Hoy, me decepciona Zuluaga. Es inseguro y me preocupa su indecisión e inclusive la solidez de su formación académica, pregonada por sus seguidores como una de sus fortalezas. Encuentro plano su programa de gobierno, lleno de buenas intenciones, pero sin coherencia. Parece un estudiante universitario en décimo semestre preparando su tesis de grado con un rosario de propuestas color rosa, elaborado y reajustado de prisa por sus asesores. Luego, Oscar Iván repite su proyecto en los auditorios sin convicción y evidente nerviosismo. Está visualizando a Colombia convertida en la Suiza de América Latina en solo cuatro años de su Gobierno, lo cual me parece bien.
Lo encuentro y lo escucho como un experto en generalidades socioeconómicas y un campeón de las verdades a medias manejando cifras para maquillar sus intenciones y diseñar estrategias, posiblemente preparadas por su tutor inseparable, el verdadero zorro.
Zuluaga se asemeja a “un mar inmenso con un centímetro de profundidad”. Cómo hacemos para que entienda que en Colombia, de alguna manera, todos somos víctimas que miramos a la paz como un proceso irreversible lleno de esperanzas ciertas. Para construir una paz sólida y duradera se necesita credibilidad, ser audaz y tolerante, pero sobre todo se requiere tener mucho valor.
Como existe la posibilidad aritmética, en un país sin memoria, que Zuluaga pueda llegar a la Presidencia de Colombia, votaré por Santos porque no queremos la perpetuidad de su tutor en el poder, lo cual sería nefasto para nuestro país. Volveríamos al pasado con espejo retrovisor, falsos positivos, chuzadas, montajes, concentración de poder, irrespeto a las instituciones y un etcétera largo, además de los conocidos infantilismos insoportables cargados de huesitos, huevitos y articulitos para jugar parqués con nuestra constitución. Y el todo vale es una expectativa cruel que estaría al alcance de sus manos.
Los colombianos debemos darle una oportunidad a la paz y un camino a la democracia. Estamos muy ansiosos por ver nacer una nueva generación de hijos de la paz. El reconocimiento de las víctimas es un paso clave y trascendental para la paz y ellos estarán en el centro del proceso donde serán escuchados. Hoy, la guerrilla entiende que no hay una salida diferente a la negociación.
Entendemos que para un guerrerista es muy difícil hablar de paz. Doctor Zuluaga, usted tiene la posibilidad de ser presidente de Colombia, piense muy bien su decisión para no quedar en la historia como el sepulturero de la paz. ¿Será que Zuluaga es el pollo para administrar a este complejo país?