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Reforma a equilibrio de poderes

El proyecto del Acto Legislativo propuesto por el gobierno, dizque para reformar el equilibrio de poderes en nuestro país, pienso que en cualquier forma que lo llegare aprobar el Congreso sería igual al anterior, en el que lo único cierto es el continuo enfrentamiento entre las diferentes autoridades, defendiendo sus propios beneficios, esto es noticia frecuente en los distintos medios de comunicación.

A la iniciativa de este Acto Legislativo, ya el Congreso desaprobó el artículo del voto obligatorio, en verdad, tal como se hace política en el país, el voto obligatorio llevaría a que los politiqueros compraran votos más baratos, desde este punto de vista los congresistas que votaron en su contra actuaron bien.

La eliminación del voto preferente debilitaría aún más nuestra democracia, los congresistas deben oponerse a tan nefasta idea, que sin duda así será ya que votaron en contra del voto obligatorio y de la reelección presidencial, que sólo la avalaría un referendo o una Asamblea Constituyente que es elegida por el pueblo quien es el constituyente primario.

Está pendiente, la conformación del Tribunal de Aforados y otros artículos álgidos que deben aprobarse en los primeros siete debates, para continuar el año entrante en su debate final; en realidad, el pueblo es escéptico en sus beneficios, que los considera sofismas de distracción con el propósito de continuar con las falsas promesas con las cuales siempre ha sido engañado.

Lo notorio de este proyecto es su antireeleccionismo, con esto se disminuye un poco la corrupción y la reelección debe abolirse en todos los cargos de elección popular y en los que elija el Congreso, las asambleas departamentales y los concejos municipales, ya el Senado votó en contra de la reelección del Procurador General de la República, del Defensor del Pueblo, del Registrador Nacional, de los magistrados del Consejo Nacional Electoral; en fin, falta eliminar las demás reelecciones, que de veras, son más perjudiciales que beneficiosas.

Lo ideal, es que a la política se le quite la condición de negocio, donde aterrizan los codiciosos a enriquecerse, a medida que haya menos oportunidad de apropiarse del erario los arribistas se alejarán de la política y llegarán personas ilustres, capaces de administrar lo público para el bien colectivo.

Es difícil lograrlo, pero es el único camino para llegar o por lo menos aproximarnos a países como Noruega, Finlandia y Canadá, entre otros con similar perfil. No sé cuántos años duraremos, mientras tanto no desfallezcamos en alcanzar tan ambicionada meta.

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Jose_Romero_Churio: