Parece que muchos estuvieran cansados de la vida, bien sea por compromisos múltiples de una responsabilidad sin control, o por la triste desesperación de querer hacer todo en un mismo instante, sin darle oportunidad a la idea de análisis y maduración, no entendiendo las simples sentencias de la vida y en especial aquella que llega a mi mente en estos momentos, que me permite expresar que…, Quienes llevan prisa las distancias se les hacen más largas y lo único que acortan es la vida.
Los Italianos con frecuencia exclaman: “que quien va lento va lejos” y no se equivocan, pues la serenidad, la meditación y la tranquilidad como previas a la partida, saturan el espíritu con la sabiduría, que al compás con la tolerancia descubren rápidamente los atajos y tropiezos que atrancan los caminos que han de llevarnos a nuestro cometido y enseñándonos de paso que en cada etapa iniciada es fácil lograr la meta cuando la paciencia al lado del conocimiento nos acompañan sin la desesperación de soñar lo que pretendemos sin tomarnos el tiempo para saborear cada partida, cada aventura y cada momento que depara la vida en el proceso de su mutación cotidiana, que en el inicio del uso algo claro de la razón, al pasar por ese estado de los años nuevos, si no tenemos una formación de principios básicos y nos desaforamos en la búsqueda del placer, olvidando los complementos que hacen que vivir sea un valor primario de gran relevancia para nuestro entorno, si este es manejado con principios de libertad y de orden.
Me refiero a la juventud sin principios, que en poco tiempo quiere lograr de todo, sin sudar los momentos, ni sentir la satisfacción de obtener en forma lícita lo que nos hace dignos, y ven el trabajo como una deshonra y los recursos económicos en demasía como tabú social de grandeza para poder manejar los caminos de la deshonestidad.
En el campo social quieren estar en todas las actividades con compromisos folclóricos; en el campo económico quieren ocupar el trono a base de limpiar su mundo ilícito apoyados en el honor y trabajo de los otros, como aquellos que sudaron la gota fría y labraron caminos de historias en el progreso y desarrollo de su medio; y en el campo político son delfines patriarcales que de posición en posición asumen prestigios aparentes, paseándose como reyezuelos en los patios gubernamentales, a la espera de la adulación pagada a unos falsos seguidores, que les acompañan a sus caminatas ilícitas para adquirir más y más, no importa cómo, ni en qué forma.
Nunca han tenido principios, ni conocimientos, ni dignidad y como siempre nunca nos tomaran de sorpresa con el escándalo, pues la prisa en sus ambiciones, les conduce a los malos manejos y consecuentemente con la pronta caída de su reino.
Nada prevalece si el esfuerzo y sana pasión nunca han existido; finalmente, es mejor llevar una vida de sacrificios dignificada por el trabajo y así no tener que preocuparnos por qué unos llevan más prisa.