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¿Por qué Montería es la Sorpresa Caribe y no Valledupar?

Montería se fortaleció como ciudad media.

Este 1° de mayo de 2021, Montería cumple 244 años de fundada. Valledupar, más antigua, casi la duplica en años. Ambas levantadas en fértiles valles, aunque en el imaginario cultural al referirse a Montería se le considera sabana, confundiéndola con la ubicación de Sincelejo. Según proyecciones estadísticas, en el 2020 Valledupar tenía cerca de 550 mil habitantes y Montería unos 500 mil.

Montería y Valledupar fueron pueblos grandes que crecieron bajo el influjo de la producción agropecuaria, con una marcada tradición campesina y que no llegaron a convertirse en ciudades industriales. 

Desde 1952, Montería se erigió como capital del departamento de Córdoba, y Valledupar desde 1967 del departamento del Cesar, pero sus verdaderos desarrollos urbanos fueron posteriores. Valledupar empezó a finales de los 80, pese a la crisis económica, convirtiéndose en lo que en su momento se llamó ‘Sorpresa Caribe’.

La ciudad se ha convertido en la verdadera sorpresa Caribe.

 En esa última década del siglo XX, Montería, pese a su dinámica productiva, seguía siendo un pueblo grande al que el escritor José Luis Garcés llamaba “San Jerónimo de los Charcos”, a la par que elogiaba a Valledupar en sus columnas de El Heraldo. Hoy, en estas dos décadas de lo que va corrido el siglo XXI la ecuación se invirtió y Montería es un modelo de ciudad intermedia, con una visión definida, mientras que Valledupar se debate en la encrucijada de problemas básicos sin claras propuestas de solución.

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Sin perder los vínculos con Valledupar, estoy radicado en Montería desde el 2014 y debo confesar que la considero una mejor ciudad. Le he preguntado a casi una docena de paisanos que también viven en Montería y no han dudado en hacer la misma confesión en privado, aunque el orgullo chovinista les impida reconocerlo en público. 

La comparación es necesaria, porque por múltiples razones son ciudades hermanas. Además, los monterianos no ocultan su admiración y afecto por Valledupar. No solo por la música, sino también por otros factores socio culturales y estoy seguro de que están dispuestos a compartir su valiosa experiencia con nosotros. En el 2004, cuando empezó a consolidarse el empuje de Montería bajo la alcaldía de León Fidel Ojeda, el alcalde de Valledupar Ciro Pupo Martínez y una gruesa comitiva vallenata visitó a Montería en varias ocasiones para conocer el proyecto de la Ronda del Sinú que se enmarcaba en la política de “Ciudades amables”. Parece que los posteriores mandatarios vallenatos transitaron rumbos distintos, tal vez tratando de emular modelos como Barranquilla, una ciudad fordista, con características diferentes a las de una ciudad intermedia como Valledupar.

Para defender mi opinión a favor de Montería, que no menoscaba un ápice mis afectos por Valledupar, podría acudir a las públicas declaraciones de Carlos Vives que en sus redes sociales no ha dejado de elogiarla, o incluso al reciente Twitter de Leonardo DiCaprio que se mostró gratamente sorprendido por su biodiversidad, especialmente por las docenas de especies de aves nativas y migratorias que sobrevuelan su cálido cielo, por lo que también se le conoce como la ‘Ciudad de las golondrinas’. Sin embargo, intentando ser objetivo, prefiero señalar tres aspectos concretos en los que, a mi juicio, Montería supera a Valledupar.

RECUPERACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO CON SENTIDO ECOLÓGICO

Montería aspira a convertirse en el primer distrito ecológico de Colombia. Todo comenzó con la llamada Ronda del Sinú, un hermoso parque lineal que hoy alcanza casi 4 kilómetros y con la cual la ciudad le devolvió la dignidad e importancia al imponente río que la atraviesa y que según la mitología Embera-katío nació al romperse un totumo de oro en el Nudo de Paramillo, territorio sagrado de los indígenas.

En Montería ha sido clave el crecimiento sostenible alrededor del río.

