Cuando papá grabó su primer acetato, aún vivía con mi mamá. Ella contaba que un día, cuando él trabajaba como jornalero en terrenos de uno de mis tíos, mirando al sol y teniendo un machete en sus manos, dijo: “¡Llegó la hora de Abel Antonio, no trabajo más en esta porquería!”. Se fue para Santa Inés, a donde mamá, y le dijo: “Cande, esta no es la vida que yo quiero”. Quien narraba esta historia era Martín Villa Anaya, el hijo mayor del juglar.
Abel Antonio grabó su primer acetato en 1944, un 78 rpm que contenía la puya Mi negra y el paseo-son Catalina. Lo hizo en Foto Velasco, de Barranquilla, y fue prensado por el sello Odeón, en Chile. De este hecho significativo, el juglar decía: “Después de haber salido de Santa Inés”.
“Cuando le cambié la yegua Nati por un acordeón a Luis Enrique, regresé por vuelta de Fundación, y tomé rumbo a Barranquilla. Llegando a Suan me quedé parrandeando. Al día siguiente seguí para Barranquilla, donde hice algunos toques en el mercado a unos amigos de (Rosario de) Chengue y de Punta de Piedras, que me recogían cincuenta centavos o un peso. Un día pasó José Vergara en su camioneta, y al escucharme, me habló de hacer unas grabaciones”.
La semana siguiente fueron a Foto Velasco, de propiedad del venezolano Emigdio Velasco, ubicada en el centro de Barranquilla, y allí comenzaron a trabajar en la grabación. De ese hecho recordaba el acordeonero que, al llegar, no sabía lo que iban a hacer, de modo que se sorprendió al ver a un hombre con unos audífonos puestos y unas grabadoras portátiles a las que les conectaban diferentes cables y unos audífonos para escuchar. Solo había un micrófono y no había técnicos de sonido.
La grabación no era un hecho casual. Villa había sido presentado en otras oportunidades en un programa transmitido desde el radioteatro de Radio Tropical, lo que le permitió ser conocido en Barranquilla. Sobre estas relaciones, Pacho Rada señalaba que fue quien lo recomendó con Ángel María Camacho y Cano, el director y locutor del programa, donde él también antes había participado.
Fue Camacho y Cano quien acompañó a Pacho Rada en La Voz de la Víctor, para la grabación de un acetato que contenía el son ‘El botón de oro’ y la gaita ‘La sabrosita’. Sin embargo, como lo admitía el acordeonista, la grabadora no funcionó bien y el trabajo resultó defectuoso. Después de arreglada, fue utilizada por Abel Antonio para grabar su acetato que, por el número prensado y por la promoción radial, es considerado como el primero en ser comercializado.
A Emigdio Velasco, agente del sello Odeón en Barranquilla, debió motivarlo las interpretaciones del acordeón que había hecho Pacho Rada en el radioteatro de su emisora, La voz de La Víctor y, quizá, la posibilidad de hacer de esta música un éxito como para entonces lo era el tango; aire interpretado con instrumentos de viento, fuelles y lengüetas. No olvidemos que, pese a que esta casa disquera era francesa, tenía en Argentina su principal matriz en América Latina, aunque en Chile se prensaban acetatos.
Pero pese al interés de Velasco, la empresa solo prensó un número pequeño de acetatos, en lo que pudo primar que las canciones grabadas, conocidas como música del Magdalena Grande, carecían de importancia comercial al ser solamente conocidas en el área rural del ese departamento. Sin embargo, por la cantidad que hicieron tuvo mayor difusión en las emisoras de Barranquilla y en algunos lugares del Caribe colombiano, que lo grabado por Rada, pues su producción en 1937 fue de un acetato que solo se escuchó en el programa de Camacho y Cano.
Abel Antonio hizo de la grabación y la comercialización un hecho histórico, lo que mencionó en algunas de sus canciones. En una de ellas, ‘No he perdido mi fama’, lo hace:
Con mi nota tan sonora.
Ahora les pregunto yo.
¿Quién fue el primero que grabó?
En todas las emisoras.
