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Los feminicidios, un problema de salud pública en el Cesar

Los principales victimarios son personas cercanas, entre ellos parejas o exparejas. Algunos luego del asesinato intentan suicidarse. FOTO: REFERENCIA.

“Yo llegué a la casa donde ella vivía y prendí la luz, ella estaba dormida y le dije: Doglys vamos hablar acá afuera, ella me decía que no. Luego la intenté tomarla del brazo, yo tenía un cuchillo guardado en la pretina del pantalón (…) y ella sale para la cocina a coger un cuchillo, fue cuando me le abalancé con el cuchillo y le pegué una puñalada por la costilla y otra en el brazo”.

Este es el crudo relato de Rafael Campo ante la Sijín sobre la forma como acabó con la vida de su expareja, Doglys Palmas, el viernes 28 de junio por la noche. “Él la tenía acosada y ella ya lo había denunciado, había hecho todos esos trámites para que la dejara tranquila pero no pasó nada.

Terminaron porque le gustaba pegarle”, contó un familiar de la víctima.
Como a Doglys, en el Cesar otras cinco mujeres fueron víctimas mortales de personas que en algún momento amaron. La mayor preocupación es que este año, si se mantiene la tendencia, se doblarían los casos de feminicidios en comparación con el año anterior: en el 2018 fueron siete casos en todo el año; en el 2019, se cuentan seis en el primer semestre.

Cifras que son razón suficiente para que los feminicidios sean tratados como un problema de salud pública, aseguran los expertos. “Lo que estamos tratando es visibilizar la violencia contra las mujeres y el feminicidio como una pandemia, como un problema, una situación de salud pública de emergencia que necesita ser atendido como fenómeno social y cultural”, aseguró la sicóloga Angélica Arias.

En Valledupar se han realizado marchas exigiendo ni una víctima más de feminicidio. FOTO: ARCHIVO.

Según la directora de Medicina Legal, Claudia García, en el primer trimestre del 2019 se presentaron 220 casos de homicidio de mujeres en el país. Lo absurdo es que fueron las personas más cercanas, desde esposos, novios, parejas y expareja, los principales responsables de las muertes.

La Ley 1761 de 2015 creó el tipo penal de feminicidio como delito autónomo, “para garantizar la investigación y sanción de las violencias contra las mujeres por motivos de género y discriminación”. Las historias de feminicidios en el Cesar sostienen patrones similares y comportamientos que desvelan la necesidad de reformar la creación de vínculos entre hombres y mujeres.

LA CULTURA Y LA VIOLENCIA

Un sobrino fue quien dio la mala noticia a la familia: a Angy Paola Castilla Olivero la asesinaron y su cadáver estaba en fotografías que rápidamente se propagaron en redes sociales. Su cuerpo tenía dos impactos de bala en la cabeza y estaba a metros de la Penitenciaría de Máxima y Mediana Seguridad, conocida como ‘La Tramacúa’.

¿Qué pasó? Gracias a unas llamadas la familia Castilla Olivares pudo responder el interrogante. El día 20 de junio se comunicaron en repetidas oportunidades con el confeso determinador: Francisco Javier Ravelo Correa, excompañero sentimental de Angy Castilla Olivero. Él la había buscado en su casa en su taxi. Desde allí no se supo nada de ella hasta que se encontró su cuerpo.

Para los expertos, es necesario empezar a hablar de los feminicidios como un problema de salud pública que requiere urgente atención en el Cesar. FOTO: ARCHIVO.

Según la madre de la víctima, Angy Paola le manifestaba que le tenía miedo a su expareja, porque siempre peleaba con él y porque le pegaba. Por eso, lo abandonó, aunque él nunca aceptó esa decisión.
A Doglys Palmas y Angy Castilla las asesinaron quienes les prometieron amarlas, pero no accedieron a la decisión de terminar con la relación para terminar con los maltratos. ¿Por qué no aceptaron la decisión de sus parejas? En palabras del especialista Eduardo Linares está relacionado con bases culturales, cómo se están educando a los niños, “porque esa educación estructura la manera en que la persona hace vínculos”.

A esto le agrega que “esa es una de las posibles causas y esa estructura no le permite aceptar ciertas cosas. Por ejemplo, una mujer vive en unión libre con un hombre, ella decide separarse porque el hombre es violento, este hombre no puede aceptar que ella lo deje. Es justo donde todo lo que enseñaron le impiden aceptar que ella se vaya, ven a la mujer como un objeto: ‘usted no decide, el que decide soy yo’”.

En ese camino, la sicóloga Angélica Arias define al feminicidio como el resultado del choque entre las mujeres que en proceso de reivindicación y que toman decisiones autónomas frente a aquellos hombres que no “están preparados para esas mujeres que están creciendo”.

LAS ALERTAS

De los seis casos de feminicidios registrados en el primer semestre, cuatro se registraron en Valledupar. Una de las víctimas fue María Claudia De la Rosa a finales de abril. Según las autoridades María Claudia fue agredida por su pareja en medio de una discusión, quien le causó dos heridas en el tórax con arma blanca que le ocasionaron la muerte minutos después en la clínica Santa Isabel.

Según parientes, la pareja los problemas de convivencia eran normales, sin embargo no conocían de violencia física. “Normalmente se generan episodios de ira que no son controlados por el bajo desarrollo emocional, especialmente en el caso de los hombres. Desde el enfoque de género, implica reconocer que la crianza a niños y niñas se sustenta que el niño puede tener muchas mujeres y eso lleva a que el hombre se sienta dueño de las mujeres y por el otro enseñamos a las niñas a ser sumisas y eso genera personas dependientes y con bajas autoestimas”, dice.

Pero en otros casos, la violencia ya era manifiesta. El primero de marzo se conoció la noticia del asesinato de Amaris Esther Bedoya, ultimada por su compañero sentimental en medio de una discusión en su lugar de residencia. Amaris solo tenía 17 años y compartía hogar con su victimario en la invasión Tierra Prometida.

La adolescente fue encontrada muerta debajo de la cama en su lugar de residencia cuando al sitio arribaron miembros de la Policía y sus familiares. “El feminicidio es una agresión intensa producto de la necesidad del control y la acción ejemplarizante frente a algo que rompe ese velo de dependencia y de imposición de parte del hombre”, agregó Angélica Arias.

DEMONIO DE LA VIOLENCIA

A comienzos del 2019 impactó la noticia del asesinato Doris María Cortez, aún más por la versión del victimario. En ‘nombre del demonio’, Gilberto Antonio Padilla asesinó su esposa, Doris María Cortez, degollándola, para posteriormente intentar suicidarse al interior de la vivienda en la que convivían en el barrio Seis de Enero de Becerril, Cesar.

Aunque el reporte policial indica como hipótesis inicial que entre la pareja pudo haberse presentado una riña, familiares recordaron las constantes amenazas del hombre quien en ‘nombre del demonio’ hacía a su compañera desde meses atrás.

EL PILÓN conoció en conversaciones con dos de los hijos de la pareja que Gilberto Padilla culpaba al “demonio” de la muerte de su esposa.
Son seis historias con protagonistas similares: mujeres víctimas, primero, de amenazas y golpes que terminaron en una tragedia. Por eso, reconocen las autoridades, es importante que las mujeres denuncien y pidan protección apenas se sientan amenazadas por alguien cercano.
Pero también es importante fortalecer el establecimiento de vínculos sobre la base que nadie tiene autonomía sobre el otro.

DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
defancaro1392@gmail.com

Periodista: