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¿El mejor gobernador?

Por estos días le hacemos balances a todo, evaluamos desde los propósitos personales que cumplimos en partes cada día del año que agoniza, hasta las frustraciones que en su momento fueron esperanzadores sueños, capaces de motivar esa permanente lucha contra las adversidades que le dan sabor a la vida. La gestión de los mandatarios de turno no podía ser la excepción.

Nuestras autoridades se hicieron notar. El alcalde de Valledupar, mi amigo Fredys Miguel Socarrás Reales, a pesar de su sumisión con el gobierno nacional y sobreactuada ponderación de las dadivas de éste, en inequitativa contraprestación al saqueo de las regalías del carbón, registra una imagen tan deteriorada que llega a niveles preocupantes. Ojalá se pueda recuperar en una revolución de pequeñas cosas y el reconocimiento al saneamiento fiscal pueda capitalizar la valentía política de orientar a la ciudad por la reestructuración de sus pasivos.

Por su parte el señor gobernador Luis Alberto Monsalvo Gnecco, a pesar de que las críticas a su gobierno son tan sonoras como los elogios mediáticos, corre con mejor suerte porque es comparado con un gobierno anterior negado a la inversión en infraestructura física, así los proyectos de verdadero impacto que hoy maltrechamente se están ejecutando vengan de esa época. Por eso con el sambenito de que ‘al menos éste está haciendo algo’, logran que los aislados aplausos sean capitalizados hábilmente por subjetivas e indescifrables encuestas como la del Centro Nacional de Consultoría, que lo premió con un 86% de popularidad en agosto o la de la firma Cifras y Conceptos, en la que curiosamente pasó del penúltimo lugar el año pasado, al segundo puesto en este sondeo, como si el rosario de obras inconclusas hicieran parte de una reciente transformación social liderada desde la Gobernación.

La difusión es cosa de carpintería, no importa que objetivamente el Índice Departamental de Competitividad aplicado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, lo clasifique en el lugar 18 entre 22 departamentos o que en el Índice de Gobierno Abierto (IGA), elaborado por la Procuraduría General de la Nación para identificar las prácticas que facilitan la corrupción, haya saltado del puesto quinto al 27 entre 32 gobernadores o que ni siquiera aparezca en el reconocimiento del programa Colombia Líder a los mandatarios que lograron experiencias exitosas en superación de la pobreza extrema.

Reflexiono. Si los indicadores de salud son una vergüenza, si el Hospital Rosario Pumarejo de López está ad portas de un cierre por anti gestión del mandatario, si las empresas constructoras cesarenses son desplazadas por foráneas, si los aliados políticos son ignorados para suplir vacantes en el gabinete, si las metas del Plan de Desarrollo son un saludo a la bandera, si las pruebas Saber hacen homenaje al sub desarrollo académico, si inclusive los diputados y secretarios tienen vedada la entrada al despacho del jefe, etc. etc. etc. y aún nos quieren convencer de que tenemos al mejor gobernador; me pregunto entonces, ¿qué esperanzas tendrá el departamento que tiene al peor?

amaraujo3@hotmail.com
@antoniomariaA

Antonio_Maria_Araujo: