Frente a los resultados del plebiscito, los partidarios del No y el Gobierno están asumiendo la actitud de que el Acuerdo no fue aceptado por la mayoría, pero debe seguir vivo porque lo exige una muchedumbre que clama “Acuerdo ya”, desconociendo que nuestra democracia decide en las urnas y no por aclamación en Cabildo Abierto. Y, por supuesto, lo exigen las Farc, que lo consideran vigente porque entregaron una copia al gobierno suizo antes de que el pueblo se pronunciara.
El presidente recibió un mandato general en 2014 por la paz, pero también el más reciente y específico del plebiscito, advirtiéndole que el Acuerdo no está vigente porque más de la mitad de los votantes no lo aprobó. A pesar de ello, hay factores empujando al Gobierno a buscar el camino de en medio: El Nobel, las Farc, las manifestaciones, los medios, la reforma tributaria, y hasta el terrorismo que despierta al fantasma de “la guerra urbana”; todo parece impulsar al Gobierno a buscar atajos.
Parte de esa tácita estrategia ha sido insistir en los ataques contra los partidarios del NO, principalmente el Centro Democrático y el expresidente Uribe, a quien acusan de querer el regreso a la confrontación, de oponerse a cualquier acuerdo, de dilatar y de exigir imposibles. Yo invito a ese medio país a abandonar las acusaciones sin fundamento y a que no persista en buscar malas intenciones donde no las hay.
No es momento para desconocer que ganó el NO y que debe ser tenido en cuenta, o para sentenciar que hay propuestas “imposibles”, porque es aceptar que estamos sujetos a la inflexibilidad de las Farc; 5.645 violentos armados frente a 47 millones que tenemos otra visión de país. No es momento para la búsqueda de atajos, que solo denota la intención de “hacerle conejo” a las mayorías.
Es momento para la grandeza, y el expresidente Uribe ha dado señales claras. Fue un gesto de grandeza la discreción frente a los resultados y la aceptación de un encuentro con el presidente. El 4 de octubre, ante cámaras, fue Uribe quien llamó a concertar la cita, respondiendo a un clamor nacional.
Uribe ha insistido en un Pacto Nacional por la Paz; tuvo el gesto de grandeza de comprometerse con su implementación en el Congreso, y a no contaminar el proceso con el debate electoral, un gesto de grandeza que el país espera de todos los sectores políticos. Gesto de grandeza fue proponer la rápida amnistía para las bases guerrilleras y garantías de seguridad para las Farc, y el de su intención de hablar con los cabecillas e incorporarlos a una “mesa técnica” para avanzar hacia un pronto acuerdo. Uribe se deshizo de las prevenciones que se había autoimpuesto para buscar sin reticencias un acuerdo que comprometa a la nación.
No hay que equivocarse. Es momento para la grandeza. De los del NO, de los del SÍ, del Gobierno, de las Farc, del país todo.