Al no lanzar voces de opinión de lo que a diario acontece a nuestro alrededor, resultaría siendo tan poco cortés si echáramos de menos a nuestros “dignos candidatos”, que al parecer se asemejan a un reallity más, si de rating vamos hablar de cara al próximo debate electoral de Congreso y Presidencia de la República de Colombia.
Consideró que debo iniciar por algo que denomino la pasión electoral, he escuchado tantas opiniones de izquierda y derecha, aunque muchos no tengan ni idea lo que ello significó en la Revolución Francesa cuando se introdujo ese concepto en la vida política de Francia, las discusiones o controversias políticas alrededor de los candidatos a Cámara y Senado en el departamento del Cesar no apuntan ni siquiera a un porcentaje razonable de ideología política o una postura que por lo menos podamos contribuir al ejercicio de la democracia, como es elegir a nuestros candidatos con autonomía, libertad y convicción.
Las campañas de nuestros candidatos están tan pobres que la publicidad que utilizan atenta contra nuestra inteligencia, solo nos dicen que son mejores o simplemente que son nuevos, dejando un espacio tan amplió a nuestra imaginación, que se embarga de incertidumbre e incredulidad y desconfianza de lo que genera en este país mencionar la clase política tradicional.
A tan pocos días de la elección de Congreso, no hemos visto debates serios organizados por sectores educativos o de medios de comunicación, los cuales permitan identificar debilidades y fortalezas de los candidatos, los medios parecen más interesados en cubrir eventos masivos para medir fuerzas entre los mismos, o como si el proceso de elección se tratara de un cumulo de artistas apostándole a quien llene más la caseta, o quien empapele más la ciudad o simplemente quien de más de que hablar en las redes sociales.
Esos mismos eventos que están cargados de espectáculos de entretenimiento, como una forma de generar presencia de las personas y además convertir un espacio que se supone es para debatir ideas y puntos de partida, en un show mediático que genere y despierte sensaciones en los electores que, al parecer, no tienen el más mínimo interés de escuchar discursos que en ocasiones no guardan coherencia con los fueros a los cuales se pretenden hacer elegir nuestros dignos candidatos.
Solo quedando por decir que este mecanismo participativo y autónomo diseñado para elegir a nuestros mandatarios en su conjunto es perfecto y que las mañas o artimañas para sacar ventaja del ejercicio de la política, no es solo culpa de los candidatos, sino de nosotros mismos que conscientes o no, coadyuvamos a que se materialicen y que se vuelvan efectivos esos Imaginarios Corruptos.