían los nombres y los autores, pero no las grabaciones ni las canciones transcritas. Así que empecé a buscar las canciones por YouTube, aunque no todas las versiones grabadas coinciden al cien por ciento con la versión que se presentó en tarima, ya que a veces se hacen ajustes comerciales.
Algunas canciones las encontré transcritas en sitios como vallenato.com, y las cotejé con los audios para validar que no hubiera errores. Otras las conseguí gracias a los compositores que aún están vivos, quienes me compartieron grabaciones o las letras originales. Por ejemplo, Sergio Moya me envió una grabación y la canción la obtuve a partir de una fotografía de la letra original. Así logré reconstruir el corpus de las 61 canciones ganadoras.
Tal como una fórmula, no, pero sí encontré patrones. Por ejemplo, hoy en día las canciones son más lírico-descriptivas que narrativas. Las canciones narrativas tienen prevalencia de verbos porque la acción es lo que prevalece, mientras que en la descripción predominan la caracterización del entorno y los sentimientos, usando muchos adjetivos, imágenes sensoriales, metáforas y repeticiones. El verbo más prevalente es el verbo “ser”. En el libro se encuentran estos patrones recurrentes en la canción inédita.
Sí, aunque no es un instructivo, el libro ofrece recursos para comprender las cualidades de la canción vallenata inédita que se presenta en el festival. Además, las 61 canciones compiladas pueden servir como muestrario o guía de cómo escribirlas, mostrando variedad en estructuras, coros y estrofas.
Hay muchas que me gustan, porque las canciones han cambiado mucho a lo largo de los años. Las primeras eran más raizales y narrativas; desde el 2000 en adelante, son más lírico-descriptivas y enfocadas en el género musical y el amor por los instrumentos.
Por ejemplo, “El hachero” me gusta mucho porque es narrativa y tiene una denuncia social. También me gustan las canciones de Santander Durán, especialmente “Entre cantores”, que ganó en 2007. “Voz de acordeones” de Tomás Darío Gutiérrez es hermosísima, y “La estratificación”, aunque es una canción de protesta, es muy relevante. “Canta Valle canta”, la ganadora de 2024, también me gusta mucho. Es difícil escoger una sola, cada una tiene su valor y belleza.
No siempre son conscientes. Me encontré con pocos que realmente tienen una conciencia literaria de su obra. Es como si fuera natural para ellos resignificar lo que ven y sienten a través de construcciones metafóricas. La metáfora es el recurso literario más utilizado en mi estudio, junto con las anáforas, que aportan musicalidad y refuerzan las imágenes.
Sin embargo, la mayoría tiene más bien una conciencia rítmica, musical y estética. A veces esto puede llevar a repeticiones, y es algo que dejo abierto en el libro para la reflexión: ¿se necesita más formación? ¿Las realidades han cambiado y es más difícil resignificar? ¿Influye la línea editorial del festival? Son preguntas que quedan abiertas para el debate.
Las primeras canciones hablaban de cosas muy locales y requerían conocimiento de la región. Después del año 2000, con la mediatización del festival, las canciones empezaron a tratar más sobre sentimientos universales con los que cualquiera puede identificarse, en lugar de hechos o eventos locales.
Como todo, hay una evolución que responde a los contextos y cambios sociales, culturales e históricos. Sin embargo, si queremos preservar lo tradicional, la canción debería ser más narrativa y enfocada en valores de identidad y cultura. Al alejarse de lo local y lo folclórico, nos distanciamos del vallenato raizal que se pretende salvaguardar. No sé si es en detrimento, pero sí es una canción diferente que responde a la época actual.
Puede ser útil distinguir entre una categoría muy apegada a lo tradicional y otra más abierta, que permita expresar sentimientos universales y no necesariamente ligados a la tradición o la cotidianidad local.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN
Versos en acordeón, de María Carla Picón, recopila y analiza la canción inédita vallenata, resultado de siete años de investigación sobre este género musical.
La investigadora y docente María Carla Picón, licenciada en Letras, Literatura y Lingüística, y con un máster en Lexicografía Hispánica, presentará este 6 de mayo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires su libro ‘Versos en acordeón’, fruto de siete años de trabajo dedicado a rescatar y analizar la canción inédita vallenata.
Nacida en Caracas y radicada en Santo Domingo, Picón es miembro de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso y ha logrado compilar, por primera vez, las letras de 61 canciones ganadoras del emblemático concurso del Festival de la Leyenda Vallenata.
