Algunos le llaman ‘Macondo’. Para otros simplemente es “el país del Sagrado Corazón”, donde igual que en el mundo creado por Lewis Carroll por allá en el lejano 1862, suceden las cosas más absurdas. Este es el único lugar del universo donde el fiscal anticorrupción es capturado por corrupto; donde no hay dinero para mejorar la educación, pero sí para mejorar los sueldos de los congresistas o donde los problemas son cuestiones relativas y de percepción.
La verdad es que han pasado más de 200 años y Colombia sigue siendo la “Patria Boba” gobernada por los mismos con las mismas, directa o indirectamente, que llegan al poder por dedocracia o porque los ha elegido un pueblo amnésico y desmemoriado. Y es que hay personajes que se han especializado en vivir a costas del erario público, no saben hacer más.
Aunque duela, las cosas son así y punto. Es la eterna condena a la libertad que nos exige ejercer nuestro derecho de elección. Es un callejón sin salida en el cual nos adentramos, como ovejas llevadas ante el esquilador, mudas y distraídas por banalidades. Por todas partes se escucha: ¿Quién será el homenajeado en el Festival del año próximo? ¿Cuál será el número que le corresponderá a James en su nuevo equipo? ¿Será que hay ciclopaseo esta noche con el alcalde?
Mientras tanto, en el universo paralelo donde vivimos un pequeño resto, salir a la calle se ha convertido en una verdadera prueba de supervivencia, pues el hampa se ha apoderado de la ciudad. No sólo los delincuentes que, armados hasta los dientes, salen a cazar víctimas sino también los bandidos de cuello blanco que empiezan a surgir de las madrigueras buscando votos en un ambiente enrarecido, donde no se sabe quién es quién. Pescan en río revuelto.
Estamos a poco menos de un año para las elecciones presidenciales de 2018 y el paisaje político es abstracto. No hay claridad sobre los aspirantes y al escribir en el buscador de Google la palabra “campañas presidencia Colombia 2018” solo obtengo como resultado las noticias referidas al popular caso de corrupción de Odebrecht, que asumió los gastos de las campañas de Santos y Zuluaga en 2014. Ni siquiera han aparecido los videntes que, leyendo el tarot o alguna bola de cristal, se atreven a realizar predicciones.
En un ambiente donde reina la incertidumbre, cualquier cosa puede suceder. Amanecerá y veremos dijo el ciego, que Dios nos encuentre confesados.
Por Carlos Luis Liñán Pitre