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Necesitamos una cruzada ante la crisis moral

Sin lugar a dudas es grave la crisis ética y de valores que sufre el país. Hemos llegado a un punto en el cual, según varias encuestas, los partidos políticos tienen peor opinión que las Farc. La mayoría de nuestras instituciones le generan hoy muy poca confianza al ciudadano común y corriente que piensa que todo el Estado está podrido y todos los funcionarios públicos son corruptos.

Esa generalización es injusta y la misma genera desconfianza y le resta legitimidad al Estado, en muchos frentes. No obstante, creo que lo primero que hay que advertir es que la situación no es nueva; el problema del clientelismo del Estado colombiano es histórico, en su última etapa viene desde el Frente Nacional; y mucho antes era visto como un botín al que había que repartirse; hay quienes afirman que es parte de nuestra herencia española.

El soborno y la mordida también son viejos y es una costumbre de toda América Latina; lo que sucede es que el conflicto armado con las Farc y en general la violencia política no nos dejaba ver bien esa crisis moral de nuestra sociedad. El sector privado también es partícipe y promotor de esa corrupción del Estado a todos los niveles: cuando un ciudadano paga por agilizar un trámite o un empresario por un negocio, están fomentando la corrupción.

Hace varios meses el diario EL PILÓN realizó un foro muy interesante sobre el problema de la corrupción en el país y en el Cesar. Los conferencistas centrales fueron el Contralor General de la República, Edgardo Maya V, una directiva de la Fundación Transparencia por Colombia y varios voceros de veedurías ciudadanas.

La presentación de la funcionaria de Transparencia por Colombia fue muy didáctica y mostró mapas de riesgo, advirtió sobre el tema de la financiación de las campañas y de la necesidad de trabajar por una mayor transparencia y una cultura de la rendición de cuentas. El Contralor General, por su parte, se salió del libreto y ratificó su preocupación por lo que ha encontrado en las finanzas nacionales y territoriales y los grandes temas de la corrupción en el país, en ese momento: Reficar, los programas de alimentación escolar, la contratación de infraestructura, etc. Aún no se había descubierto la magnitud de Odebrecht…

Coincido con el Señor Contralor General en que no hay recetas únicas y mucho menos mágicas. Sin duda hay un tema de instituciones, de normas, de controles, sanciones, pesos y contrapesos. Pero a esas instituciones las manejan la gente y como persona vinculada a la educación, considero que desde este sector es mucho lo que se puede y debe hacer.

Necesitamos con urgencia una gran cruzada por la recuperación de la ética, la moral y los valores. Como sociedad tenemos que superar la cultura del dinero fácil que nos dejó el narcotráfico.

Tenemos derecho a soñar con una sociedad nueva, donde el dinero sea producto del trabajo duro y honrado y no de la cultura del enriquecimiento fácil. Si se puede y se debe enseñar la ética a todos los niveles educativos: desde la primaria, pasando por el bachillerato y la educación superior. Además, que la ética sea una conducta implícita en el mundo laboral, en general, y vigilada por toda la sociedad civil, como sucede en varios países de Europa.

Por Carlos A. Maestre Maya.

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