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Lo que desnuda el debate electoral

Francia Márquez enriqueció el debate electoral pasando de discusiones bizantinas, tediosas, adjetivos ofensivos, lenguaje circense y frases de cajón, a asuntos del orden gramatical, raizal y lingüístico, y a temas tabú como el racismo, temerosos de asumir, pero racistas a morir, en contraste con aquellas expresiones de “atenidos y vagos”, usuales en el lenguaje despectivo de la canciller Marta Lucía Ramírez y la senadora María Fernanda Cabal.

Igual, el actual debate electoral desnuda a la mítica figura del inmolado ministro de justicia, Rodrigo Lara Bonilla, valiente para enfrentar las mafias, pero cobarde para responder como padre de la fórmula vicepresidencial de ‘Fico’ Gutiérrez, al no darle su apellido al médico especialista en cirugía de tórax, exalcalde de Neiva y profesor universitario, Rodrigo Lara Sánchez, historia documentada hace algún tiempo por Los Informantes, pero viralizada ahora para conmover en un momento preelectoral, explotar el sentimiento y atraer votos, sin que se ruborice la memoria de un héroe solitario, pero vulnerable y con defectos como humano, en una época tenebrosa signada por la degradación humana y marcada por la catástrofe  del narcotráfico.

La expresión “mayoras” es correcto como lengua nativa que hace parte de las variantes dialécticas y lenguaje incluyente, sin limitantes de la Real Academia Española. Lo que sí es incorrecto y despreciable es el verbo “querí”, acotó el Licenciado en Lengua, Rafael Medina.

Mayoras no constituye error gramatical. La discusión escaló a la RAE y el término a juicio de la Real Academia de la Lengua, sí existe, como sustantivo femenino que significa mujer del mayor y conjunto de saberes que guardan las mujeres negras mayores, que son las que inculcan conceptos de respeto, honestidad y valores, conforme saberes como lavar, cultivar y vivir en comunidad, amén del significado ancestral de la palabra “mayoras” para comunidades afro y palenqueras.

El uso es la norma, el árbitro y la ley del lenguaje. Para concluir que ya hoy no causa hilaridad la expresión concejala. 

Nuestro nobel de literatura, Gabriel García Márquez, quien dio pie al Realismo Mágico, al mezclar la fantasía con la realidad en su obra cumbre Cien Años de Soledad, subraya que el mejor  idioma no es el más puro sino el más vivo, el que más se entiende, pero la ignorancia es atrevida, y la burla como relámpago de la calumnia, va y viene, si nos retrotraemos a otrora tiempos en que fue concejala de Valledupar, Gala Pimienta Restrepo, y más de uno se mofó con el vocablo “concejala”, porque lo usual era “concejal”, histórico suceso que marcó el inicio de una lucha por lograr la equidad de género, hoy lenguaje incluyente para ambos sexos, quedando el sarcasmo, que es la burla más cruel de la ironía: “Entre camellos nadie se burla de la joroba”.  

El uso es la norma, el árbitro y la ley del lenguaje, por eso ya no causa hilaridad decir concejala. Mayora como palabra raizal del habla afro, penetrará a los confines del mundo, como lo ha logrado con su talento e intrepidez, Francia Márquez, reconocida entre las 100 mujeres más influyentes del planeta, galardonada con el equivalente a un nobel medioambiental, y que al igual que Clemencia Carabalí han sido laureadas por su activismo en la defensa de la vida y de los derechos humanos.

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Miguel Aroca Yepez: