A menudo, cuando pensamos en héroes de guerra, nuestra mente se dirige a películas inspiradas en historias que, de manera tangencial, se entrelazan con los eventos de la Segunda Guerra Mundial. Entre estas narrativas destaca la de Nicholas Winton, un empresario británico que logró salvar a más de 700 niños judíos de los campos de exterminio nazis. En contraste, en el corregimiento de La Mina, jurisdicción de Valledupar, encontramos a María Sofía Martínez, conocida cariñosamente como “La Maye”.
Leer: “Quiero que me recuerden como la mejor líder que tuvo el Cesar”: Maye, Mujer CAFAM Cesar 2025
Una heroína que emergió en medio del conflicto armado colombiano. En una calle destapada, a la que se llega preguntando, “La Maye” y las mujeres kankuamas decidieron enfrentar la devastación dejada por la violencia. Con la Asociación de Artesanas de la Sierra Nevada de Santa Marta, ellas se adentraron en los resguardos para identificar a los cientos de niños huérfanos que el conflicto había dejado a su paso.
“Nosotros fuimos víctimas del conflicto. En el año 2000, realicé un censo en la comunidad kankuama y encontramos 700 niños huérfanos, ¡700 niños muriéndose de hambre! No pude aceptarlo ni vivir con eso”, relató María Sofía con los ojos cerrados, como si intentara negar una realidad que aún la persigue.
Tejer para combatir la indiferencia
El 6 de marzo de 2025, María Sofía Martínez alcanzó el segundo lugar en el Premio Mujer Cafam 2025. Este reconocimiento no fue casual; momentos antes de anunciar a la ganadora, Martínez recordó a su hijo fallecido en esa misma fecha años atrás, y le pidió que su espíritu acompañara su labor, que exalta a mujeres de todo el país que, como ella, han luchado contra adversidades sociales, culturales y de guerra para cumplir una misión humanitaria.
El Premio Cafam a la Mujer rinde homenaje a quienes lideran acciones humanitarias en Colombia, ayudando a personas, familias y comunidades a superar dificultades mediante la comprensión y la solidaridad. Para La Maye, el reconocimiento no solo fue por su trabajo en la Asociación de Mujeres Artesanas de la Sierra Nevada, sino también por su esfuerzo en preservar la memoria ancestral.
Su labor incluyó recopilar conocimientos en semillas para evitar su pérdida y transmitirlos a los niños kankuamos, utilizando el tejido como medio para mantener viva la tradición oral.
La Maye inició su labor al percatarse de que las tradiciones y saberes de los ancianos estaban desapareciendo. “Vi que muchos abuelos se llevaban consigo ese conocimiento, y la nueva generación no lo iba a conocer porque, después de su partida, ese saber se perdía”. Para evitar esto, organizó conversatorios entre los ancianos y los niños, permitiendo que las nuevas generaciones aprendieran sobre sus raíces. “Era hermoso ver a los niños preguntar: ‘¿Por qué a Pantano le dicen Pantano? ¿Y por qué a Mojao le dicen Mojao?'”.
Empoderamiento femenino a través de la artesanía
La Maye también se enfocó en rescatar el arte del tejido, una tradición fundamental para las mujeres indígenas. Durante 15 años trabajó con la Organización Indígena Kankuama, promoviendo el aprendizaje del tinte y la elaboración de mochilas. La Asociación de Mujeres Artesanas de la Sierra empezó con veinte artesanas que se reunieron debajo de un palo e mango en la mitad del patio de su casa, hoy reúne a más de 50 mujeres que pueden llegar a 90. “Cuando yo llevaba la mochila de aquí, me dolía mucho porque cada quien hace una mochilita para darle de comer a sus hijos”, cuenta ella para resaltar que a la artesana se le debe pagar justamente y antes de llevarse el producto.
Gracias a su gestión, estas mochilas llegaron a ferias nacionales e internacionales, generando ingresos que le permitieron a las artesanas no solo llevar comida a sus hijos sino reconstruir hogares que a menudo no son sostenidos por la figura paterna. La Maye recuerda con orgullo cómo lograron llevar 700 mochilas a Bogotá y obtener hasta 30 millones de pesos para repartir entre las mujeres.
