“Los homenajes deben de hacerse en vida”, así titula el compañero columnista Jorge Naín Ruiz, a quien no tengo el gusto de conocer y quisiera hacerlo, para referirse a las directivas de la música vallenata, llámense Festival o Sayco que están en mora de hacerlo antes que la muerte los sorprenda, refiriéndose a Alfredo Gutiérrez, El Tri Rey Vallenato y otros artistas que todavía siguen ignorados por los mandamás de esas instituciones.
Tiene toda la razón el doctor Naín Ruiz al tratar ese tema que él conoce más que nadie y su voz e inquietudes no se deben quedar en el vacío, hay que oírlas y tratar de cumplirlas para satisfacción de los ignorados injustamente.
Zapatero a tu zapato, Naín defiende a sus ídolos que son los músicos, compositores e intérpretes para resaltar su grandeza y la gran labor que desarrollan para la difusión de esa música que tanta gloria nos ha dado. De eso no hay duda.
Rafael Escalona, Leandro Díaz y José Antonio Murgas, Alfonso Araujo Cotes, son cuatro íconos del Cesar; los dos primeros para qué decir quiénes son y qué hicieron, todo el mundo lo sabe, nadie desconoce sus grandezas y los inmensos aportes que le hicieron a la música vallenata y al folclor y así han sido premiados y reconocidos en libros, museos y monumentos por todas partes. ¿Pero le ha pasado lo mismo a los doctores Murgas Aponte y Araujo Cotes?. ¡Qué va!, ellos han sido ignorados a pesar de haberles dado tanta grandeza al Cesar, son los padres de él, por sus iniciativas y esfuerzos hoy somos lo que somos, aunque algunos digan lo contrario, un departamento pujante con mucho futuro.
Será justo y no me canso de decirlo y no dejaré de escribirlo hasta cuando la artritis o la artrosis me inutilicen los dedos y el Alzheimer acabe con mis neuronas, (plagiando al gran Poncho Zuleta) que los bustos de los doctores José Antonio Murgas y Alfonso Araujo no estén al lado de los de López Michelsen, Pedro Castro Monsalvo y Luis Carlos Galán en La Plazoleta de la Gobernación, eso es tremendamente injusto y es una canallada lo que se ha cometido con ellos por la indiferencia de nuestros gobernantes y legisladores, pero todavía hay tiempo, están vivos y lúcidos aunque de avanzada edad ambos y qué grato sería que tuvieran la satisfacción de verse homenajeados por este gobernador o la Asamblea Departamental, que tan cercanos son a ellos, viéndolos felices observando sus respectivos monumentos el día de su inauguración; hasta ahora he arado en el mar, ojalá en esta oportunidad se oiga mi clamor, que no es mío, sino de todos los cesarenses que le agradecemos a los doctores Murgas y Araujo todo lo que han hecho por nosotros.
¿Será qué para que se les haga ese justo reconocimiento, los doctores Murgas Aponte y Araujo Cotes, tendrán que componer una canción vallenata o tocar el acordeón para que conmuevan las fibras del corazón del señor gobernador o los señores diputados? Lo veo difícil y creo que por ahí no es la cosa, porque si es por ahí, se jodieron, se jodieron ya.
Por José Manuel Aponte Martínez