Guillermo Buitrago acompañó con su guitarra a Abel Antonio en la primera grabación. El primero, debido a su intenso trabajo musical y a su participación en un programa radial de gran audiencia, cada vez era más trascendental su presencia artística y el reconocimiento que obtenía por su capacidad musical. Para entonces, este artista cienaguero tenía mucha importancia en el ambiente cultural de Barranquilla, de modo que su presencia en los estudios de grabación acompañando a Abel Antonio hizo notoria la producción musical del juglar Villa. De ahí que este nunca olvidara la influencia que Buitrago tuvo en su vida musical, y de quien señaló: “Por su carisma, por su capacidad interpretativa de la guitarra, para mí Buitrago era todo. Cuando salí de Santa Inés, al llegar a Barranquilla, me encontré con que tenía un programa en Emisora Atlántico, me le acerqué y me abrió las puertas de su programa. Nos hicimos amigos, cantó ‘La muerte de Abel Antonio’ y me acompañó en ese paseo que hice que se llamó ‘La locura de las mujeres’”.
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Según un catálogo de producción musical del sello Odeón, publicado en 1949, estos grabaron en 1944, o quizá en 1945, las siguientes canciones: Pobre negra mía, Las cosas de las mujeres, Conciencia de las mujeres, El negro caminante, Mis cinco noches de velorio y La mujer es una nave. Relación que mantuvieron en Discos Fuentes de Cartagena, al que pertenecieron, y donde el guitarrista intervino en los temas musicales: La culebra verrugosa, Ana María, La conciencia de las mujeres, El lorito, El amor de Zoila y Ana María. Además, El pleito, La palomita y Benedita, siendo el más destacado El ramillete, de la autoría de José Antonio Serna.
Sin embargo, según un inventario del sello Odeón, quien grabó antes que Abel Antonio fue el acordeonista José Miguel Cuesta, nacido en Soledad, Atlántico. Su conjunto musical se denominaba El Alacrán, con el que produjo, en 1944, El acordeón de Cuesta. También llevó a las grabaciones la cumbia El pescador, en compañía de José Benito Barros, en 1945. Sin embargo, su producción musical no tuvo trascendencia comercial.
El investigador Ángel Massiris Cabezas afirma, con información documental, que los primeros en grabar música con acordeón fueron músicos del interior del país que componían el cuarteto Don Pablo y el grupo Carrasco. El primero, dirigido por Pablo Baquero, cantante y acordeonero, y quienes grabaron doce canciones para la RCA Víctor. El segundo, dirigido por Ramón Carrasco, lo hizo para la misma compañía discográfica. Llevaron al acetato pasillos y bambucos a la usanza de lo que interpretaban los grupos que en la costa Caribe nuestra denominaron Colitas, de lo que también tocaban los acordeoneros, incluyendo a Abel Antonio, teniendo como modelo al repertorio de las bandas de viento.
Abel Antonio no solo fue el primero en grabar comercialmente, sino también en interpretar los cuatro aires en los que ha sido delimitado el vallenato. Lo hizo con el sello Odeón en las siguientes canciones: el paseo, Las cosas de las mujeres, la puya, Mi morenita, el merengue, Mi recorrido. El paseo es Catalina; mientras que, con Fuentes, el son Dicen que las brujas vuelan. Además, el porro La pobre negra mía, como se desprende de la información suministrada por el catálogo de la misma discografía que data de 1949. En ese mismo documento se identifica al tema musical El negro caminante como un paseo chombo, mientras que a Río Ariguaní lo clasifican como aire Magdalenense.
OTRAS GRABACIONES
El juglar grabó algunos acetatos, en 1948, en la grabadora de José María Granados, conocido como “El Che”, en Barranquilla, lo hizo en compañía del conjunto del guitarrista Julio Bovea. Entre ellas la canción La democracia, un son de Pacho Rada, interpretado en tono menor que no fue comercial. “El Che” no tenía una productora musical, su actividad era la de escuchar músicos y sugerirle a Discos Fuentes, los que creía podían vincularse con esa casa disquera. En ese lugar se reunían los juglares que, de manera espontánea, grababan discos que no eran vendidos ni promovidos en las emisoras.
