La creación del embalse Los Besotes sobre la cuenca del río Guatapurí, un proyecto ideado para abastecer de agua a Valledupar y sus corregimientos, a más de 50 años no ha avanzado más allá de los estudios y las maquetas, esto a pesar de haber sido incluido en los planes de desarrollo de los últimos tres presidentes de Colombia.
Amada por unos, rechazada por otros y sin una estrategia clara, la idea del embalse no se contempló en el nuevo Plan de ordenación y manejo de la cuenca hidrográfica, Pomca, del río Guatapurí contratado por Corpocesar.
Según el coordinador de Pomca de Corpocesar, Libardo Lascarro, no lo contempla porque es “solo un sueño”, sin embargo, su exclusión tampoco bloquea la ejecución del proyecto.
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“Se hace un diagnóstico sobre lo que existe para realizar el Pomca. Tenemos que hablar de lo que existe y no hay un embalse, solo una proyección. No se hicieron unos estudios a detalle sobre eso. La ley es muy clara y reconoce que las autoridades de esos territorios son los indígenas”, señaló Lascarro.
OPOSICIÓN DE LAS COMUNIDADES
El Pomca es clave porque figura como el máximo documento para planificación de zonas hídricas, en este caso, el río Guatapurí. Así, al momento de dar el siguiente paso en la posible construcción del embalse, las autoridades tendrían que compaginar la obra con el Pomca, además de las licencias ambientales y la socialización con las comunidades, las cuales se oponen al proyecto.
Siguiendo lo proyectado inicialmente, la zona donde se pretende construir está poblada por asentamientos de las comunidades indígenas que convergen en esa área. Lo anterior sumado a que más del 80 % de la cuenca del río Guatapurí está en zona de la línea negra determinada por la Corte Constitucional, territorio sagrado para las comunidades indígenas. De allí su oposición al proyecto.
De acuerdo al Ministerio del Interior sobre la cuenca del río Guatapurí habitan tres resguardos, quienes se han opuesto al proyecto: resguardo indígena Kogui-Malayo-Arhuaco; resguardo indígena Kankuamo y el resguardo indígena Arhuaco de la sierra nevada.
En palabras de Leonor Zalabata, líder de las comunidades indígenas, ese territorio es clave para la preservación de las prácticas que permiten que los pueblos ancestrales no desaparezcan.
“Toda la vida hemos manifestado nuestra oposición. No es algo caprichoso es una cuestión fundamental de derechos. Nosotros somos dueños ancestrales de los lugares de pagamentos en la Sierra Nevada (de Santa Marta) y nuestra cultura depende de nuestras prácticas tradicionales y que son territoriales. A medida que nosotros dejemos nuestra práctica, vamos desapareciendo como pueblo”, señaló Zalabata.
ZONA BOSCOSA
Según lo reseña el Pomca, la cuenca del río Guatapurí se encuentra ubicada geográficamente en la región norte del departamento del Cesar limitando con los departamentos de Magdalena y La Guajira. En la zona más alta donde nace el río Guatapurí está a una altura de 5.000 metros sobre el nivel del mar, mientras que la parte baja desemboca en el margen derecho del río Cesar.
Es en la parte media de la cuenca del río Guatapurí, la zona boscosa, donde se ideó la realización del embalse. Esa obra tendría un área de influencia no directa hasta Chemesquemena, Atánquez, Guatapurí, La Mina, Sabana Crespo y Azúcar Buena, según un estudio contratado por Emdupar con la Universidad Nacional.
50 AÑOS DE ESTUDIOS
El primer estudio para la realización del embalse fue realizado por la firma Tahal Consulting Engineer entre 1969-1972. Hace exactamente 50 años. Desde entonces, la Universidad Nacional en 2001, antes el desaparecido Instituto de hidrología, meteorología y adecuación de tierras, Himat, en 1995, y el Instituto Nacional de Adecuación de Tierras, INAT, realizaron estudios y hasta establecieron fechas para iniciar la construcción, pero “primero se extinguieron las instituciones interesadas en adelantar el proyecto que iniciarse el desarrollo del mismo”.
Con el embalse de los Besotes, que tendría una extensión de 169 hectáreas y una capacidad en volumen de 37,1 millones de metros cúbicos, se espera (o esperaba) proveer de agua potable el acueducto de Valledupar y la construcción de un distrito para irrigar cerca de 10.000 hectáreas de suelos en los sectores de los Corazones, Ovejas y Callao. Lo anterior bajo un costo estimado de $420.276 millones, precio que fue avaluado en 2008.
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“NO HUBO AVANCES”
Con varios estudios ejecutados, no se ha puesto la primera piedra. Lo planteado era (o es) desarrollarlo en un plazo de 4,5 años. El problema es que en los últimos cuatro años, igual que desde hace 50 años cuando se realizó el primer estudio, no se avanzó en su construcción.
“En este periodo administrativo, contando el municipio, como el departamento y la Nación no se hizo nada. El pasado Gobierno (Juan Manuel Santos) había prometido avanzar en el proyecto pero después que dialogó con los indígenas al parecer lo apartó. El embalse es un sueño pero todavía no ha llegado a ser proyecto. Cuenta con la oposición de los indígenas, aunque creo que sería algo conveniente y le resolvería el problema del agua a la ciudad por muchos años. Es un proyecto pequeño, no es una represa es un embalse”, señaló el historiador Tomás Darío Gutiérrez, quien además fue uno de los promotores de la creación del Ecoparque Los Besotes. Igualmente, el alcalde de Valledupar, Augusto Ramírez, reconoció que no hubo novedades en un proyecto que parece quedarse en maquetas.
Una de las últimas inversiones al proyecto la realizó la Empresa de servicios públicos de Valledupar, Emdupar, entre el 2004 y el 2007 cuando ejecutó diferentes contratos por valor de $2.397 millones, inversiones con las que se realizaron estudios de impacto ambiental, según reseña en un documento realizado por la Contraloría General de la Nación.
En el punto del impacto ambiental, los ambientalistas también se han opuesto al proyecto por las consecuencias que podría tener sobre la zona de construcción. “El embalse de Besotes se encuentra en el cinturón árido precaribeño, el cual hace parte de un ecosistema seco tropical, que es uno de los tres ecosistemas más degradados, fragmentados y menos conocidos del país; esta situación plantea la fragilidad y vulnerabilidad de la zona, en donde sobresale la presencia de herpetofauna (…) y de 57 especies en total, de las cuales se encuentran en peligro crítico la tortuga morrocoy y la carranchina”, reseñó Edna Rodríguez, investigadora de la Universidad Nacional.
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En ese sentido, de nuevo está el embalse en un Plan Nacional de Desarrollo. Y es que según lo estimado en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 para el Cesar se destinarían alrededor de $21,5 billones en inversiones, según cifras del Gobierno Nacional, entre esos “sobresalen proyectos como el embalse Los Besotes para agua potable y riego”.
Pasado solo el primer año de Gobierno, aún tiene el presidente Iván Duque la oportunidad de iniciar la construcción del embalse que han proyectado casi diez presidentes. Antes, el Gobierno deberá llegar a un acuerdo con las comunidades indígenas.
POR: DEIVIS CARO / EL PILÓN