La idea de este parque lineal, diseñado por el arquitecto Julio Parra Grondona, se concibió en la administración de Luis Jiménez Espitia, un líder popular que ganó las elecciones a la alcaldía en el 2000 y que no alcanzó a construir un solo metro de ronda; pero garantizó su financiación a través de la creación de un impuesto de parques, su inclusión en el POT y la constitución de la empresa Parques Nueva Montería. 

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En esa época, el río Sinú era el vertedero de la basura de los comerciantes del centro de la ciudad y nadie respetaba su ronda hídrica. “La ciudad le había dado la espalda al río”, afirma Marcos Daniel Pineda García, dos veces alcalde de Montería, quien consolidó esta política de recuperación del espacio público con un sentido ecológico e internacionalizó a Montería como ‘Ciudad Verde’.

El modelo urbano adoptado en Montería lleva 20 años de continuidad y sus diversos alcaldes, entre ellos el actual ministro de Ambiente, Carlos Correa Escaf, sin ninguna mezquindad ni recelo no han hecho otra cosa que desarrollarlo y fortalecerlo.

Podemos decir que Valledupar nunca le ha dado la espalda al Guatapurí, el mítico río de agua fría según la lengua ancestral de las tribus de la Sierra Nevada. Pero nuestro acercamiento no ha sido afortunado y lo hemos convertido en un masivo bañadero público. Recuerdo –hoy con horror– que se propició inclusive la construcción de hornillas para sancochos y la delirante idea de volverlo una playa de arena de mar, desterrando la flora y la fauna nativa.

La Ronda del Sinú incorporó el río a la dinámica urbana de Montería. Respetó la topografía, vegetación y arborización existentes y previó de manera organizada los usos para ese tipo de espacios públicos, como por ejemplo, paseos y movilidad en bicicleta, visitas y esparcimiento, acceso a los planchones como medio de transporte, comercios y ventas, además proyectos puntuales como el Museo Zenú de Arte Contemporáneo, cuyo curador es el maestro Cristo Hoyos Mercado, donde se han expuesto obras de Botero, Obregón, Grau y de otros artistas regionales como Olga Gómez, residente en Montería. 

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El arquitecto Julio Parra Grondona, quien también diseñó el Centro Comercial Alamedas y la Terminal de Transporte, al referirse sobre su inspiración del diseño de la Ronda del Sinú, es enfático al decir que lo más importante “fue mi relación estrecha con este sitio, ya que de niño visitábamos frecuentemente este lugar con los amigos y familiares a montar bicicleta y jugar”.

VÍAS Y TRANSPORTE PÚBLICO INTELIGENTES

Valledupar planificó amplias avenidas, pero el aumento desmesurado de la circulación de vehículos en nuestras ciudades convierte sus calles en infernales atascos, lo cual se agrava si además están llenas de huecos y baches. En Montería circulan diariamente más de 60 mil automotores y sin embargo es una ciudad donde no se producen trancones como los que se ven en Valledupar por el monumento Pedazo de Acordeón.

 La fórmula, más que amplias avenidas, la explica el exalcalde Correa: una infraestructura vial inteligente, cruces y anillos que impiden el tráfico pesado dentro de la ciudad, intercambiadores o puentes vehiculares (ya se han construido dos), ciclorrutas y sobre todo un eficiente transporte público.

La exitosa historia del transporte público en Montería me la contó Argemiro Calderón, concejal de Montería en el 2000, y posteriormente secretario de Gobierno Municipal. Argemiro es de San Diego y lleva 50 años en Montería; hace 20 trató de vincularse en Valledupar al negocio de transporte, pero se regresó decepcionado. Me cuenta que en el 2000 los transportadores de Montería eran un sector disperso y en el que cada quien era dueño de su vehículo. 

Se organizaron en sociedades anónimas e hicieron reposición del parque automotor por su propia iniciativa y con sus recursos. Miraron modelos internacionales, implementaron tarjetas de pago, alimentadores, capacitaron a sus conductores y se volvieron empresarios comprometidos con la ciudad. 

