Con una amplia sonrisa y unos ojos desencajados que desprendían alegría y esperanza, Ronald Castillejo, vicepresidente del Concejo de Valledupar, relató las experiencias que más han marcado su vida. Este vallenato que ha quedado a la merced de un acompañante del que no se puede despedir como lo es el condensador respiratorio que le permite seguir pasando tiempo con su adorada hija de cinco años, lucha ferozmente contra las secuelas de un covid-19 que llegó a su vida el 15 de agosto para arrebatarle todo, excepto la fe.
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En la comodidad de la sala de su casa, ubicada en el barrio San Joaquín de la ciudad de Valledupar, cuando se le preguntó si en algún momento había pensado que moriría durante los tres meses que estuvo en la Unidad de Cuidados Intensivos, UCI, de la Unidad Pediátrica Simón Bolívar, aseguró que aunque la covid-19 “golpeó” su vida de manera “fuerte” no perdió las esperanzas en continuar siendo aquel servidor público que a principios del año 2020 inició con el propósito de hacer de la capital del Cesar un lugar mejor.
Las dificultades para hablar y las pausas para respirar a través del condensador respiratorio no fueron impedimentos para que Castillejo expresara con galantería y mesura todo el proceso que vivió desde que el 15 de agosto que fue diagnosticado con el virus de la covid-19.
La travesía que emprendió parecida a la de los personajes de la Biblia, que como fiel cristiano lee, estuvo acompañada de mucho sufrimiento emocional y físico por parte de él y su familia. Al preguntarle sobre lo más doloroso que tuvo que afrontar durante los tres meses que estuvo en la UCI, su voz maltratada por la enfermedad se quebró: “Lo más difícil fue no ver a mi hija de cinco años”. Manifestó con tristeza que el tiempo alejado de su hija fue la prueba más dura que tuvo que soportar porque ella es el regalo que le dejó su esposa que fue asesinada con un arma de fuego en el 2017 en medio de un asalto.
Ante la pregunta de su posible muerte a manos de este cruel virus, dijo: “Nunca llegué a pensar que moriría. Me mantuve firme con la convicción de que está era una prueba más del señor en la que debía tener fortaleza y seguir adelante”, expresó este vallenato graduado en Microbiología de la Universidad Popular del Cesar, quien desde temprana edad tuvo esa vocación por la corriente política, lo que lo llevó a especializarse en Gerencia en Gobierno y Gestión Pública en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá.
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Se acomodó en una mesedora color blanco vistiendo una pantaloneta gris y un suéter azul turquí, relatando que como fiel creyente de Dios veía que todas las dificultades que atravesaba su salud a raíz de este virus fueron pruebas que se le impusieron para continuar su vida con mayor fe y humildad, así como para ser a través de su cargo un objeto de cambio para la sociedad vallenata.
“Cuando me recupere completamente volveré a ejercer mis funciones como concejal de Valledupar para seguir velando por las políticas y por un mejor futuro para la habitantes de esta ciudad”, comentó con una amplia sonrisa que ni los tubos alrededor de su rostro y dentro de su nariz pudieron opacar.
EL COVID-19 VS UN GIGANTE
Castillejo recordó con un ligero orgullo en su voz que el 15 de agosto del presente año fue diagnosticado con el virus de la covid-19 y que a la fecha pudo ganarle la batalla a una enfermedad que ha cobrado la vida de 985 personas en el departamento del Cesar. Como una ‘serpiente sigilosa’ este virus tomo posesión del cuerpo de Castillejo.
“Los primeros síntomas que tuve fue fiebre y dolencias en el cuerpo. Me desplacé a la Unidad de Urgencias de Salud Total, donde fui remitido a la Unidad Pediátrica Simón Bolívar. Estuve tres meses en la UCI, donde bajé 30 kilos y volvía a mi casa con un condensador respiratorio”, expresó en referente a la forma en la que el virus atacó su sistema inmunológico y las secuelas con las que actualmente tiene lidiar a diario desde que fue dado de alta el pasado 20 de noviembre.
Su cuerpo delgado y su rostro un tanto calavérico evidencia la forma tan abrupta en la que bajo aceleradamente de peso. A pesar de este cambio tan repentino en su físico que hasta le provocó dificultades para hablar y caminar, Castillejo no pierde esa sonrisa de acero característica de su personalidad para pararse firme aunque sus piernas tiemblen frente a los desafíos de la vida.
UNA FAMILIA UNIDA
Recordó con tristeza que esta no ha sido la única prueba que ha superado. “En el 2017 mi esposa fue asesinada en medio de un asalto. Estaba embarazada de cinco meses y fue un golpe muy duro para mí. Pero Dios me dio la fortaleza para seguir adelante y criar a mi hija de cinco años”, aseveró.
La resiliencia de este concejal no parece tener límites porque después de la pérdida de su esposa Yisney Pedroza y su contagio con el virus, su madre Luz Marina de la Hoz falleció el pasado 22 de diciembre de un paro cardiaco. “Afronté la perdida de mi madre la semana pasada con la misma fuerza y confianza en Dios con la que salí adelante después de la muerte de mi esposa y durante esta enfermedad”.
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La semblanza es una de las principales virtudes de este servidor público que se desvive por su amor al servicio y su familia. Laura Torres, novia del concejal desde hace más de un año, a su lado expresó: “Recibimos mucho apoyo por parte de los entes municipales, la comunidad, el personal médico y demás personas que se enteraron del estado de Ronald. Fue una experiencia difícil, pero nos sentimos muy acompañados y siempre con la confianza en Dios cuando orábamos”, manifestó esta docente de la institución educativa Casd, sede Mixta número 4.
La compañera del concejal de Valledupar relató que fue muy difícil para ella y la infante de cinco años las primeras semanas en las que Ronald estaba internado, pero mantuvieron la fe y ahora de manera rigurosa va con él a las terapias respiratorias, de lenguaje, físicas, entre otras para que paulatinamente pueda recuperar sus capacidades al 100 %.
Son muchos los cuidados que debe tener Castillejo como no salir con frecuencia, no recibir visitas, una dieta especifica y balanceada con todos los nutrientes debido a su condición y tomar sin falta sus cinco medicamentos diarios recetados por el médico tratante.
A pesar de que el esfuerzo que debe depositar en su recuperación es demandante, la sonrisa en su rostro no se desvanece porque cree firmemente que volverá de nuevo a ocupar esa silla en el Concejo de Valledupar para “prestar sus conocimientos a la sociedad con la ayuda de Dios”, con la fortaleza de un guerrero vallenato digno de admirar.
Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.