Fallecido Buitrago, “Toño” Fuentes hizo de Abel Antonio su más importante producto musical para el Caribe colombiano, lo que se tradujo en unas relaciones cercanas, que mantenía, incluso, a través de correspondencia cuando el primero se encontraba en Estados Unidos. Relaciones comerciales que decayeron en la medida que otros géneros musicales del Caribe, especialmente la cumbia, el porro, se volvieron comerciales tras ser interpretados por orquestas como la de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Antonio María Peñaloza, Los Hermanos Martelo, Clímaco Sarmiento y Manuel Villanueva, entre otros
Abel Antonio, después de desvincularse de Fuentes, hizo parte del sello Atlantic de Barranquilla, lo que debió suceder a finales del año cuarenta y nueve o principios de los cincuenta, grabando canciones como: Cosecha de arroz y Sé que tienes marido, María Sofía e Isabelita. Esta casa disquera posteriormente creó el sello Popular para música del Magdalena grande y de la región Caribe, en la que grabó el paseo Deje que te cante, y el merengue Aterrizaje a Chibolo. Después regresó a Fuentes, que, para entonces, era la casa disquera más importante de Colombia.
En los años sesenta se vinculó con el sello Vergara de Bogotá y grabó el disco de larga duración Consuélame Corazón y Otros Éxitos, así como varios sencillos, entre ellos Soy el mismo fulgor. De sus grabaciones y la intensidad como lo hizo, dijo el juglar: “… Duré ocho años grabando, cada diez días, cada mes, no le puedo asegurar cuántas canciones, porque todavía sigo haciendo música”.
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Con la comercialización del vallenato se produjo la exclusión de los juglares de las grabaciones promovidas por las principales casas disqueras, Codiscos y CBC. La música de estos no era un producto apetecido por los consumidores, cuyo gusto había sido moldeado por las disqueras y la radio. Eran los años setenta y el sustento de los juglares: Andrés Landero, Abel Antonio, Luis Enrique Martínez, Alejo Durán, Juancho Polo Valencia, Pacho Rada, Emiliano Zuleta Baquero, dependían fundamentalmente de las parrandas.
Estos juglares continuaron grabando en casas disqueras sin el pulso económico de Codiscos y la CBC, aunque esta última en 1985 grabó una larga duración llamado Clásicos del Vallenato, en el que participaron, además de Abel Antonio, los acordeoneros Luis Enrique Martínez y Emiliano Zuleta Baquero.
Abel Antonio volvió a grabar con Fuentes, quien, para entonces, tenía en Los Corraleros de Majagual, Fruco y sus Tesos, y otras agrupaciones sus productos más importantes. También lo hizo con Philips Polydor y Fontana, Audiovisuales de América Ltda. Discos Eva, Sello Vergara, Música Domus Libri discos, FM Vallenato, y unas auspiciadas por él. Pero pese a que estas disqueras no estaban entre las dominantes del mercado del vallenato, de estas producciones musicales se destacaron algunas canciones que se transformaron en éxitos. Logros que fueron obtenidos por su capacidad interpretativa más que por sus relaciones comerciales con locutores y directores de medios de difusión radial.
Fue Alfredo Gutiérrez quien tomó la iniciativa de grabar varios discos de larga duración con Abel Antonio y Luis Enrique Martínez, para el sello Codiscos. Aunque Abel Antonio grabó, para esa disquera, el disco de larga duración titulado Recógete, en 1971. A lado de Alfredo fueron tres, el primero en ese mismo año y se llamó Tres Grandes del Acordeón Volumen uno, en el que Abel Antonio interpretó dos canciones. En esa misma anualidad lanzaron el volumen dos y los temas fueron: Mosaico del carnaval, El resucitado y No lo creía de ti. En ese mismo año Para 1972 apareció el tercer larga duración que se llama Grandes Reyes del Vallenato, volumen uno.
Su última producción musical fue en 2019, trece años después de su muerte, producida por Vibra Music. Son catorce canciones, en su mayoría éxitos que había logrado a lo largo de su carrera musical.
Referencia Bibliográfica: Rojano Álvaro y Oñate Julio. (2021). Abel Antonio Villa, El padre del acordeón.
Por: Álvaro Rojano Osorio.