Bastó el anuncio del insulso gobierno Duque de una reforma tributaria en mitad de la turbulencia de esta nueva ola del covid-19 para que el pueblo asustado saliera a las calles sin importar los riesgos de contagio, marchando en nuevas jornadas de protestas contaminadas por vándalos que aprovechan para pescar en río revuelto.
Si existe algo irrealizable en este país es la capacidad de diseñar y proponer reformas serias que realmente atiendan las necesidades apremiantes de la sociedad, verbigracia, las reformas a la rama jurisdiccional incluyen aspectos que no son propios de la estructura de la judicatura como fórmulas para descongestionar despachos judiciales, nuevas medidas para evitar corrupción y conflictos de intereses de los jueces, acabar con el nepotismo y los nombramientos envueltos en sábanas que abundan desde los altos tribunales hasta los juzgados promiscuos municipales; en su lugar prefieren aumentar periodo de magistrados, incrementar sus pensiones y salarios, siendo estos unos de los sectores privilegiados del establecimiento.
Por otra parte, la reforma al sistema general de seguridad social es una eterna deuda con el ciudadano del común; los planteamientos más ingeniosos provocan el rechazo de la mayoría de los colombianos, extender semanas cotizadas y edad de pensión hacen lejana para mi generación la posibilidad de una digna mesada pensional; en salud se fortalecen las administradoras de pensiones, las verdaderas responsables de la quiebra de la red pública hospitalaria en complicidad con congresistas y gobernantes envueltos en la más espantosa corrupción, apropiándose de recursos acarreando la ruina de instituciones como el Hospital Rosario Pumarejo de López.
La insurrección actual no es otra cosa que un paisaje que hemos recorrido anteriormente, un gobierno con una retórica gastada de beneficiar a los que menos tienen pretende propinar un duro golpe a la economía de los hogares indefensos ya arruinados por la pandemia.
Entre esas difíciles reformas que en este país jamás veremos está la de la rama legislativa, una extensa lista de prebendas y concesiones hacen parte de los lujos de los “padres de la patria” que aprovechan para disfrutar de la burocracia con la que le premian por apoyar monstruos como esta última reforma tributaria, así corren a votar por contralores, procuradores y fiscales que previa designación fueron funcionarios del gobierno al que constitucionalmente deberían vigilar, practicando esa aceitada puerta giratoria por donde desfilaron Felipe Córdoba, Margarita Cabello y el excelentísimo Francisco Barbosa.
No le pida al presidente Duque que se conecte con el país, primero conectémonos nosotros y dejemos de votar por los mismos, como por ejemplo los mismos seis congresistas del Cesar que son parte de los grandes problemas del país y no de la solución.