Solo ha quedado el nombre de los festivales y el número de sus ediciones, hace rato buena parte de esos eventos se dejaron tragar por los espectáculos musicales, unos gratuitos y otros pagando entrada, pero en realidad de festival muy poco.
Este año asistí a más de una docena de festivales vallenatos en varios departamentos y municipios del país, el último de los cuales fue la versión 33 del Festival Tierra de Compositores de Patillal, Cesar, y de este como de la gran mayoría la conclusión que saco es que los están utilizando para hacer negocio.
Como se les ocurre que la noche de la gran final, cuando aún no han abierto la entrada para el ingreso a la plaza o al parque, es el momento propicio para hacer el principal concurso; en Patillal el de la canción inédita Rey de Reyes, es decir, que no interesa que la gente escuche las canciones finalistas y mucho menos que las disfrute y analice, estos concursos ya no tienen importancia, lo fundamental es la presentación de los artistas comerciales y que los palcos y el VIP se llenen, como insistentemente decían los presentadores oficiales de Patillal. “Esto ha sido un éxito, se vendió toda la boletería y ya se va cerrar el ingreso porque el aforo está completo”
El éxito de un festival vallenato debería ser por el número y la calidad de los participantes, por la ecuanimidad y seriedad en los resultados de los concursos, por la coincidencia entre lo que apreció y calificó el jurado y lo que escuchó y valoró el público, porque los premios se paguen de inmediato.
Valdría la pena preguntarnos si la utilización del espacio público, como las plazas principales de los pueblos, que hace rato se convirtieron en las casetas de ahora, están sirviendo para enriquecerse algunos empresarios o si realmente son las utilidades de esos espectáculos musicales masivos lo que está dando para pagar los premios a los concursantes en los festivales.
La amalgama de patrocinadores entre entidades públicas y empresas privadas se presta para suspicacias, uno se pregunta si en algunos festivales entidades estatales patrocinan con el pago de artistas invitados ¿por qué entonces cobran las entradas y a veces con precios bien altos?, ¿por qué el bar lo administran particulares y no los organizadores del festival?, que entre otras cosas, hacen de las suyas con los precios de los licores. Todo ello nos conduce a concluir que el relleno son los concursos, por eso estos los hacen a pleno medio día, cuando no hay nadie en la plaza.
Autoridades públicas como el Ministerio de Cultura que siguen apoyando estos eventos, por ser supuestamente folclóricos y mecanismos para la aplicación del Plan Nacional de Salvaguardia de la música vallenata, deberían hacer una verdadera veeduría y control exigiendo como mínimo un replanteamiento en la programación. Por ejemplo, que los concursos se hagan en medio de las presentaciones artísticas comerciales. Ya es hora de hacer algo o apague y vámonos.
COLOFÓN: Hoy se cierran las inscripciones para concursar en el segundo Festival Un Canto al Río que se realizará el próximo 8 de enero en las instalaciones del Parque La Provincia, a orillas del río Guatapurí y en el que niños y adultos cantarán sus inspiraciones de cualquier género musical dedicadas al río. Ese día los directores de medios de comunicación con sede en Valledupar y algunas entidades estatales sembrarán y adoptarán un árbol nativo en lo que hemos denominado Siembra Compromiso con el Río.
Por Jorge Nain Ruíz Ditta