Los colombianos comunes y corrientes creímos que el acuerdo firmado por ‘Timochenko’ -el máximo jefe de la Farc- y el expresidente JM Santos, mejoraría sustancialmente la crítica situación de Colombia que, desafortunadamente, no ha cambiado porque seguimos en las mismas condiciones, con la amenaza de que cada día será peor.
Lo más grave es que siempre acusamos a otros como causantes de tal realidad y nunca reconocemos la falta de sensatez para solucionar los problemas que perjudican a todos los colombianos, sin ninguna distinción; es decir, que los poderosos también sufren las consecuencias de los inconvenientes que por cualquier motivo afectan a la humanidad, y que en algunas ocasiones ni siquiera merecen cuestionamientos.
Por la polarización radical, tan difundida a través de los diferentes medios de comunicación, el pueblo colombiano se equivocó en la elección del remplazo del presidente JM Santos, porque entre los candidatos de la ultraderecha y la izquierda extrema tuvimos varios aspirantes a la presidencia con ideologías apaciguadoras de ánimos recalcitrantes, que sin duda alguna podían ser mejores gobernantes que Iván Duque y Gustavo Petro, quienes pasaron a la segunda vuelta electoral, sacando a los candidatos Humberto de La Calle, Sergio Fajardo y Germán Vargas de la contienda presidencial.
Por el miedo al Castrochavismo y otras intrigas por todos conocidas, el pueblo se decidió ampliamente por el candidato de la ultraderecha, quien en sus primeros cien días como Presidente de la República ha sido un verdadero fiasco.
Iván Duque Márquez, tal vez por su inexperiencia y por la acostumbrada presión con enorme manipulación de los dirigentes de su partido político ha cometido muchos desatinos que lo tienen en la picota pública, no solo por la dirigencia de sus opositores, sino por muchos uribistas. Incluso el líder del partido Centro Democrático, actualmente expresidente del país y ahora senador del congreso, enjuiciado en los corrillos como hábil en dar órdenes a sus subordinados sin comprometer su aplaudido prestigio.
No sé si al presidente Duque le harán encuesta de satisfacción en sus cien días de gobierno, en todo caso saldría muy mal librado, si tenemos en cuenta la cantidad de memes en su contra, a través de los cuales los críticos más indulgentes lo catalogan como títere.
Posiblemente, se daría una sacudida si sacara algunos ministros de su gabinete, comenzando por el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, seguido por el ministro de Defensa, Guillermo Botero, un verdadero botafuego sin ton ni son. Además hay otros ministros y altos funcionarios que deberían salir del gobierno, para que el presidente Duque gane credibilidad. Pero por lo visto no creo que el novel presidente se atreva a sacarlos, ya que ellos no renunciaran voluntariamente.
Por José Romero Churio