El nuevo código civil de China, que entró en funcionamiento este año, contempla que los cónyuges separados tienen derecho por primera vez a solicitar una compensación si tienen más responsabilidades en el hogar; es así como recientemente en un fallo que se constituye como acto de justicia, a un divorciado se le ordenó pagarle a su exesposa 8.000 dólares por años de tareas domésticas no remuneradas.
Histórica y culturalmente las labores del hogar han estado delegadas mayoritariamente a las mujeres, quienes de manera silenciosa y con pasión cuidan de los hijos y se encargan de las labores del hogar; los hombres cumplen un rol diferente que podría cambiarse.
Desafortunadamente, la crianza de los hijos y las labores del hogar no son valoradas en comparación a otros oficios y trabajos, se infiere y asume de manera implícita que esas labores vienen en el paquete cuando una mujer decide conformar un hogar a través del contrato social que se escoja.
Las labores domésticas son tan importantes que si, por ejemplo, un hombre trabaja todo el día y llega solo a alimentarse a su casa, encuentra una vivienda aseada, una comida preparada y una mujer dispuesta a atenderlo, este contexto lo motiva y ayuda a conservar su salud mental y física, así como a rendir adecuadamente a nivel laboral, esto aplica si fuera al contrario, es decir si fuera la mujer que trabajara y el hombre se dedicara a las labores del hogar.
Pero lastimosamente a estos oficios no se les da un valor social. Este fallo emitido por un tribunal en China representa un acto de justicia, de reconocer en el ser humano el valor importante que tiene, independientemente si es un carpintero, un panadero, jornalero, músico, médico, licenciado, etc., esto nos lleva a valorar en los demás lo que son en esencia.
Es necesario redefinir las concepciones que tenemos sobre las labores domésticas y quienes las ejercen, tratar con respeto y admiración a quienes se dedican a ellas, tan importante son como otros oficios y profesiones; gracias al cuidado, amor, protección que hemos recibido de nuestros padres, es que pudimos seguir adelante, sanos y con fortaleza emocional.
Teniendo en cuenta que el trabajo dignifica al ser humano y es una cuota importante de la felicidad, que como personas cada uno libra una lucha interna, que puede ser: sacar adelante una familia, un proyecto de vida, un proyecto social, mejorar nuestras condiciones de vida, entre otros, debemos ser más amigables y recordar que como seres humanos somos iguales y nos complementamos en el quehacer diario, esto fortalece el valor social de los individuos.
Fallos como el de un tribunal en China nos exhortan a países como Colombia a proponer, debatir e incorporar normas orientadas a valorar, dignificar y reconocer el trabajo no remunerado que millones de mujeres realizan en el hogar, y por el que no en pocas ocasiones se les ha maltratado al no cumplir las expectativas del “patrón” que exige sin “compensar”.