X

Pablo Escobar Gaviria, un mito en la historia

La historia reciente de Colombia, y cuando decimos reciente pensamos en los últimos treinta o cuarenta años, estará marcada por el fenómeno del narcotráfico. Este flagelo mundial terminó por agravar nuestra violencia endémica, atizó la subversión, luego el paramilitarismo y generó una delincuencia y una corrupción social de la cual, aún hoy, no nos reponemos…

El fenómeno persiste; no se puede negar que sigue saliendo droga del país y en cantidades considerables, por lo menos aproximada a sus promedios históricos. Pero hoy los narcos son de un bajo perfil, como se dice popularmente, más discretos y menos violentos con el resto de la sociedad.

Sus rencillas internas siguen siendo igual de agresivas, pero ahora tienen menos despliegue en los medios de comunicación regional y nacional. Bien distinto al drama de México, país que afronta un proceso similar al que vivió Colombia a finales del siglo pasado.

En esa historia del narcotráfico, que es un fenómeno global por definición, tiene un papel protagónico el nombre de Pablo Emilio Escobar Gaviria; un paisa, nacido en Medellín, de clase media, hijo de un campesino y una maestra, que demostró una gran habilidad para los negocios ilegales, primero con el contrabando y luego con el tráfico de drogas y el lavado de ese dinero. Sin duda un personaje de leyenda…

Por estos días, como consecuencia de la serie de televisión “Pablo Escobar, el patrón del mal”, del canal Caracol, basada en la obra biográfica del periodista Alonso Salazar, ex alcalde de Medellín, el país ha vuelto a revivir, a recordar y a hablar de la figura de Pablo Escobar. Se trata de un personaje enigmático, complejo, que genera amores y odios entre distintos sectores de la sociedad colombiana.

La primera imagen que el país tuvo de él era la de un hombre hábil para los negocios ilegales, sagaz y atrevido, que se cambió de la marihuana a la cocaína, utilizó todos los medios para embarcarla a Europa y los Estados Unidos, e hizo una inmensa fortuna que lo convirtió, reiteramos, en leyenda urbana en Medellín, primero, y luego en toda Colombia. Era el símbolo del narcotráfico.
Pero a la par de su fama de buen negociante de asuntos ilegales, insistimos, fue cultivando muy bien su filantropía; su generosidad con la gente más pobre de Medellín y de Envigado, su zona de mayor influencia. Esa era su gran protección personal y social.

No obstante, en el mismo Escobar negociante existía un hombre muy violento, que además de enfrentársele a sus enemigos personales y de negocios, desafió al Estado y a la sociedad colombiana en su conjunto. Ese balance final lo harán los historiadores, pero, en nuestra opinión, el daño de Escobar es sólo comparable al de Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo, o al del mismo Carlos Ilihc Ramírez, el Chacal, por su capacidad de generar hechos de verdadero terror.

Caracol televisión le está presentando al país una serie dramatizada, bien realizada, bastante cercana a lo que fue la vida conocida de Escobar Gaviria. Un personaje complejo, mítico, exitoso en el bajo mundo pero asesino y terrorista, como el que más. Es conveniente que los televidentes, principalmente los más jóvenes conozcan sobre la vida de Escobar, pero ojalá el mismo canal, a través de formatos periodísticos, contribuyera a contextualizar y a presentar mejor, con sentido crítico y analítico, a este siniestro personaje.

No podemos incurrir en la apología del delito. El país no puede olvidar el asesinato de tantos hombres y mujeres que se atrevieron a advertir, a señalar lo que Escobar Gaviria significaba. Hoy recordamos a Luis Carlos Galán Sarmiento, destacado político liberal, al periodista Guillermo Cano, director de El Espectador, a tantos fiscales, periodistas, policías y otros grupos de población que murieron bajo las balas del narcotráfico.

Además, ahí están las bombas al DAS, a la sede del Espectador, al avión de Avianca y a varios centros comerciales, sólo con el fin de evitar la extradición de él y de sus cómplices en el negocio. Ese también es parte de su legado…

El país no ha superado el problema del narcotráfico, así su violencia hoy sea distinta y aparentemente menor. Pero el negocio de las drogas ilícitas cambió, para mal, claro está, la sociedad, la economía y la cultura nacional. Pablo Escobar, además de lo que es como persona es uno de los símbolos de un amplio y doloroso capítulo de nuestra historia que aún no ha terminado. En esa dimensión y en ese contexto es que hay que comprenderlo y presentarlo…

Categories: Editorial
admin: