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Liberal a secas

“No necesitamos muchos héroes si elegimos con cuidado”, afirma el constitucionalista estadounidense John Hart Ely en su obra ‘Democracia y desconfianza. Una teoría del control constitucional’, haciendo referencia al voto como derecho fundamental del que es acreedora la ciudadanía en una democracia.

La baraja de candidatos a la Presidencia de Colombia está conformada por Iván Duque, Germán Vargas, Humberto De La Calle, Gustavo Petro y Sergio Fajardo, cada uno en lo suyo, defendiendo sus visiones de país. Afortunadamente, en Colombia gozamos de un proyecto democrático de Estado Social de Derecho que permite que las elecciones presidenciales estén arropadas de diversidad ideológica en franca lid, aquí no hay un régimen autoritario y/o déspota que sesgue la elección de un presidente como sucede, por ejemplo, en Venezuela, donde no hay garantías públicas que permitan escenarios electorales dentro de un marco legal y legítimo.

Debo decir que yo no vacilé en decidirme cuál sería mi candidato, por lo menos en la primera vuelta. Mi decisión la centré en elegir a una persona con la que me sintiera representado, alguien que tenga una idea de país sobria, consciente y democrática, tomé la decisión de decirle no al populismo, no al extremismo, no a la división, no al odio, no a la irresponsabilidad social, constitucional y económica. Es por eso que decidí que mi voto sería por De La Calle, un liberal auténtico, vertical, uno de verdad.

Es un estadista puro que cree en los pilares fundamentales del Estado Social de Derecho. Es un hombre que no ignora las verdaderas necesidades del país por la que hay que trabajar, como por ejemplo aquellas que tienen que ver con el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones en ejes como salud, educación, saneamiento ambiental y agua potable (Gasto público social).

Cree en la iniciativa privada como motor de la economía y en sus planteamientos no cabe la idea de pisotear al sector, habla de un capitalismo consciente. Sabe que el fortalecimiento económico del país está, en gran parte, en la diversificación de la productividad. No habla de erradicar la minería, que ha sido un sostén económico para el país, sí de proyectos más responsables y amigables con el medio ambiente.

Conoce bien de cerca lo que significa el derecho fundamental a la paz y seguramente bregará por conseguirla. Está en el centro del espectro político, ni statu quo ni salto al vacío. Por estas y otras razones mi voto es por Humberto De La Calle. Cierro esta columna de opinión parafraseando al profesor Salomón Kalmanovitz: “Si me van a llamar por lo que creo ser, basta con liberal a secas”.

@camilopintom

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