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El pariente

(Nota dedicada al “pariente” Alfonso Araujo Cotes). Se pertenece a la misma familia, no solamente cuando existen rasgos genéticos, sino también, cuando se conservan sentimientos de afecto, admiración y aprecio hacia alguien o algo, por ello a este personaje le llamo y me llama “pariente”.

No es un familiar directo, pero sí ligado a una ascendencia que nos permite asociar un distingo especial de dignidad y afecto.

Por otro lado, el concepto de pariente, lo vínculo con aquellas personas que son más distantes, que no es tan cercana a uno, pero que el aprecio les une.

El parentesco y la ascendencia tiene mucha similitud con la música. A veces la expresamos con notas altas o bajas, pero siempre se entona una buena canción y siempre el afecto sale a relucir.

Normalmente he entendido su forma de ser, que lo hizo independiente en sus decisiones políticas y le permitió con más facilidad interpretar las necesidades de la gente y de sus comunidades. Esa independencia, solo sometida a su propio criterio cuando de temas políticos se trataba, le permitió tomar decisiones firmes y sobre todo racionales para el manejo de la equidad partidista y demócrata, permitida por las normas establecidas. Con su forma de ser infundió respeto y también honorabilidad en sus determinaciones. 

Enemigos gratuitos nunca le faltaron, pues los que fueron llegando a los atajos de su carrera, nunca interpretaron su don de gente y de sensibilidad social y que se valieron de argumentos irracionales propios de los irreverentes para truncar sus intenciones de servicios políticos y sociales, pero con firmeza les combatió siendo impecable con sus palabras, nada tomó personalmente y al fin y al cabo no estuvo acostumbrado a hacer suposiciones sobre esos malintencionados enemigos que,  solos,  lograron su propia indiferencia. El respeto en sus decisiones le marcó por siempre y ello fue el pilar de sus éxitos.

Su vida profesional la dedicó a los temas políticos y administrativos, por su nivel de competencia y por su capacidad de servicio, que desde las frescas tierras manaureras le inculcaron sus padres, donde el trabajo era la oración cotidiana.

Hoy en sus años seniles, repasando en su memoria me lo retrato en cada instante, por esos genes de los Cotes, no queriendo dejarse vencer por los años y poniendo aún a los pies de su provincia su capacidad de trabajo para seguir derrotando las falsas barreras sociopolíticas que han querido hundir para siempre el destino de un pueblo en que aún, todos en una u otra forma estamos ligados por la familiaridad y ascendencia; aún somos parientes los unos de los otros. 

Con esa fuerza que siempre le ha asistido, “pariente”, le recomiendo que haga sonar aquel hermoso paseo vallenato, que usted ha cantado muchas veces …, “pero yo no he muerto ni me muero todavía, para ser difunto ese tiempo está muy tarde”. Hay que seguir sirviendo por siempre, ahí radica la esencia para que los pueblos se vuelvan como sus buenos gobernantes: ¡Dignos!

Según Darwin y sus teorías, sólo subsisten los fuertes y sobre todo los sanos de espíritu.

Quiero recordar, “pariente”, que usted y una serie de personajes de la vida política y social de entonces, como Pepe, Manuel German, José Antonio, Crispín, Edgardo Pupo, Adalberto Ovalle, entre otros, forjaron la historia de progreso de esta región y que ojalá las juventudes emergentes con el avance de las ciencias, puedan hacerlo mejor, si se dejan atrapar de aquel valor que parece perdido dentro de los seres humanos de hoy, que se llama: !dignidad!

Todos los días recalco a mis hijos, en especial, a los que quieren prestar servicios sociales a su tierra, que tienen que proveerse no de dinero, pero sí de dignidad, sensibilidad social y sentido de pertenencia por su tierra.

Decía Neruda: “nosotros los de entonces ya no somos los mismos” y yo le contesto…. Aquí, los de entonces, aún somos los mismos, pues se han cosechado semillas de los buenos ejemplos que no podemos tirar a la basura y mucho menos al olvido.

Que todas las personas no sean buenas, lo sé, pero hay algo bueno en cada persona; y si yo le preguntara “pariente”, … ¿cómo ha hecho para vivir tantos años?, estoy seguro que me respondería: “Para llegar a una edad madura es porque se ha aprendido a valorar lo bueno de las personas, esto nos anula sufrimientos y prolonga más la vida y si hemos obrado como realmente somos, habremos encontrado los verdaderos años viejos llenos de paz y libertad. ¡Que Dios le bendiga siempre!

Por Fausto Cotes Núñez

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