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Vida de perros

Yo vivo confundido con tantas vainas raras que pasan ahora respecto al comportamiento de nosotros los humanos y he pensado mucho en el trato que ahora les dan a los animales, que son más importantes que Papá Chú.
Qué tanta vaina con los caballos cocheros de Cartagena, si para eso son esos animales, desde cuando aparecieron en la faz de la tierra: para montarlos en largas jornadas como lo hacia Simón Bolívar que se encarapitaba en ‘El Palomo’ e iba a dar a Quito o en carreras con jugosas apuestas en donde no importa que les dé un infarto o fuertes torzones, que se maten, pero que ganen o en el juego de Polo Ecuestre, en el hay que relevarlos cada siete minutos por el esfuerzo al que son sometidos o el de saltos, donde los he visto caer muertos por el gran sacrificio que hacen para saltar.
Pero como esos son juegos de ricos, nadie dice nada. Figúrense que el promedio de vida de estos animales es de la mitad de lo que normalmente ellos duran; para eso son esos animales, para utilizarlos y después en algunos países sacrificarlos para comer su deliciosa carne, pues son muy bien mantenidos. Agradezcan que aquí no comemos su carne legalmente, porque en forma engañosa la consumimos asada, frita y en embutidos y un poco menos en guisos y sancochos, porque ahí es fácilmente reconocida por la espuma blanca y babosa que la identifica.
Lo que hay que hacer es exigirle a los cocheros de Cartagena, que no deben desaparecer y a los carromuleros, que sí deben desaparecer, que destinen siquiera el 10 % de sus ingresos para comprarles una buena ración de panela, maíz y paja para que estén gordos y brillantes y no como se ven aquí en el Valle, donde sus propietarios después de la jornada se juegan, mujerean y se beben la platica y sus caballos se parecen a Rocinante, que ya ustedes saben de quien era, porque me imagino que han leído u oído algo del Quijote.
Así es con los perros y gatos, ya quisieran muchos humanos vivir con las comodidades de ellos, tienen clínicas médicas y dentales, hoteles de cinco estrellas, clubes, sitios de recreación, gimnasios, peluqueros y manicuristas, ropas especiales y hay quien se atreva a darle un golpe o patada y ya ven lo que pasa en la ciénaga de Zapatosa, donde un tal Pato Cuervo está acabando con los pescao y no los matan porque no se puede atentar contra ellos, cuando lo que hay que hacer es darles plomo para acabarlos por dañinos ¡Habrase visto! La frase “Vida de Perros” o “Mísero Can” desapareció y hoy ellos viven mejor que cualquier ser humano.

Es hora de dejar de proteger tanto a los animales, atenderlos sí, y comenzar una gran campaña para acabar con los indigentes, pordioseros y con tanta gente con hambre que deambulan por nuestras calles.
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Jose_Aponte_Martinez: