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Valoración de la formación profesional

Los seres humanos, los animales y las plantas cumplen un ciclo rutinario que es nacer, crecer, desarrollarse y morir, por fortuna solo los humanos tenemos el privilegio de potenciar nuestro conocimiento gracias al raciocinio. En éste orden de ideas, el proceso evolutivo de estos últimos se focaliza a partir de los estudios primarios, secundarios y finalmente la formación profesional, para algunos con mayor oportunidad de especializaciones, maestrías, doctorados. Sin embargo, estos al obtener su respectivo título se enfrentan a una cruda realidad, la carencia de fuentes de trabajo. ¿De qué sirve ser profesional con especializaciones y maestrías hoy en esta sociedad?

Estudiar, sin lugar a dudas, dignifica al ser humano, lo moldea, le brinda otras perspectivas, pero desgraciadamente el máximo generador de empleo es el Estado y la verdad es que no hay vacantes para tanta gente. Esta es la razón por la cual en cualquier municipio apartado de las capitales, los jóvenes profesionales opten por quedarse en las metrópolis y no volver a sus terruños y para replay, quienes han saboreado la mermelada de la burocracia, quieren perpetuarse en cargos públicos; de allí que quien ha sido concejal, diputado, alcalde, gobernador quiere volver a serlo y morir en el puesto.

En cumplimento a esta formulación de ideas, pretendo trazar una hoja de ruta para buscar salidas progresivas, sopesar diferencias, semejanzas y enfoques para definir posibles vías y propuestas factibles a seguir. Lo importante es acudir a superiores estrategias, ir tras validos criterios de reflexión que permitan mejorar la estructura sociopolítica del país. Este enunciado da pie para entender el por qué en Colombia los funcionarios que ostentan diferentes roles no son los mejores, ni los más eficaces; se nota a simple vista; los cargos de mayor trascendencia los ocupan cuotas burocráticas de los gamonales políticos; por ello abriendo un paréntesis de optimismo, debemos generar un criterio de pensamiento genuino y transformador de la realidad social. Para ilustrar un ejemplo destacamos aquel joven que con esfuerzo se hizo abogado, pero lo vemos convertido en un profesor de primaria. ¿Esto qué es? Pero es la realidad o el brillante médico, sociólogo, economista trabajando como dependiente en una EPS, por decir algo. Lo correcto e ideal sería que quien estudia derecho ejerza a cabalidad su profesión y así las diferentes profesiones.

Es fundamental retratarnos en nuestra identidad; determinar la necesidad y orientación de nuestro proceso de formación sobre el diagnostico, alternativas afines; en otras palabras, fundamentar salidas, propósitos que nos permitan aspiraciones superiores, que potencien el ser, el hacer y el qué hacer.

El mundo es la cosmovisión que encontramos en un escenario diverso, no limitado, una visión integral. El conocimiento es movilizar la participación colectiva de lo que a diario percibimos en otros lares; también es apelar al concierto de significados. El verdadero proceso de formación profesional y desempeño de manera íntegra, honesta, nos da pertenencia, autoestima y seguridad y nos proyecta a convertirnos en seres superiores en materia académica e intelectual. Llegó el momento de encontrar un punto de equilibrio y valorar la formación profesional.

Por Jairo Franco Salas

jairofrancos@hotmail.com

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