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Eso les permitió frenar el fenómeno del mototaxismo que en Montería no tuvo los niveles dramáticos de otras ciudades. El municipio se comprometió a mejorar las vías y en esa primera etapa el alcalde León Fidel Ojeda construyó el Puente Bicentenario sobre el río Sinú, una imponente obra que integraba las dos márgenes de la ciudad.

También fue el sector privado el que construyó la terminal de transporte de Montería, en un lugar estratégico con rápido acceso desde cualquier punto de la ciudad, lo cual permitió reubicar el transporte intermunicipal que congestionaba el centro de Montería, una ciudad convertida en epicentro regional en la que confluyen 73 municipios: 30 de Córdoba, 26 de Sucre, 11 del Urabá antioqueño y 6 del bajo Cauca.  

Una de las últimas etapas del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP), cuya inauguración la ha anunciado el actual alcalde Carlos Ordosgoitia Sanín, es la Línea Azul, consistente en modernas embarcaciones de 60 pasajeros que navegarán de manera lineal por el rio Sinú y que favorecerá a los barrios del sur de la ciudad y a corregimientos del norte, como Mocarí y Los Garzones. Estas embarcaciones utilizarán paneles solares como combustible y cubrirán una ruta de 4 kilómetros y movilizarían diariamente a unas tres mil personas.

Según la opinión de Guillermo Rocha Mendoza, un joven ingeniero vallenato que trabaja en el Transport for London, organismo encargado del transporte en Londres, la mejor solución no son las amplias vías que incentivan el uso de vehículos particulares, sino implementar “sistemas de estrategia de movimiento masivo”, lo cual en la actualidad implica retos adicionales a partir de la pandemia de la covid-19. En ese sentido, Montería, con pocas avenidas, se ha movido por el camino correcto.

SEGURIDAD CIUDADANA      

La sensación de seguridad en Montería es algo que me sorprendió, sobre todo porque venía de vivir en Santa Marta y Valledupar, donde daba miedo contestar el celular en la calle. En barrios residenciales como La Castellana, las casas no utilizan rejas y persiste la tradición de sentarse en la puerta a conversar. Es innegable que Córdoba y Montería han sido azotados por la violencia y siguen siendo el corredor de bandas criminales dedicadas principalmente al narcotráfico.

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Pero la delincuencia común, la que afecta al ciudadano que habita y transita en la ciudad, tiene muy baja incidencia en comparación con la alarmante situación que ha vivido Valledupar. Por eso algún esporádico raponazo o asalto a una vivienda es una noticia escandalosa. 

La percepción de inseguridad es menor.

Varios factores inciden, pero habría que destacar la creación de la Policía Metropolitana que hizo posible pasar de 350 a 1.000 policías para custodiar la ciudad. También, sin duda, la existencia de una arraigada cultura del trabajo y del esfuerzo personal que le ha permitido a la ciudad mantenerse en bajos índices de desempleo.

Para terminar, recuerdo que cuando llegué a Montería fui a saludar a mi paisano y pariente Álvaro Guerra. Con su característico sentido de humor me contó que el 23 de julio de 1973, el día del incendio del edificio Avianca en Bogotá, cuando llegó por primera vez a Montería a estudiar veterinaria en la Universidad de Córdoba, se puso las manos en la cabeza y pensó que había caído en el pueblo más feo del mundo. 

Pero ahora no se arrepiente de haberse quedado y se entusiasma al contarme la manera cómo Montería se fue desarrollando, con más edificios y sin conjuntos cerrados; con buenos servicios públicos; con exclusivas zonas de bares y restaurantes; con más de 10 universidades, algunas acreditadas en alta calidad como la Universidad de Córdoba, la Universidad del Sinú Elías Bechara Zainúm y la Universidad Pontificia Bolivariana, que ofrecen carreras y especializaciones en todas las áreas, incluyendo Medicina e ingenierías, etc., etc.

 Me pide que lo siga visitando porque una sola visita no le alcanza para contarme todas las cosas bonitas de Montería.  Me abrazó, eran los tiempos anteriores a la pandemia, y me dijo en un tono profético: “Primo, usted se va amañar en Montería”.  

Por: Pedro Olivella Solano

Colaboraciones EL PILON: