Por Celso Guerra Gutiérrez
Eso jamás,el acordeonero no ha dejado, ni dejará de ser, el símbolo, la auténtica representación de la música vallenata, como lo quieren hacer aparecer los esnobistas y comerciantes de la música del valle, esta figura les parece demasiada corroncha, además ellos, no están planteando nada nuevo con esta tesis discriminatoria y retardataria en contra del acordeón, que la creíamos superada, el acordeón en el folclor vallenato sigue tan vivo, tan vigente, como sus poesías y sus crónicas musicales.
Los cantantes en el vallenato, son apéndices del acordeón, no veo a Silvestre, Oñate, Diomedes, Zuleta,Zabaleta, Peter o Jorgito y el resto de cantantes que gozan de las mieles del triunfo, exitosos sin el acompañamiento del acordeón, lo han intentado y han pasado desapercibidos.
El problema es que esta emblemática figura se dejó avasallar laboralmente por la figura del cantante, y delegaron el liderazgo en él.
El mítico “Colacho”, fue determinante, en esta situación, cuando se une a Diomedes Díaz y realzó la figura del “Cacique”, para que se consolidara, entre las más carismáticas de la música nacional y convertir de paso al vallenato, en la representación musical de Colombia, además, en la más vendedora de discos, ellos juntos, rebasaron todas la expectativas de ventas discográficas que se tenían, las cifras de discos consumidos de esta pareja musical, jamás se conocieron y no se conocerán, porque la disquera nunca rindió esas cuentas y nuestros artistas embriagados de triunfos, no se preocuparon por averiguarlas.
Con el éxito llegaron presentaciones en vivo, por todo el país y fuera de nuestras fronteras, los requerimientos para la promoción de los discos, en todos los medios de comunicación, se hacían desde todos los rincones de la geografía.
Ante este nuevo panorama, llegaron las exigencias de nuestros músicos a los empresarios, 50% del pago anticipado, para evitar a los pícaros, la alta cotización del grupo musical, tiquetes en avión para cualquier destino del país que tuviera este servicio y hotel cinco estrellas, en los lugares donde los hubiese, para el cantante y excepcionalmente para el acordeonero; hoy el resto de integrantes de la agrupación, siguen viajando en bus y alojado en hotel “Las Pulgas”.
Jorge Celedón, es el único cantante que les da a sus compañeros trato digno.
“Colacho”, criollo, parroquial, campechano, taciturno, poco acostumbrados al micrófono y nervioso para los viajes aéreos, autorizo a Diomedes aasumir el liderazgo, venta de conciertos, promoción y administración económica del grupo y a él, le asignara un sueldo y lo liberara de estas responsabilidades.
Esta cesación de derechos como copropietario del grupo, hecha Por Colacho Mendoza, a favor Diomedes, fue el detonante para que el acordeonero se convirtiera en asalariado del cantante, estigma que será difícil de superar.
A pesar de adversidades, y que el cantante ordene al acordeonero tocar detrás del bajista, como confeso Rolando Ochoa, al comentar los motivos de su separación con Silvestre; el acordeonero seguirá siendo el emblema de nuestra música, como el bandoneón al tango y el mariachi a la mejicana