Comunidades campesinas de varios municipios del Cesar han realizado un área de Zona de Reserva Campesina (ZRC), estrategia autónoma en el territorio que busca proteger y defender la vida de los seres y comunidades que habitan en las zonas rurales.
Los municipios que conforman la iniciativa también llamada “ecocreadora” son: Codazzi, La Paz, Manaure, Pueblo Bello, San Diego y Valledupar, áreas geográficas del departamento que han atravesado un largo y difícil camino para construir los resultados que hoy se aprecian en materia de conservación ambiental y reconocimiento de culturas.
Las nuevas dinámicas permiten reconstruir los tejidos de la comunidad y promueven a la investigación. Es así como la subsistencia del campesino se basa en la agricultura familiar, la tierra como medio de trabajo, la conciencia de la posesión colectiva de los recursos y los mecanismos de autogestión política.
“Los campesinos han tomado acciones de resiliencia propia con sus territorios y han buscado los mecanismos para reorganizarlo de tal forma que las prácticas campesinas guarden armonía con los ecosistemas naturales de la región. Esto necesariamente implica procesos democráticos participativos y autónomos en los que, como organización social, definan zonas y espacios para ciertas actividades, según las lógicas de la vida en comunidad”, señaló la magíster.
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La investigadora recalcó que las ZRC son más que una figura jurídica reconocida en la normatividad colombiana, son más que un marco jurídico con elementos técnicos y normativos, van más allá del modelo de división político-administrativo del Estado: son un mecanismo de reorganización territorial que surge del autodiagnóstico como campesinos y del reconocimiento de los marcos relacionales que configuran el territorio.
Por su parte Orlando Olaya, campesino de Asoperijá, manifestó “estamos formando conciencia para que la gente no tale. Había mucha gente que mantenía la finca sola; ahora se siembra aguacate, cacao, café y lulo. Estamos arborizando bastante y cuidando las fuentes de agua”.
De acuerdo con Olaya, la puesta en marcha es una estrategia autónoma en el territorio para proteger y defender la vida de los seres y de las comunidades que lo habitan.
POR REDACCIÓN/EL PILÓN