Su obra está disponible en Valledupar en la tienda Compai Chipuco, también se puede conseguir a través del compositor Rubén Darío Morales para envíos a todo el país, además de Amazon, tanto en formato digital como impreso. La autora espera compartir el conocimiento fuera de las aulas de clase, para que más personas de a pie puedan aprender sobre la canción inédita vallenata.
Eso fue lo más difícil de toda la investigación, justamente armar el corpus de las 61 canciones. Primero, porque no existía un registro formal en la Fundación del Festival Vallenato, que fue mi fuente principal. Tenían los nombres y los autores, pero no las grabaciones ni las canciones transcritas. Así que empecé a buscar las canciones por YouTube, aunque no todas las versiones grabadas coinciden al cien por ciento con la versión que se presentó en tarima, ya que a veces se hacen ajustes comerciales.
Algunas canciones las encontré transcritas en sitios como vallenato.com, y las cotejé con los audios para validar que no hubiera errores. Otras las conseguí gracias a los compositores que aún están vivos, quienes me compartieron grabaciones o las letras originales. Por ejemplo, Sergio Moya me envió una grabación y la canción la obtuve a partir de una fotografía de la letra original. Así logré reconstruir el corpus de las 61 canciones ganadoras.
Tal como una fórmula, no, pero sí encontré patrones. Por ejemplo, hoy en día las canciones son más lírico-descriptivas que narrativas. Las canciones narrativas tienen prevalencia de verbos porque la acción es lo que prevalece, mientras que en la descripción predominan la caracterización del entorno y los sentimientos, usando muchos adjetivos, imágenes sensoriales, metáforas y repeticiones. El verbo más prevalente es el verbo “ser”. En el libro se encuentran estos patrones recurrentes en la canción inédita.
Sí, aunque no es un instructivo, el libro ofrece recursos para comprender las cualidades de la canción vallenata inédita que se presenta en el festival. Además, las 61 canciones compiladas pueden servir como muestrario o guía de cómo escribirlas, mostrando variedad en estructuras, coros y estrofas.
Hay muchas que me gustan, porque las canciones han cambiado mucho a lo largo de los años. Las primeras eran más raizales y narrativas; desde el 2000 en adelante, son más lírico-descriptivas y enfocadas en el género musical y el amor por los instrumentos.
Por ejemplo, “El hachero” me gusta mucho porque es narrativa y tiene una denuncia social. También me gustan las canciones de Santander Durán, especialmente “Entre cantores”, que ganó en 2007. “Voz de acordeones” de Tomás Darío Gutiérrez es hermosísima, y “La estratificación”, aunque es una canción de protesta, es muy relevante. “Canta Valle canta”, la ganadora de 2024, también me gusta mucho. Es difícil escoger una sola, cada una tiene su valor y belleza.
No siempre son conscientes. Me encontré con pocos que realmente tienen una conciencia literaria de su obra. Es como si fuera natural para ellos resignificar lo que ven y sienten a través de construcciones metafóricas. La metáfora es el recurso literario más utilizado en mi estudio, junto con las anáforas, que aportan musicalidad y refuerzan las imágenes.
Sin embargo, la mayoría tiene más bien una conciencia rítmica, musical y estética. A veces esto puede llevar a repeticiones, y es algo que dejo abierto en el libro para la reflexión: ¿se necesita más formación? ¿Las realidades han cambiado y es más difícil resignificar? ¿Influye la línea editorial del festival? Son preguntas que quedan abiertas para el debate.
Las primeras canciones hablaban de cosas muy locales y requerían conocimiento de la región. Después del año 2000, con la mediatización del festival, las canciones empezaron a tratar más sobre sentimientos universales con los que cualquiera puede identificarse, en lugar de hechos o eventos locales.
Como todo, hay una evolución que responde a los contextos y cambios sociales, culturales e históricos. Sin embargo, si queremos preservar lo tradicional, la canción debería ser más narrativa y enfocada en valores de identidad y cultura. Al alejarse de lo local y lo folclórico, nos distanciamos del vallenato raizal que se pretende salvaguardar. No sé si es en detrimento, pero sí es una canción diferente que responde a la época actual.
Puede ser útil distinguir entre una categoría muy apegada a lo tradicional y otra más abierta, que permita expresar sentimientos universales y no necesariamente ligados a la tradición o la cotidianidad local.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN