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Neoliberalismo a la colombiana

Emulando a los chilenos, el neoliberalismo nació en Colombia y morirá en Colombia; sería la consigna si tomamos el título y el contenido de la columna de Fernanda Gil Lozano, de nacionalidad argentina, exparlamentaria Juvenil de Mercosur y directora del Cipdh-Unesco, órgano que tiene como objetivos la prevalencia de los valores de la vida, la libertad y la dignidad humana.

Gil Lozano, profesora de historia y magíster en Sociología y Análisis Cultural, titula su artículo en El Heraldo Digital: ‘El Neoliberalismo nació y murió en Chile’, tras el triunfo de los independientes en el plebiscito y asamblea constituyente soberana, instancias en las que los partidos tradicionales de centro izquierda y la derecha oficialista del presidente Sebastián Piñera sufrieron apabullantes derrotas.

Los 155 constituyentes elegidos con paridad entre hombres y mujeres y 17 escaños reservados para los pueblos indígenas, se encargarán a partir del mes entrante de redactar una nueva Constitución que cambie el modelo de Estado, el sistema de gobierno, el régimen político y los derechos económicos y sociales impuestos por la dictadura de Augusto Pinochet en la carta política redactada en 1980, modelo que aumentó la desigualdad y relegó a la mujer a ejercer un papel secundario en el gobierno y la sociedad; pero los chilenos se pellizcaron, salieron a las calles y activaron en octubre de 2019 una movilización social en rechazo al aumento de los pasajes, protesta que derivó en una lucha histórica capaz de cerrar brechas y conquistar espacios de democracia.

El neoliberalismo a la colombiana, que también colapsó, choca con leyes expedidas a finales del siglo 20, que en el sentir de una gran franja de opinión es una contrarreforma a la Constitución del 91 que pregonaba garantizar derechos universales a la educación, la salud, la pensión y la estabilidad laboral.

La gente en la calle reclama la reforma de esas leyes, sumada la Ley 30 y la Ley 50, para volver al espíritu de los derechos consagrados en la Constitución del 91, en aras de fortalecer la paz y la democracia, superando el neoliberalismo, que es insostenible en la sociedad y el mundo de hoy, como cierta forma de regular un capitalismo raquítico, derechos que se deben conquistar en las urnas, resume el debate protagonizado en el Congreso de la República por el candidato presidencial Gustavo Petro.
Los fondos privados de pensiones nacieron con la Ley 100, en los que hasta ahora solo hay 300 mil pensionados, de 8 millones que cotizaron, ahorraron toda una vida y terminaron engañados y estafados por el gran negocio de dos grupos económicos en cabeza de Luis Carlos Sarmiento Ángulo y el Grupo Empresarial Antioqueño.

El senador de la Colombia Humana también le hace reparos a la Ley 30 que impide que los jóvenes accedan a la universidad, ya que el Estado no financia la educación pública superior, lo que implica una erogación anual de 14 billones de pesos, cifra que está en la reducción de impuestos a las empresas, aunque más de 200 billones reposan en el presupuesto nacional, pero no hay voluntad política para invertir en educación, concluye.

No han querido entender, tanto el Gobierno como algunos miembros del Comité Nacional de Paro, que el estallido social en nuestro país no es producto de leyes a futuro en materia tributaria, de reformas a la salud, el sistema pensional, la justicia u otras, son por leyes existentes promulgadas después de la Constitución del 91, reiteró Petro, exhortando al gobierno a negociar desde esos parámetros para evitar que escale la protesta social.

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Miguel Aroca Yepez: