Una educación basada en más ciencia puede ser el antídoto para las graves amenazas que enfrenta el mundo por cuenta del cambio climático, las guerras y conflictos, las desigualdades, la negación de la ciencia, el menoscabo de la democracia, la falta de derechos humanos, en fin.
Vacunar a nuestros estudiantes contra el populismo, el alarmismo y la desinformación debe ser una tarea de verdaderos maestros, una tendencia y un predicamento viral para que la población no sea presa fácil de la manipulación, el engaño y los cantos de sirena.
Contrarrestar el racismo, el extremismo, el desamor que genera violencia, y la intolerancia, es otro de los paradigmas inaplazables, temas que hoy son abordados en Cumbres de docentes del Premio Nobel, que han demostrado que las ideas brillantes, la ciencia, la compasión y el trabajo duro pueden mejorar el mundo.
Las conferencias internacionales en línea están a la orden del día en el portal www.nobelprize.org, de alto valor para concientizar a la sociedad civil y alertar a la comunidad en general para no caer en tanto absurdo y estupidez.
Infodemia es la desinformación de la pandemia del coronavirus, lo que equivale a atentar contra la salud y la vida. Y pensar que sobran teorías conspirativas que apuntan a desacreditar la vacuna a la que han sobrevivido millones de inoculados, pero juzgan su efectividad tras el deceso de una veintena de ancianos frágiles, con comorbilidades y mayores de 80 años, muertes que asocian con la vacuna de Pfizer-BioNTech.
Es mejor creerle a la ciencia, a los expertos, y no a los charlatanes, eso sí tener a metros a los incrédulos, franja de mayor riesgo, que representa el 60 % de la población, que no cree en el covid-19 y se va de rumba, pese a que la mayor evidencia o prueba son las decenas de miles de muertes a nivel mundial.
Como toda vacuna, las reacciones son normales, en algunos casos sobrevienen efectos secundarios, algo de fiebre y malestar y un poco de dolor en el sitio de la inyección, explica el bioquímico y experto en Salud Pública, Moisés Wasserman, lo que dista del alarmismo basado en el supuesto implante de un microchip en la vacuna para esterilizar y diezmar a la población.
Hay que felicitar a la ciencia, la tecnología y la Organización Mundial de la Salud, que en un tiempo récord de 10 meses logra una vacuna capaz de aumentar la inmunidad general y derrotar el coronavirus, proceso que en el pasado tardó hasta 32 años, como lo explica el descubrimiento de la vacuna contra la varicela.