Una llamada anunciaba nuestro encuentro, minutos después de colgar el teléfono él nos esperó sentado sobre su gran compañera, la mecedora; ubicada a un lado de su cama que hace parte de las riquezas más valiosas de su vida encerradas en el cuarto- biblioteca, donde sus pensamientos se elevan sin límite alguno, cual viento en época de verano.
Cientos de libros adornaban su dormitorio, sus tesoros más preciados.
Luego de un apretón de manos, en las que posaban sus cinco obras, y de una sesión de fotografías en el espacio más preferido de su vivienda de arquitectura antigua, donde aún se respira aire puro y lleno de recuerdos, se puso en pie. Sentados en una mesa de madera, de aquellas que pocos se ven hoy día, comenzó la entrevista que se volvió charla.
Aunque se negaba a describirse así mismo, logré convencerlo, y rememoró esa infancia donde su coeficiente intelectual superaba los límites de su edad y deslumbraba por su precoz madurez y fluidez verbal.
“Tenía fama de inteligente, e incluso cuando entré al colegio, apenas tenía unos meses en kinder cuando me pasaron para segundo de primaria, porque entendía demasiado” dijo Luis Enrique Mizar Maestre, el tan reconocido poeta y escritor que encantó con sus letras al Cesar y a todos sus lectores a nivel nacional.
Desde niño los libros fueron su pasión, recordó “cuando hacía 3° de primaria, debido al rendimiento académico, la profesora Elizabeth Santana me regaló un libro del Quijote de La Mancha. Ese libro me marcó y enfermó en la literatura para toda la vida, porque traía un glosario de palabras muy castellanas que me las aprendí y aumentó mi lexicografía…”
Anonadada con su historia sólo podía escuchar e imaginar cómo Mizar Maestre a sus 4 años de edad ya hablaba de alforja, inverosímil, significados que sus compañeritos de escuela no comprendían.
“Tanto fue el amor que le cogí al libro que me aprendí párrafos de memoria… “En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha poco que vivía algo, pasaba las noches de turbio en turbio y los días de claro en claro, leyendo libros de caballería…” mencionó.
Y como si fuese una de sus tantas historias increíbles, contadas en fábula, recordó como desde 10 años de edad fue devorando de libro en libro y se convirtió en el ‘roedor’ de las palabras que fueron quedándose en su mente, formando un diccionario exquisito para su léxico.
“Pasaron los años y cursos y me leí otros libros de la literatura colombiana como La María, La Vorágine y otros libros de poesía que compraba mi hermano y a quien se los tomaba a escondidas porque él decía, tal vez, creía que no tenía la suficiente edad para leer libros de Vargas Vila” afirmó. Y aunque su hermano tendría razón, no le importó y siguió conociendo ese mundo de poetas, los que a sus 12 años, cuando estudiaba 5° de primaria ya les habría leído sus libros.
Y pese a no saber qué significaban esas palabras aprendidas, él asegura “me divertía leyendo las aventuras, historias, poemas”.
Pero, según contó, una vez llegado al bachillerato y al conocer sobre las técnicas de realización de sonetos, fábulas, redondilla, comenzó a enfocarse por esa ‘vía’, tanto que al gustar sus escritos, los compañeros de estudio les mandaban a realizar las tareas que él con gusto hacía, trabajos que eran retribuidos con parte de la merienda.
Este veterano de la literatura contó que “me fui llenando de años y pasé de la lectura de novelas y poemas a leer libros de Psicología y Filosofía, todo esto lo hacía para entender la literatura bajo la perspectivas desde esos dos ámbitos, lo que me ha logrado entender más a mis semejantes”
Y pese a que sabían cuál era su gusto, removido tal vez por un capricho, estudió Ingeniería Civil, cambiando así de rumbo de lo que era su trayecto de vida, sin embargo terminó académicamente la carrera pero no recibió el título por seguir en lo suyo: la literatura.
Fue así, como este hombre se convirtió en eterno enamorado de las letras, realizando talleres en universidades y escribiendo libros, de los cuáles lleva cinco publicados basados en poemas y fábulas, los que reciben el nombre de: Partituras en Sepia para la Maga, 2003; Bitácora del Atisbador, 2006; Letanías del Convaleciente, 2010; Briznas de la Nada Umbría, 2013, éste última obra pronto será lanzada al mercado nacional.
¿Quién es Luis Mizar?
Luis Mizar Maestre nació en Valledupar en 1962, donde vivió su niñez. Entre 1990 y 1995 fue ganador del primer puesto en diversos festivales y concursos literarios de la región y en 1996 obtuvo primer lugar del Concurso Nacional de Poesía ‘Carlos Castro Saavedra, en Medellín. Jurado de concursos literarios en la región Caribe.
Ha sido conferencista en múltiples eventos literarios a nivel nacional y hace doce años es docente de la Universidad Popular del Cesar, como catedrático de la Creación Literaria en la Facultad de Bellas Artes.
Poema de Briznas de la Nada Umbría
Cicatriz Adelantada
“Un candil encendido en mis adentros le da advenimiento a la cicatriz que ha llegado primero al lozano cuerpo que la herida que habría de propinarme el futuro.
En el circo de mis afueras un domador devora a un tigre que habría de morir en un safari en el congo africano. En mis adentros, candiles encendidos.
En mis afueras, domadores hambrientos.
Eh ahí el peligro que abrocha el abrigo de mi noche”
Por Merlin Duarte García/El Pilón