Por: Andrés Quintero Olmos
¿Qué significa desarrollo en una región donde la mayoría de los caseríos no tienen agua potable? “Pues agua potable”, responde, de manera irónica y redundante, un compadre, de esos que hay tantos por el Cesar. Y sigue la preguntadera: ¿Y por qué los políticos cesarenses no lo han hecho?. “Porque los políticos cesarenses son como los congresistas colombianos o peores: están más pendientes de sus intereses propios que de los intereses generales…y el escándalo de la reforma a la justicia es sólo la punta del iceberg de esa sinvergüencería”.
¿Pero, por qué los elegimos entonces? El compadre se me va de la rabia por la obviedad de la pregunta y me deja hablando solo y, justo antes de desaparecer del paisaje, me grita maliciosamente desde el espejismo de mi miopía: “¡Para que en este país de perros tengamos comida de perro! ¿Acaso no lo sabías?”.
A través de mis escritos he querido advertir en varias oportunidades que nuestro subdesarrollo regional se debe en gran parte a la incapacidad intelectual de nuestros gobernantes y a sus apetitos corruptivos, porque en el Cesar –para no decir en Colombia- la política es un negocio fructífero. Esa es nuestra filosofía y situación presente, y los que intentan hacer política diferentemente son vistos como ingenuos.
En otras ocasiones, he querido interrogar directamente a nuestros políticos regionales, sobre todo a nuestros congresistas cesarenses, para que respondieran frente a su inactividad manifiesta en el Congreso. Sin embargo, mis columnas nunca han tenido eco ni respuesta alguna por sus partes. Me fusilaron con la arma de fuego más destrozadora que hay en mi región: con soledad macondiana. ¡Qué tupé!
Lo triste es que en democracia, la culpa de cualquier subdesarrollo la tiene el pueblo: el día que votemos por gobernantes con talante emprendedor, probidad y consciencia de la internacionalización de la economía regional, sólo ese día, saldremos de nuestra pobreza endémica.
Siento que me repito, siento que escribir en la prensa no es más que un trabajo sicológico que me permite deshacerme de mis frustraciones frente a la política cesarense o, mejor dicho, colombiana. A veces me pregunto si todo esto vale la pena; pareciera que todo el mundo está contento con la situación actual, con este lucro que da la politiquería. ¡La reforma a la justicia fue nuestra prosperidad! Ilustración perfecta del descaro y descoco de nuestros políticos.
Sin embargo, gracias a Allah, el rol de la prensa es cada vez mayor y su rol social es cada vez más indispensable; el país parece estar en alerta ante cualquier abuso de poder. ¿Ilusión mediática? Seguramente. Umberto Eco sostiene que es necesario encontrar “un enemigo para darle al pueblo una esperanza”. ¿Pero cuál será nuestro enemigo? ¿Los Congresistas? ¿La Constitución del 91? ¿La guerrilla? ¿La mano negra o la invisible? ¡No! Más bien, retomemos a Bolívar: “Cada colombiano es un país enemigo” ¡Oui! ¡Esa es compadre! ¿Acaso no lo sabías?