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Con su música a otra parte

Los alcaldes y gobernadores se creen que son la última bolsa de agua del desierto, que todo lo saben y una cosa es antes de posesionarse y otra después.

Se vuelven tan importantes que los ve uno a toda hora en televisión y en la radio dando declaraciones de la minería, del mercado público, del alza de la gasolina, de obras de infraestructura, del alcantarillado, de salud, de las universidades, colegios, de política, de las contrataciones habidas y por haber; en fin, saben de todo. Pero que va, la mayoría hacen las cosas al revés y uno ve a “tontos” periodistas preguntándoles por bobadas.

Quisiera oír a un solo Alcalde o Gobernador declarando cosas adversas de su administración o señalando las componendas y las obras a dedo para “pagar” los favores políticos de sus “compadres”, eso lo callan, como buenos “parceros”.

Aquí en Colombia no hay sostén institucional, porque ni las mismísimas cortes Constitucional y Suprema y mucho menos el Consejo de Estado, y jueces obran en lo fundamental en los casos de litigios.

Hoy, una institución de esas levantan (por decirlo de alguna manera) una jurisprudencia y mañana la cambian por amiguismo. Son pocos los jueces probos, mis consejeros periodísticos conocen a varios de ellos, pero se abstienen de mencionarlos para no caer en la voracidad de los malos.

Todas las instituciones están impregnadas de esa grave carcoma que algún día deberá claudicar, el mismo Contralor General reconoce que a esto se lo llevó el diablo.

Pero sigo con el tema de hoy: hemos tenido alcaldes en Valledupar y gobernadores en el Cesar que han sido “cobradores” de sueldos y de dádivas millonarias.

Este periódico sería insuficiente para contarles hasta saciar las metidas de patas –seguramente adrede- de varios gobernantes que decidieron hacer obras insulsas e inconsultas y otras las dejaron iniciadas después de “invertir” miles de millones de pesos en ellas.

Me voy a referir a varias de esas obras, como la construcción de la segunda galería en el antiguo Idema, semejante esperpento es un insulto a la transparencia y nadie está preso.
¿Para qué necesitamos los vallenatos un estadio de tenis? o para qué gastar cientos de millones de pesos en la batería sanitaria del parque del barrio Primero de Mayo y después de tantos años no funciona.

Por qué se invirtieron (hay que revisar esas sumas) miles de millones de pesos en la cancha sintética del barrio 12 de Octubre y hoy presenta deterioro, además al lado de la cancha dejaron un basurero público y una cueva que solo los malandros visitan para acometer sus fechorías. Pero, fíjense, un gobernador contrató hace casi 10 años la construcción de una sede de la Universidad Nacional cerca de Valledupar y la obra está en veremos y seguramente allí nunca funcionarán carreras de pregrado.
En fin, los gobernantes han invertido en seguridad para Valledupar comprando motocicletas, carros y accesorios para la Policía Nacional. Ahí hay una millonada, que nadie revisa –por temor-, pero eso en vez de acortar la brecha de inseguridad lo que ha permitido es incrementarla.

Cunde el pánico en los barrios, el terror se ha apoderado de todos y los delincuentes terrorista que son unos cuantos nos acorralan con el ruido de sus motocicletas y con el tableteo de sus armas de fuego. Seguramente, la idea es matarnos a todos.

Sin embargo, creen el Alcalde y el Gobernador que ellos saben de estrategias de seguridad. Dejen al comandante de la Policía y a sus subalternos que tracen sus actividades. Permitan que la Policía haga lo suyo y si no pueden, entonces, que vayan con su música a otra parte. Hasta la próxima semana.
tiochiro@hotmail.com
@tiochiro.

 

 

 

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