Me da risa que a raíz de que un pequeño grupo de niños que intervienen en la que sin duda será un éxito, la filmación de la vida de la mujer más importante que ha tenido el Cesar, Consuelo Araujo Noguera, la inolvidable Cacica, el Ministerio del Trabajo haya hecho presencia con todas sus herramientas y ordene suspender la filmación porque los productores de la novela no tramitaron los permisos respectivos, para poder trabajar esos pequeños párvulos.
Dejen que esos pelaos, que con seguridad son pobres, se ganen esos chavitos y que demuestren sus cualidades artísticas, así como la han demostrado jóvenes, adultos y ancianos para que de pronto tengamos otra mina inagotable de artistas como sucede con los acordeoneros, compositores y cantantes; ya lo estamos viendo con Diomedito y otros, especialmente el de Wilber Mendoza en el papel de su papá, el insuperable Colacho, pero también aprovecho para solicitarle a Pluma Blanca, que me dicen que es la mayor fuente informativa de nuestras costumbres a los productores de la telenovela, que les diga que no se excedan en excentricidades que jamás ocurrieron en nuestra vida cotidiana y nos dejan muy mal parados a nivel mundial, pintándonos como los seres más corronchos e incultos del universo.
Por qué en la telenovela El Patrón no maltratan a los antioqueños ni ridiculizan sus costumbres y lo mismo sucede en los Capos, donde jamás se meten con los bogotanos o vallunos, pero a nosotros los costeños, especialmente a los vallenatos, nos destrozan haciéndole ver al mundo que aquí todo es Old Par, jolgorio, parranda, sancochos y otras cositas más graves.
Siempre he considerado como una conducta cantinflesca que da risa, la actitud del Consejo Nacional Electoral, que parece que no tuviera oficio y debería de correr la misma suerte de la Judicatura, cuando en un amplio despliegue se traslada de una ciudad a otra, devengando jugosos viáticos, detrás de Silvestre Dangond, Peter Manjarrez, Iván Villazón Aponte, Farid Ortiz o cualquier otro famoso cantante vallenato, para que les expliquen el por qué en sus discos se atrevieron a mencionar el nombre de un amigo político, cosa que ha sido costumbre de toda una vida y ahora se les ha ocurrido que es propaganda política. ¡Habrase visto!, cuando hay tantas situaciones confusas en materia electoral dignas de profundas reflexiones por resolver, como es el caso de los avales que se está convirtiendo en un galimatías más enredado que un bulto de hilo de pelotica o dirimir o pronunciarse enérgicamente sobre la doble militancia, para que se acaben los pasteleros, paracaidistas o como decía Julio Muñoz, los mazamorra, que no tienen partido ni escrúpulos para ser hoy fervientes católicos y mañana radicales ateos.
Dejen que los vallenatos saluden y le deseen parabienes a quienes les dé la gana y ocúpense, repito, de cosas más importantes.