Pese a que no cuentan con respaldo de la administración municipal, la comunidad de Guacoche no escatima esfuerzos para conservar la tradición de los carnavales como la segunda celebración más importante de esta población después de la fiesta de su patrono San Francisco de Asís. Por más de 50 años un grupo de guacoqueros deja de lado sus obligaciones laborales y personales para hacer posible una fiesta que congrega a niños, jóvenes y adultos y que aflora las mejores energías de su gente.
Arodis y Arturo Castilla, Flor Márquez, Juliana Romero, Diana Hernández, Yackeline Quiroz, ‘Tata’ Bracho y Claribel Morón, conforman la Junta Central del Carnaval de este corregimiento de Valledupar, que desde el 7 de enero organiza bazares bailables para recolectar los recursos necesarios para los atuendos de las comparsas y la reina, los honorarios del coreógrafo y todos los detalles de la coronación o evento principal de la celebración carnestoléndica, que se desarrolló ayer por la noche en la Caseta Comunal.
“Este año gastamos cerca de ocho millones de pesos para la compra de los vestidos que lleva la comparsa para los bailes. Un coreógrafo de Valledupar fue el que nos ayudó a montar el espectáculo, lo cual implicó un mes enseñando los pases, porque la gente de Guacoche es muy exigente; pide innovación y creatividad. Hemos trabajado con recursos propios haciendo bailes, comidas y caseta. Los recursos lo conseguimos con entradas a 2.000 o a 3.000 pesos y la utilidad que puede dar la cantina con el ron”, explicó el presidente de la Junta del Carnaval de Guacoche, Arodis Castilla Rondón.
Este líder de la comunidad indicó que en el baile de la coronación de la reina llegaron cerca de 800 personas de la localidad y de los pueblos circunvecinos (El Jabo, Guacochito, Los Corazones, Las Raíces), así como gente de La Guajira. Aunque el lugar –el salón comunal- se quedó pequeño, no cuentan con un lugar más espacioso para hacerlo.
Este año el carnaval tuvo como soberana a Angélica Primera, cuyo nombre es Angélica María Toncel Nieves, una joven de 17 años, quien con su espíritu festivo y descomplicado le puso un sello diferente a su reinado. Ella desde niña se destacó a la hora de bailar, por ello ganó el galardón de Reina Infantil, el cual ratificó con el título de Reina Juvenil 2017. “Para mí el carnaval es sinónimo de recocha y sabrosura; son días donde se olvidan los pesares y se saca a flote la alegría”, subrayó.
Los integrantes de la Junta Central del Carnaval aseguran que desde diciembre sus paisanos les preguntan quién será la reina de los carnavales, decisión que toman luego de analizar a las jovencitas con porte, aptitud para las danzas, con buen cuerpo y que se le note las ganas de superación al estar estudiando. Este año vieron todas estas cualidades en Angélica.
“Cuando vemos a una joven con potencial para ser reina vamos a su casa y le pedimos autorización a sus padres; cuando tenemos el visto bueno de ellos escogemos la chica con el compromiso de dotarla de vestidos, dinero en efectivo, un anillo de oro que se le da como premio y un kit de belleza. La comunidad de Guacoche, que es carnavalera por excelencia, le obsequia muchos regalos adicionales como zapatos, relojes y ropa, por lo que la reina queda contenta”, comentó Castilla Rondón.
La unión, el apego de su cultura y la alegríade su gente han hecho posible que esta localidad de 1.806 habitantes, 546 casas, nueve calles y siete carreras, goce de renombre por sus carnales, los cuales se destacan en la región por su organización, innovación y vistosidad.
Al respecto, el Presidente del Carnaval asegura que “para nosotros el carnaval es tradición, idiosincrasia y alegría. Es un desorden, pero organizado, que permite mostrar parte de nuestra cultura”.
Por su parte, la vicepresidente de la Junta Central del Carnaval de Guacoche, Diana Helena Bermúdez, asegura que los carnavales de su pueblo siempre se viven con paz, amor, alegría y dedicación, lo cual lo hace atractivo para propios y turistas, que encuentran un lugar donde divertirse de manera sana.
Reina vicaria
Para hacer parte de esta celebración no importa la edad, sexo o clase social; todos gozan por igual. De ello da fe la reina vicaria, Mery del Carmen Romero Rondón, una señora de 66 años, madre de cinco hijos, que se siente “con energías de una muchachita de 15 años”.
“Para mí el carnaval es un acto cultural que siempre ha hecho parte de Guacoche porque somos personas divertidas. Siempre anhele desde niña ser Reina del carnaval. El año antepasado me hicieron la propuesta, pero no me sentía preparada. Este año apenas mí comitiva me lo insinuó, respondí que sí sin dudarlo”, afirmó.
Semillero de la fiesta
Pequeños desde tres años demuestran su cariño y apego por estas celebraciones que ven en sus mayores y así van creciendo con la ‘semillita’ del carnaval que germina cuando son más grandes. Carol Juliana Socarrás Castilla, es una joven de 16 años, que lleva tres años en la comparsa del carnaval. “Me gusta el carnaval porque me encanta bailar y compartir con los demás. Cuando me sacan a bailar no me importa que sea tuerto, que no sepa bailar o que sea chueco; no me gusta dejar a las personas con las manos estiradas. Quisiera ser reina el otro año para abanderar esta tradición, pero estamos con la indecisión si sea mi hermana o yo; si es así me prepararé mejor para el 2019”, comentó con orgullo.
La coronación
Ayer fue el acto más importante de estas fiestas, cuando Angélica Primera recibió su corona de manera oficial por parte de la reina del año pasado, acompañada de una comparsa de 30 jóvenes. Inició con el baile de la ‘marimonda del barrio abajo’, que es un baile típico en Barranquilla; luego el grupo Urban de Valledupar hizo su presentación, para darle paso a la Reina con su grupo folclórico que exhibió el pilón guacochero, ambientado con música del pilón vallenato, pero con atuendos similares a los del fandango, donde las jóvenes tienen la oportunidad de bailar con mayor soltura.
Posteriormente la Reina presentó el baile del‘congo grande’, donde junto con su pareja hizo el drama de la vida y la muerte.
Cuando Angélica recibió la corona le dio paso al desorden y desenfreno de los asistentes; los carnavaleros se echaban maicena, espuma, pintura, salsa de tomate, esencia, azulin y agua sin importarles en lo más mínimo el estado en el que quedarían sus rostros, cabellos o vestidos. Lo importante era gozar al máximo, reír como nunca y bailar de manera enérgica.
Para hoy se prevé lo que es tradicional: en la mayoría de casas prenden sus equipos, se realizan parrandas con amigos y venden comida típica; es el día cuando la Junta Central del Carnaval, sin la responsabilidad del evento central de las fiestas en sus hombros, se goza a plenitud las fiestas.
¿Qué sigue después?
El lunes y martes muchos siguen carnavaleando, excusándose en sus lugares de trabajo o de estudio. El miércoles se moja a todo el que pase por las calles y con la misa de ceniza, que da apertura a la cuaresma, se clausuran las fiestas carnestoléndicas.
Annelise Barriga Ramírez/EL PILÓN