Sergio Fajardo, según proyectan las encuestas hoy, sería el virtual presidente de Colombia, ha logrado la preferencia de la gente por representar una opción que no polariza, alejada de la clase política tradicional. Además, capitaliza la vertiente de centro que no admite votar por el radicalismo de Petro y el miedo a un supuesto castrochavismo.
Una franja de opinión muy grande está cansada de los mismos: Uribe, Santos, Vargas Lleras, Pastrana, Gaviria, Samper y toda esa clase dirigente encarnada en partidos asfixiados por la politiquería y la corrupción. Con todos estos elementos, Fajardo sería la ficha para rearmar este rompecabezas y darle un nuevo rumbo a Colombia; pero pareciera que algo falta, algo que no le permite consolidarse como un candidato fuerte, capaz de derrotar a la derecha y ultraderecha, personalizadas en Uribe y Vargas Lleras, quienes cada día están más cerca para una alianza, ambos, prefieren repartirse el poder que una derrota. Fajardo, por momentos nos recuerda a aquel Antanas Mockus del 2010, quien después de tener la presidencia en el bolsillo, por sus ligerezas y algunos desconocimientos, echó al traste la famosa y recordada ola verde; mucha pedagogía en el tablero, pero pocas soluciones de los problemas reales de los ciudadanos, también se muestra como un llanero solitario y rechaza posibles aliados que serían determinantes para una posible victoria en segunda vuelta, como Petro y Humberto De la Calle, hay exceso de confianza y está convencido de que su proceso será como el de Macron en Francia, lo que deja muchas dudas en un elector indeciso, cada vez desnuda más falencias, prohibidas para un candidato serio y formado para gobernar; la semana anterior, en un foro ambiental, cuando fue consultado por el páramo más grande del mundo, no supo la respuesta y se rebuscó una teoría con el buscador Google y su memoria que lo hizo ver bastante arrogante, si a esto le sumamos la falta de solidez en las propuestas, aunque tenga un buen plan de gobierno, se complica el tema, porque solo le está apostando a cautivar más gente con su estilo fresco y la lucha anticorrupción; además, sus asesores parecen no ayudarle mucho a ser más cercano y un poco jovial; lo desagrada cualquier pregunta incómoda de un periodista y eso es munición para sus enemigos que seguirán atacándolo mientras siga de líder en las encuestas.
Lo cierto, es que falta mucha tela por cortar y esta elección pinta impredecible, cada día, un nuevo evento cambia el tablero, lo mejor sería que Fajardo se expusiera menos, que reorientara su campaña para lograr estructurar un mensaje más cercano a la gente, con propuestas contundentes en salud, desempleo, inseguridad, tributación y muchos más temas, para ayudarle a recuperar la esperanza a un pueblo que no ve luz al final del túnel.
@JACOBOSOLANOC