Enemigos de la fuerza del fique y el tejido
El proceso de empoderamiento económico de las mujeres a través de la producción de mochilas no fue un camino sencillo ni ampliamente aceptado. María Sofía relata las dificultades iniciales: “Hubo mucha resistencia, ya que para participar en eventos como Corferias, se requería la autorización del cabildo, quienes en muchas ocasiones no la concedían. A pesar de estas barreras, persistimos y continuamos adelante”. Ella enfatiza la importancia de hablar sobre estos desafíos, no solo para visibilizar la realidad dentro de las comunidades indígenas, sino también para inspirar a las nuevas generaciones con el valor de la perseverancia.
María Sofía también describe cómo superaron esos obstáculos: “Nos excluían de las iniciativas, pero insistíamos y nos abríamos paso. Finalmente, Artesanías de Colombia reconoció nuestra necesidad, y con el apoyo de la Gobernación del Cesar, especialmente de la doctora Cielo, pudimos avanzar. Así fue como logramos participar en ferias y expandir nuestra asociación”. Con determinación, ahora se prepara para llevar sus mochilas a Francia y Canadá, consolidando su proyecto con esfuerzo y dedicación.
Reconocimientos y liderazgo internacional
Su labor ha sido ampliamente reconocida. La Maye obtuvo una medalla de plata por parte de Artesanías de Colombia y alcanzó el segundo lugar en el premio Mujeres Ancestrales en Cuenca, Ecuador. A pesar de enfrentar limitaciones como su desconocimiento del uso de nuevas tecnologías o la intimidación que le generaban mujeres profesionales, su perseverancia la llevó a conseguir el segundo puesto en el premio Mujer Cafam 2025. “Lo que uno gana es lo que Dios le tiene destinado”, afirmó Martínez.
“Me sentí orgullosa de ese logro, y hoy, como Mujer Cafam, asumo una responsabilidad no solo con las mujeres del pueblo Kankuamo, sino con todas las mujeres del departamento del Cesar”, expresó María Sofía.
Actualmente, La Maye es una figura destacada tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, su mayor satisfacción reside en su capacidad para motivar a otras mujeres: “Hoy quiero decirle a las mujeres del Cesar que sean lideresas, que se hagan reconocer. Yo, como Maye, desde el segundo puesto de Mujer Cafam, tengo la autonomía de presentar a cualquier mujer que demuestre un liderazgo como el mío para que participe en Mujer Cafam. Quiero decirles que dejen el miedo atrás, que sigan adelante y se apoyen mutuamente, porque estoy aquí para servirles”, invitó la lideresa.
Al reflexionar sobre el futuro de su legado, y con casi 70 años, piensa en las batallas perdidas y las victorias alcanzadas: “Quiero tener a alguien que me siga, a quien dejar este legado, porque no es algo que se consiga fácilmente. Si hoy me ofrecen 100 millones por mi asociación, no lo aceptaría, no se lo daría a cualquiera. Solo se lo dejaría a una de mis hijas. Esto ha sido una vida de lucha, de conflictos. Cuando asesinaron a tantas mujeres, a tantos hermanos en la carretera, tuvimos que pisar la sangre de nuestros seres queridos. Fue una lucha en la que nosotras, como mujeres, nos agarramos de la mano, nos abrazamos y nos mirábamos a los ojos, preguntándonos: ¿Por qué asesinar a una mujer? ¿Por qué asesinar a mi hijo? ¿Por qué asesinar a mi hermano?”.
Huérfanos del Conflicto
“Mi lucha comenzó enfocada en el beneficio de las mujeres, pero hoy mi labor se ha expandido. Ahora no solo me rodean mujeres, sino también adultos mayores, ancianos y niños”, concluye la lideresa con firmeza. Cuando se le pregunta por los huérfanos que dejó el conflicto, responde con una sonrisa sutil pero sincera: “Hoy ya son hombres y mujeres, y me llena de orgullo cuando muchos de ellos me abrazan y me dicen: ‘Usted es mi mamá’, porque nosotros nos hemos criado a punta de la mochilita”.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN
Nota del periodista: Aunque se sabe que María Sofía Martínez ayudó a familias con huérfanos en su comunidad, la cifra exacta fue dada por ella y no es verificable dadas las circunstacias del conflicto armado colombiano, como la falta de datos estadísticos precisos.