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¿Medios intimidados o amenazados?

En las dos últimas semanas se presentaron dos casos, no sé si por coincidencia o si realmente obedecen a una estrategia de presión contra los medios de comunicación, para evitar que obstaculicen el plan que algunos tienen diseñado para una paz sin restricciones; algo inconveniente a la hora de encontrar verdaderas vías de reconciliación.

En primer lugar, León Valencia, en su columna de la revista Semana fue visceral y poco caballeroso al atacar a Claudia Gurisatti, reclamándole y señalándola de forma abierta por su posición editorial en contra del proceso de paz, la síndica de haber sacado periodistas por no coincidir con su tendencia e insinúa que por amenazas en el pasado, la directora de noticias RCN, actúa con revanchismo y, lo peor, hace una sutil presión a directivos de la organización Ardila para que le pongan freno; aunque después, salió un poco timorato, tratando de explicar que eso no fue lo que él quiso decir, pero lo dijo; se nota que trata de incidir para que otro enfoque del proceso no se toque en medios nacionales y no repercuta en la mesa.

La pluralidad informativa no se puede coartar, por más investigador y columnista prestigioso que se sea León, exhibir a una periodista y dejar en el ambiente, un mensaje cifrado, de que no quiere la paz o es militante de un grupo político, fue un error, incluso, la expone frente a sectores intolerantes en un país tan polarizado, donde puede ocurrir cualquier cosa, con autoridades del más alto nivel, como el Fiscal General de la Nación, que toman partido y persiguen, María Isabel Rueda puede dar fe de ello; sería bueno que el exguerrillero del ELN, en su acuciosidad investigativa y en aras de la imparcialidad, también se interesara en medios como El Tiempo y Revista Semana, que tienen fijada una posición muy cercana al presidente Santos y su concepción de la paz.

El otro caso es aún más grave, el comunicado de Timochenko contra Diana Calderón por su columna, ¿Verdad o Venganza? en el diario El País, de España, la acusa de carecer de independencia y tener una posición para el medio en que trabaja, una especie de títere de Caracol, según él, responsable directo de la guerra; Timochenko la sitúa como carne de cañón y la arriesga a un sinnúmero de dificultades para el desarrollo de su labor y en la mira de cualquier actor armado que pretenda generar caos; una amenaza tácita, si se tiene en cuenta que ya hubo un antecedente terrorista en el 2010, un carro bomba dirigido a las instalaciones de Caracol Radio.

En ambos hechos se limita la libertad de expresión y se pretende silenciar a quienes piensan diferente, lo que evidencia, una vez más, que hay sectores interesados en influir desde la opinión para hacer la paz bajo ciertos parámetros, alejados de la justicia. En cuanto a las Farc, es claro que no quieren que se le remueva su negro pasado: el collar bomba, la masacre de Bojayá, el carro bomba del Club el Nogal, entre otros, para poder salir ilesos de sus atrocidades.

Estocada: ¿Qué tal la respuesta de Santos sobre su capital político?, similar a “el tal paro, no existe” y muchas más, que muestran la desconexión del presidente con el país real. A propósito ¿Ya llegó de Europa o sigue gobernando del otro lado del Atlántico?

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