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Llegó el 14 de febrero            

Ya hace muchos años decía el líder conservador, Álvaro Gómez Hurtado, “hay que cambiar el sistema, no puede seguir el mismo, de aceptar como han aceptado los partidos políticos que todo es con dinero. Antes los partidos eran de opinión, ahora son de compromiso. Ahora no hay adhesión a unas ideas, a un programa, ahora solo hay complicidad. Lo que se busca en toda solución política es a quienes hacemos cómplices…lo que interesa no es convencer a la gente sino contratar a la gente”.

Remata diciendo: “debemos pasar al territorio de la grandeza, de lo limpio, de lo no comprometido, de la no complicidad, que no sea necesario comprarlo todo, hay que cambiar este criterio”.

Y motivarnos a salir a las calles hoy, a defender las reformas que está planteando el gobierno Petro; las que, sin posar de obtuso fanático, serán las encargadas de devolverle al colectivo social la histórica deuda que la inequidad oficial ha fomentado en el país, durante gran parte de nuestra vida republicana.

En las plazas y calles del país se escucharán las voces de aquellos colombianos cuya vida fue sacrificada en el paseo de la muerte, esos que fallecieron esperando la atención médica negada por los sepultureros de la salud, quienes apuestan al deceso de anónimos usuarios con el único interés de obtener jugosas ganancias económicas, que luego gastan en suntuosos bienes y extravagantes gustos.   

Veremos las charreteras del coronel que inmortalizó nuestro nobel Gabriel García Márquez, acompañando a miles de ahorradores que religiosamente aportan mesadas al sistema pensional ilusionados con el vitalicio sueldo que nunca llegará. Junto a ellos, los esclavos de la desocupación y la informalidad laboral que reclaman la dignidad de un empleo, sacrificado en las fauces de las políticas macroeconómicas del indolente establecimiento, cuyo tradicional interés solo es conmovido por el favorecimiento a los magnates que financian campañas políticas.      

Será la oportunidad para protestar contra los negociados de los congresistas y demás servidores públicos; ya basta del perverso clientelismo que por años nos lo han querido presentar como el ejercicio normal de la política, pero lo que realmente constituye es el cáncer que carcome los valores morales y éticos, cuya crisis nos lleva a aceptar e incluso imitar delictivas conductas, en el equivocado precepto de que quien no se roba los recursos públicos es bobo.

Protestaremos para que el ratón no siga cuidando el queso. Para que los entes de control del Estado no sigan siendo los alfiles de los deshonestos, instrumentalizados para sancionar a sus contradictores políticos, al mismo tiempo que cohonestan con el delito de sus pandillas saqueadoras.

Las calles de Colombia serán testigos áticos del verdadero pacto nacional. El que no se da con los políticos sino entre electores, comprometiéndonos a ejercer el libre ejercicio democrático sin mezquinos intereses económicos particulares, repudiando a todos esos mentirosos que en campaña electoral llegan disfrazados de humildad y elaboradas sonrisas, ofreciendo ‘el oro y el moro’ a cambio de votos, pero que rápidamente se quitan la máscara cuando se han aprovechado de la buena fe de un cándido electorado que sueña con un futuro mejor. 

Convocó el presidente Petro, pero ganaremos todos siempre y cuando el reflexivo ejercicio de no ‘tragar entero’ alcance a impactar en nuestro carácter, despertando la beligerancia política y rompiendo los paradigmas que, por años, a fuerza de promoción mediática, conformismo y letargo político, hemos percibido como normales e incluso como ideal, en el confuso mundo sociológico en que la víctima termina admirando a su victimario. Todos a marchar, llegó el momento de pensar en ti. Fuerte abrazo. –

Por Antonio María Araújo Calderón  

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