Como si el lunes festivo 7 de enero no lo hubieran visitado casi mil personas, el balneario Hurtado amaneció este martes aseado y limpio. Más allá de las pocas hojas amarillas de verano, era difícil encontrar mugre o basura. Antes de que llegara el primer turista y el sol indicara el día, los vendedores estacionarios del balneario caminaron cada rincón, tanto la margen izquierda como derecha del río, limpiando junto a los trabajadores del Aseo del Norte.
La temporada de vacaciones de fin de año empieza en noviembre con las fiestas del río y terminan a mitad de enero. En esta última semana todos los días son fines de semana. El río no descansa, y los vendedores tampoco.
Son varios años de cambios, en casos, cambios obligados, incluso con enfrentamientos, para llegar a lo que es hoy el balneario; vendedores organizados bajo la sombra de árboles lejos de las desordenadas carpas, capacitados en la atención a personas, oferta de productos variada, nula contaminación auditiva, todo sumado a particularidades y ventajas innatas a la zona donde corre el agua cristalina que a poetas y cantantes ha inspirado.
Sin embargo, el balneario Hurtado está lejos de ser un ecoparque turístico ejemplo y modernizado. Queda una semana de vacaciones para que termine la temporada de fin de año y Año Nuevo, y en los restaurantes, estaderos, artesanías y pequeñas ventas de mecatos las ventas repuntaron más que en cualquier temporada, manteniendo las diferencias con la semana del Festival Vallenato.
Justo la semana en la que más reciben turistas, es cuando se desnudan las falencias del balneario.
“QUEDAMOS GRINGOS”
Más allá de la calidez humana de los 250 vendedores repartidos por el balneario, y las capacitaciones que recibieron en atención a personal, los comerciantes no manejan una segunda lengua. La mayoría de turistas que llegan provienen del interior, por ejemplo Bogotá, Antioquia y Santander. Pero al balneario también llegan de otros países.
La atención no cambia cuando el país del turista habla el mismo idioma, pero cuando el idioma es diferente, la atención es a otro precio. “Nos salva cuando el extranjero viene acompañado de algún familiar colombiano que le habló del balneario y que habla español… entonces hace de traductor y es fácil. O cuando el turista sabe español, que es lo que más común. Pero cuando no sabe español, ahí sí hay problema, porque ambos quedamos gringos”, comentó entre sonrisas Carlos Vega, vendedor transitorio del balneario. No manejar la segunda lengua limita las fronteras, a pesar de la riqueza del Guatapurí.
“Comenzando porque no hay guías turísticos certificados por el Ministerio de Comercio. El único certificado está en La Guajira. Es una brecha en el tema de competitividad en relación con otros países”, comentó Adela Becerra, promotora turística.
“DE NOCHE EL BALNEARIO MUERE”
Las imágenes de personas cortadas por pedazos de vidrios o el peligro de transitar por algunos sectores por residuos peligrosos se acabaron en el balneario. La prohibición de venta de cervezas en empaque de vidrios y el control a las cantinas cambiaron el ambiente de los alrededores del rio.
No obstante, por el límite de las seis de la tarde para transitar los alrededores del balneario, según los vendedores, “el río queda desértico de noche”. “Para crecer, lo principal es cambiar el tipo de horario. A las 6 de la tarde están sacando a los turistas y por eso el río de noche no está teniendo actividad. De noche, anteriormente, la gente venía a disfrutar de las parrandas pero ahora la vida nocturna del río quedó desértica”, comentó Omar Alfredo Mendoza, tesorero de la Asociación de Comerciantes del Balneario Hurtado.
La intervención hecha hace un año determinó los nuevos horarios. Por eso, el secretario de Gobierno, Gonzalo Arzuza, considera que “las nuevas medidas le regresó el parque a la ciudad, y la ciudad al parque”. “Incluso se empezaron a realizar ferias, ya las personas pueden ir en familia. Es que hay que recordar que hace un tiempo el balneario era una cantina de 1.5 kilómetros. Ahora las cosas cambiaron, incluso el presidente (Iván Duque) pudo asistir”.
Durante el día, un parlante ambienta el sonido de los árboles y las charlas con vallenatos clásicos, aunque varía con champetas y merengue.
AQUÍ NO HAY QUIÉN GUÍE
Sin duda, el mayor déficit es la ausencia de guías turísticos. En el recorrido por los sitios turísticos de Valledupar que emprenda el turista no tendrá una compañía profesional ni certificada. En la capital del departamento solo una persona está certificada por el Ministerio de Comercio como guía turística, sin embargo, tiene residencia en departamento de La Guajira, y desde la policía solo existen 12 niformados de turismo para todo el departamento, que cuenta con 25 municipios.
Han sido la experiencia y los años los que han formado los guías turísticos en Valledupar. Por eso, abundan en el balneario familias que tienen sus vidas amarradas al río y que cumplen tres generaciones trabajando de lo que el turismo brinda. Esos años le permitieron conocer las historias de La Sirena de Hurtado, el Santo Eccehomo y los mitos que rondan el río. “Hay personas que estaban en la barriga (gestación) cuando los vendedores sembramos estos árboles y que ya tienen más de 25 años, y aquí siguen trabajando en el río, lo conocen todo. Pero la personalidad de varios no los deja hablar, les da pena”, contó Abraham Hormaza, líder de la Asociación de Comerciantes del Balneario Hurtado.
¿Y AHORA QUIÉN PODRÁ RESCATARNOS?
Ni un solo salvavidas en la margen turística del río Guatapurí. Cada fin de semana la Defensa Civil y el equipo de rescate de la Policía hacen presencia en el balneario acompañando las actividades, pero en días de afluencia alta, en caso de emergencia, los salvavidas son los vendedores que saben nadar, los mismos que son guías turísticas, aseadores y en casos la seguridad.
“Nosotros tenemos vendedores que son nadadores y son los que evitan ahogamientos, hasta en canales de televisión han salido. De los otros, pues vienen algunos rescatistas pero cada fin de semana, pero es obvio que las emergencias no dan espera para hacer llamadas”, explicó Abraham Hormaza.
El problema no es solo en Valledupar. “No hay organismos de socorro porque no se han hecho convenios con las autoridades, pero en cada balneario era para que hubiera organismos de socorro. Recientemente vi una noticia de que en Santa Marta tampoco tenían salvavidas porque no habían renovado el contrato”, relató Adela.
LOS BAÑOS: UNA NECESIDAD QUE NO DA ESPERA
Dos o tres baños habilitados en un balneario que en días festivos como el 7 de enero recibe a casi 1.000 personas. Y todos ellos privados, con desechos que terminan en pozas sépticas. Contrario a la norma de varios lugares turísticos cerca a afluentes que manejan baños portátiles. “Es que tener baterías de poza sépticas es algo que debe quedar en el pasado. No tener baños es algo que le complica la vida a cualquiera, hace que gente sin cultura haga sus necesidades al aire libre, con lo que eso significa. Es que debería ser una urgencia instalar nuevos baños pero portátiles”, complementó Omar Alfredo Mendoza, tesorero de la Asociación de comerciantes.
DEIVIS CARO DAZA/ EL PILÓN
defancaro1392@gmail.com