Todos los días nos levantamos con una cantidad de nuevas palabras, dichos, proverbios, frases célebres y mil cosas del idioma español que los gramáticos van publicando, de manera que hay un grande cementerio de palabras, pero cientos de clínicas pariendo nuevos términos y anunciando palabras viejas que no utilizamos, pero antes que mueran al menos nos toca conocerlas.
Tengo una rara afición por las palabras de todo tipo, incluso de palabrotalogia, una historia de las palabras groseras o soeces del escritor Víctor Ortega, el mismo autor de otros textos como ‘Palabradicción’ y ‘Palabrología’, que juntos hacen trilogía, para solo mencionar un autor.
No hay que ser Carlo Von Linneo, quien ordenó los términos en taxonomía y botánica principalmente, tampoco Covarrubias que los venezolanos dice cobacatira, ni a menos María Juana Moliner que los barranquilleros llaman Marijuana y que Alfredo Gutiérrez y sus coristas de entonces saludaban en cada disco como Juana Montes. No confundir con los Montes de María, donde precisamente Joche se cogió un mochuelo un mes de enero, para la novia de Adolfo Pacheco que nuevamente está en clínica. ¡Salud al viejo maestro en su hamaca grande¡
Les conté que la palabra Sororidad era para las mujeres el año pasado, pero no pegó, sin embargo a ellas sí les pagaron bastante como puede verse en la prensa. Y todavía no estoy hablando de cachos como artistas y cantantes.
‘300 Historias de Palabras’, de Juan Gil o ‘El Origen de las palabras’, un diccionario etimológico de Ricardo Soca. Tampoco confundir con soco, el desgastado machete de nuestros campesinos, el mismo machete que cortó a Socorro, según Gabriel ‘Rumba’ Romero. Entre los términos aprobados por la RAE, encontramos Edadismo, para referirse a las edades de las personas, en el pasado con algunas féminas he tenido problemas por divulgar su edad, Patricia su esposa era mayorcita que Diomedes Díaz y nadie dijo nada, hoy cantantes como Orlando Liñán o Rafa Pérez viven encantados con sus parejas, a propósitos términos como cuarentañeras ( entre 40 y 49 años) acaba de aceptar la Academia Española de la Lengua. Una de esas chicas inspira la Pigotripsis, pero eso es otra cosa.
Panetón, conspiranoico, micromachismo y puntocom, también fueron aceptadas por la academia rectora del caso. El primero es un pan relleno con frutas caramelizadas, como debe ser en todos los panes, la segunda todos los días pueden notarlo con las peleas políticas entre los del Pacto Histórico y Centro Democrático, donde esta semana confundieron la muerte de Polo Polo, el comediante mexicano con su vecino afroamericano de su mismo nombre.
La cosa se puso color de hormiga, mientras hubo aclaración, no decoloración para evitar racismos. Puntocom también fue aceptada, pero la lengua popular hace rato la usa para referirse a las parejas que se conocen por las redes, al tiempo que micromecenazgo es un conjunto de personas que aportan pequeñas cuotas para una causa, lo que entre varaos llamamos “hacer la vaca”, que después les contaré la historia de la frase. Está en estudio de aprobación “Banda Ancha”, pero ya el pueblo cita para las damas que no son señoritas, sin embargo, comercio electrónico si pasó el examen de los académicos.
El mundo científico y psicológico tampoco queda quieto en terminología, con la mala fama que nos dieron a los costeños en temas de zoofilia, hoy solo quedan viejos con lectilagma en todos partes, sin importar el color de su ropa, incluso los restaurantes viven llenos de personas con Vorofilia, pendientes si llega una que provoque pediofilia, sin importar que tenga síntomas de anastofilia que salga de cualquier gimnasio. Hoy que las mascotas están de moda, es posible encontrar gatos encerrados para airufilia, pero usted viene de otros ajetreos con mejores resultados, evitando al tiempo un arañazo.
La masa no está para bollos y el palo no está para cucharas, mire el caso de Vargas Llosa con su pichula, y siguiendo con el tema, las palabras Garciamarquiano y Cortazariano si fueron aceptadas. Espero turno, pueden venir cosas mejores. Saludos y deje la gimnofilia para otros días. Enero apenas se acaba.
Por Edgardo Mendoza Guerra-Tiro de chorro