Antanas Mockus y el presidente Santos, rivales en la lucha por la Presidencia en el 2010, tienen notorias coincidencias ideológicas, especialmente en la pedagogía que debe aplicarse en la búsqueda de la paz. Estos años de lucha inútil y de ríos de sangre nos dejan un saldo cercano a los siete millones de víctimas, que hoy claman por justicia y reparación con un repertorio muy extenso de razones válidas y urgentes.
Estamos en la obligación de construir cultura de paz tendiendo puentes entre el sector empresarial, el educativo y el artístico porque el conflicto interno sigue siendo la enfermedad principal del país que lo mantiene con una fiebre muy alta y con síntomas de epidemia. Tenemos que hacer un esfuerzo grande y lleno de generosidad para saber con certeza que necesitamos una serie de terapias colectivas contra la venganza.
Debemos iniciar ya el proceso de construcción de cultura ciudadana donde se puedan medir los avances con indicadores integrales que nos señalen el rumbo, sin desviaciones políticas y acomodaticias. Es ahí donde un grupo de visionarios internacionales, encabezados por Mockus, nos pueden apoyar con ideas innovadoras, creíbles, actuando con eficacia en contextos diferentes y con la mente abierta a la aplicación de una justicia de transición.
El conflicto armado en nuestro país es insular, está rodeado por todas partes de otros conflictos que responden a los nombres de intolerancia, machismo, delincuencia y otras causas de violencia ya conocidas. De todas maneras, nuestra sociedad terminará resolviendo el problema porque tenemos que entender que no podemos vivir eternamente en guerra.
En Colombia muchos compatriotas se embarcan en aventuras guerreristas por parentesco con alguien que murió en esta lucha, es como si la guerra generara un pleito. Es el momento de las terapias colectivas para empezar a blindarnos de alguna manera de las tentaciones de venganza.
Esto es aplicable a la gran mayoría de las familias de nuestro país donde todos tenemos nuestra cuota de víctimas y no podemos seguir transmitiendo estos odios de generación en generación.
Entendemos que el aporte a la paz de muchos colombianos ilustres ya se dio y sabemos que pedir la continuación de la guerra es fácil, pero esta es una ecuación donde todos ponemos y todos perdemos. Es de personas inteligentes saber retirarse a su debido tiempo.
El pueblo colombiano ya escogió la paz, no la guerra y debemos apoyar esta decisión con sabiduría y sin mezquindades.