El Papa Pío XII proclamó en 1950, un 15 de Mayo, a San Juan Bautista de La Salle como patrono de los educadores, de eso hace ya 70 años. Es la misma edad que tiene la celebración del día del maestro en nuestro país, pues ese mismo año durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez, la fecha fue decretada para exaltar a quienes tienen la responsabilidad de brindarles la educación a los colombianos, desde sus primeros años hasta el nivel superior.
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Y todos los años estas mujeres y hombres son homenajeados, justamente premiados como un reconocimiento a los formadores (algunos formadores de formadores) en sus lugares de trabajo; salones para párvulos, educandos en primaria, bachillerato, universitario y escenarios de formación de otras convenciones como las del Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA. Sin embargo, en el 2020 todo ha sido diferente.
Los profesores, maestros, educadores, instructores o como se les quiera llamar, no están en sus salones para recibir esos abrazos, pequeñas decoraciones en su honor y palabras por parte de sus educandos.
La covid-19 obligó a que las costumbres de antaño, que iban desde los actos cívicos, reuniones, charlas literarias y hasta brindis, fueran cambiadas por un “profe lo felicito en este día”, pero a través de láminas y videos diseñados para redes sociales, menciones a través de las emisoras y finalmente por video llamadas o contactos a través de sus clases virtuales.
Hoy el histórico colegio Loperena está cerrado, igual que el Prudencia Daza, Bilingüe, La Sierra, El Carmelo, Gimnasio del Norte entre otros. Prima la soledad y el silencio. Así mismo, la Universidad Popular del Cesar, el alma mater pública del departamento, y sus similares también son campus donde las discusiones de la cátedra y el entusiasmo de los estudiantes encontraron reemplazo en los cantos de los pájaros y los ruidos del silencio. Estos son días de maestros en temporada de covid-19.
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“SE NOS HA CUATRIPLICADO EL TRABAJO”
Así lo afirma el profesor Héctor Miguel Pumarejo Mindiola, conocido por sus estudiantes y amigos como ‘El Puma’, quien dicta clases de negocios internacionales, modelos gerenciales e investigación de mercado a estudiantes de administración de empresas de las universidades Popular del Cesar, UPC, de Pamplona y San Martín.
Y es que no es fácil ser educador en épocas de coronavirus. “Toca ‘cuatriplicarnos’, ahora hay que preparar las clases, subirlas a una plataforma, elaborar las tareas que también van a la plataforma, revisarlas y yo, que trabajo con varias entidades, debo estar alerta a las diferentes invitaciones que también por diferentes plataformas me hacen las universidades para las reuniones que citan”, manifiesta entre risas y quejas.
Pero ahí no termina todo. “Al terminar las clases hay que rendirle un informe a la universidad y pasárselo vía WhatsApp, e-mail o cualquier medio digital; eso lo tiene a uno sentado frente a un computador horas y no te das cuenta de cuánto tiempo pasa. Además a los muchachos hay que prepararles un tutorial de cómo entrar a las diferentes plataformas”, arguye el profe ‘Puma’ a quien le corresponde además ser flexible con sus discípulos que piden ampliar las fechas por vencimiento del tiempo estipulado de tareas para su entrega.
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A pesar de que las clases no son presenciales y la celebración del día del maestro exime el contacto social la experiencia ha sido agradable. “En un día como hoy (ayer, Día del maestro) había la sorpresa de una torta, un salón adornado con unas bombas; pero he recibido mensajes personalizados al celular y muchas llamadas y a todos les he dado las gracias, pero sí hace falta el abrazo”, dijo nostálgicamente.
“ES HERMOSO LO QUE NOS BRINDEN”
Son 47 años de docencia las que reúne el licenciado César Augusto Quevedo Morales, quien inició su carrera en la nocturna del antiguo Vicente Roig Villalba, posteriormente pasó a la Parroquial, hasta que en el año de 1974 fue nombrado oficialmente y entró al magisterio.
Actualmente dicta sus clases en el Colegio Prudencia Daza (antiguo ‘femenino’) donde llegó a dictar ciencias biológicas, es decir, biología y química, pero los vapores de los laboratorios y las asignaturas como tal lo aburrieron.
“Entonces tomé la decisión de estudiar licenciatura en tecnología e informática y ese es mi campo de acción en el Prudencia Daza. Parece paradójico que esta es una actividad que se le dificulta a los viejos, pero a mí no”, aclaró.
Para el profe Quevedo, es justamente ese contacto con sus alumnos lo que lo llevó a cambiar de disciplina porque permite un mejor roce con los muchachos. “Y es eso lo que lo ayuda a uno a perfeccionar el conocimiento porque el estudiante viene con una inquietud y uno lo tiene que revisar y allí vuelve y estudia y crece y esto tiene que ser así porque el que no se actualiza y no pone a funcionar el cerebro involuciona”, advierte.
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Las clases virtuales precisamente por su especialidad no han representado problema alguno y esa misma virtualidad le ha permitido recibir las felicitaciones de sus estudiantes y amigos.
“Pero de verdad añoro esas reuniones de épocas normales que hacíamos los maestros, como una integración que teníamos con Aducesar en nuestra sede de La Paz y que se quedó programada. Se siente duro la ausencia de los muchachos, ellos aparecían con algo desde un postre hasta un confite y así le festejaban a uno; eso es hermoso. Valoro todo lo que hagan por grande o pequeño”, agregó el docente.
“VALORAN MÁS LOS ESFUERZOS”
“Lo que más extraño y este año me ha hecho mucha falta son los besos y los abrazos de los niños. Esa ternura que es especial por su inocencia. Como docentes o como nos llaman ellos ‘miss’ se nos dificulta la parte social porque es más fácil evaluar a un niño si lo tienes cerca”, asegura Katilín Guzmán Villero, licenciada en lengua castellana y comunicación y actual coordinadora en la escuela preescolar Toy Feliz.
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Generalmente el apoyo de los padres siempre es fundamental lo que se maximiza tratándose de niños en educación preescolar y han sido ellos quienes han facilitado todo en esta era de educación virtual por la covid-19.
“Con este distanciamiento los padres han sido muy afectuosos porque a través de las sesiones en Zoom hemos advertido que ahora valoran más los esfuerzos que se hacen por educar a sus pequeños, porque además de ayudarnos a guiarlos, en nuestro día no han faltado los mensajes, las llamadas las felicitaciones a través de las redes sociales”, indica ‘miss’ Katilín.
A manera de evaluación esta licenciada que trabaja con niños, reconoce que para el logro de los resultados la paciencia es un factor muy importante; felicita a sus colegas en la escuela porque aunque sea a distancia se ven resultados significativos basados en un trabajo de docencia y pedagogía, con estrategias lúdicas y dinámicas de adaptación. “Eso sí, extrañamos la fiestecita y todo lo que niños, padres e institución nos organizaban para la fecha”, puntualizó.
POR: JOSÉ URBANO CÉSPEDES/EL PILÓN